CAPÍTULO 2 - POR: Patrick Dormán.

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Ayudamos a Isabella a que se levante y ella misma toma más clínex y se limpia los residuos del líquido que tenía en el abdomen.

Regresamos al escritorio de la doctora y termina de darle las recomendaciones, más las recetas con los medicamentos y vitaminas que tendrá que comenzar a tomar Isabella, y le entrega otro listado de exámenes para que se realice.

Nos quedamos sentados en el pasillo, esperando a que la enfermera nos entregue los medicamentos, bueno, ¡que se los entregue a ella!

—Gracias por estar conmigo, sé que no tienes nada que ver en esto, pero me hubiese sentido peor de haber estado sola —me comenta recostándose en mi hombro—. Por alguna razón que desconozco, me transmites confianza —me confiesa—. Y quiero pedirte que no te sientas comprometido a ayudarme.

—Por supuesto que no me siento comprometido —le respondo haciendo que me mire a los ojos—. Por alguna razón que yo también desconozco, —le respondo enfatizando sus mismas palabras—. Me nace ayudarte y estar contigo en esto, voy a apoyarte en lo que decidas hacer y de la forma en que lo prefieras.

—Gracias, tendría que haber sido Alexander quien estuviera hoy conmigo en ese consultorio, pero ni siquiera tengo idea de cómo voy a decírselo —me comenta —volviendo a recostarse en mi hombro.

La pobre se nota devastada, y no me siento con el valor para decirle que su Alexander se casó el fin de semana.

—Obviamente, no soy él, pero estoy aquí para ustedes, para lo que necesiten, cuenten conmigo —me comprometo.

—Gracias —me dice acariciando su vientre, luego sonriendo comenta—. Tengo a dos bebés en mi vientre, ¡puedes creerlo!, no estaba en mis planes convertirme en mamá tan pronto —comenta pensativa, y menos de dos —agrega riendo.

Me alegra verla sonreír, obviamente, todo esto no es para nada fácil, y me parece que es una mujer muy fuerte, ¿que ha llorado y posiblemente siga haciéndolo?, ¡no me cabe duda!, pero quiero estar aquí para ella, ¡si me lo permite!

Hace años, cuando aún estaba en la universidad, me tocó ir al hospital y hacerme un chequeo, gracias a un pelotazo que recibí en las bolas y que me dejó con dolor por varios días, fue ahí en donde me enteré de mi esterilidad. Y desde entonces, nunca me preocupé por dejar embarazada a alguna chica, aunque siempre me protegí, porque soy inmune a los embarazos, no a las enfermedades.

Tampoco me afané por formar mi propia familia, la mayoría de las mujeres sueñan con tener hijos y es algo que yo no puedo darles, así que para que complicarme la vida sometiéndome a tratamientos, que al final podrían no funcionar.

Y eso no significa que no me haya enamorado, Caroline, logró ganarse mi corazón, y hacer que en algún momento anhelara aquello que no podía tener; para aquel entonces, ya teníamos años de ser novios y yo ya había asumido la presidencia de la cadena hotelera.

A causa de eso, me tocaba salir constantemente de la ciudad, durante el primer año, me acompañó a casi todos los viajes, el siguiente año, tuvimos que separarnos con más frecuencia debido a sus obligaciones que iban en aumento y al tercero, fueron contadas las veces que logramos salir juntos.

Confiaba en ella a ojos cerrados, y suponía que me amaba tanto como yo a ella, en algunas ocasiones me molestaba, y me decía que me terminaría quedando en alguna ciudad de las que frecuentaba, que conocería a una mujer más linda y me quedaría con ella, Caroline no comprendía el gran amor que sentía por ella.

Tanto así, que a finales de ese año, tenía planeado confesarle mi problema de fertilidad, y si ella me aceptaba así, le propondría matrimonio.

Y ya buscaríamos alternativas para ser padres, pero al regresar de mi viaje todo se fue al carrete, había tenido una semana complicada y terminé por regresar antes de lo previsto, necesitaba esa paz y tranquilidad que me transmitía, moría de ganas por verla y estar con ella.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora