CAPÍTULO 14 - POR: Isabella Johnson

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Lo observo y no le respondo nada, porque ese día nos la pasamos genial en la boda de Benjamín, de hecho después de ahí nos fuimos para el Yate de Alexander, y todo el domingo nos la pasamos navegando.

—¡Y luego te vi entrando en mi oficina, con unos tacones de infarto similares! —comenta suspirando—. Se me antojó tenerlos aquí —dice señalando sus hombros.

—¡No me digas!, ¿tienes fetiches con las mujeres en tacones? —le pregunto divertida, tratando de aliviar un poco la tensión sexual.

Él se pone a reír también, e insinuadoramente comenta.

—Con las mujeres en general no, ¡solo las que me interesan!, algún día tú en tus tacones y yo, tendremos un encuentro honorable —asegura, coqueteando.

—¡Lo tomaré como una promesa! —le respondo excitándome más, con tan solo imaginar lo que haríamos si no tuviera tan grande mi vientre.

—¡Promesa de boy scout! —dice divertido.

Este hombre, además de ser un amor, un bombón y no sé cuántas cosas más, es un experto follando; si en la condición en que estoy me ha hecho subir y bajar de las estrellas, en más de una ocasión en una sola follada, ¿cuánto más me hará sentir cuando pueda participar tan activamente como él?

—¿Por qué cuando empecé a trabajar contigo, no me dijiste, ni insinuaste nada?

—Porque no estaba seguro en que condición habías quedado con Black, muchas parejas discuten y vuelven a estar juntos, no conocía la magnitud de lo que les había ocurrido, ¡sabía lo que los medios publicaron nada más!

—Los medios lo pintaron como una vil traición hacia mí, algo inescrupuloso que se había formado entre ellos, ¡Al menos sé que no fue cierto! —le respondo.

Pensando en que de nada sirvió, el resultado fue el mismo y terminamos separados por el bienestar de un niño, sin saber que dejaba sin su verdadero padre a mis hijas.

—¿Aún lo extrañas? —me pregunta, en voz suave, pero observándome.

Dejo de cortar los tomates y yo también lo observo.

—¡No he tenido tiempo para eso! —Me excuso—. Al inicio sí, pero cuando me di cuenta de mis nenas y de que él se había casado, comprendí que no podía quedarme estancada llorando por él, —le confieso, sin parpadear—. Hay dos personitas que dependen de mí, y de la estabilidad emocional que les pueda brindar, y enfrascarme en lo que no pudo ser, no ayudará para nada.

—¿Estás segura? —me pregunta acercándose.

—Sí, ha sido alguien importante para mí, llevo a dos hijas de él en mi vientre, pero cada quien tomó su camino, y no voy a desbaratar un matrimonio —le respondo con franqueza—. Y si vas en serio con nosotras, tienes que comprender que las nenas lo conocerán y posiblemente convivirán con él, —le hago ver—. Y obviamente él y yo tendremos que comunicarnos a causa de ellas —le aclaro, porque después no quiero reclamos—. ¿Podrás lidiar con eso? —le pregunto, cuando la verdadera pregunta va dirigida a mí, ¿podré lidiar con tenerlo cerca, sin derrumbarme?

—Estoy consciente de eso desde que decidí estar contigo —me responde serio, colocando un mechón de mi cabello atrás de la oreja—. Sé que tendré que compartirlas a ellas y a su amor —concede acariciando mi vientre—. A quien no podré compartir es a ti —agrega mirándome fijamente a los ojos.

—No me compartirás —le garantizo, devolviéndole la seriedad de la mirada—. No voy a convertirme en su amante, ¡después de haber sido su prometida!

—Entonces, si estás segura de eso, ¡casémonos! —me pide besándome.

—¡Qué...! —le digo sorprendida.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora