CAPÍTULO 18 - POR: Patrick Dormán

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—Creí que nos veríamos en el apartamento —me dice Isabella.

—¿Y desaprovechar la buena cocina de Frank?, ¡imposible! —le respondo.

—Cierto, aunque tienes que probar el pavo navideño de mamá, ¡es una exquisitez! —me asegura.

—En ese caso, pienso descubrirlo en las próximas semanas, ¿ya has aprendido a hacerlo? —le pregunto.

—No, pero ahora que lo dices, es algo que tengo pendiente, como siempre cocina ella, no le había tomado importancia.

—Bueno, apúntalo en tus pendientes —le pido bromeando—. Porque ahora ya tendrás a quienes deleitar.

Entramos en el salón en donde ya nos esperan todos, incluso nuestros familiares, acordamos que nada de puertas cerradas, ni gritos de sorpresa, porque así como está ella, no puede recibir sobresaltos.

—Hola a todos —les dice sonriendo sorprendida, al observar la decoración para los bebés—. ¡Les ha quedado muy lindo!, ¿de quién fue la idea? —pregunta.

—¡Mía no! —Responde Rose, alzando las manos—. ¡Me la ganaron! —se excusa.

—Ni mía —le digo yo.

Vuelve a ver a Lina y se pone a reír, al descubrir la sonrisa de culpabilidad que la chica tiene.

—¡Gracias! —le dice entusiasmada Isabella, acercándose a ella y abrazándola.

—Lo preparamos con mucho cariño, aunque hemos recibido ayuda del ingeniero —me echa de cabeza la traicionera.

—¡Lo sospeché! —responde, acercándose a hora a mí y abrazándome.

La fiesta dura aproximadamente unas tres horas, almorzamos y luego comemos más pastel, a las chicas se les ocurre hacer unos cuantos juegos, de esos que hacen en las fiestas de bienvenida para los bebés.

Antes de que la fiesta termine, Isabella tiene que abrir los regalos, con cada prenda de vestir o juguete que le aparece, se muestra feliz y se lo coloca sobre el estómago, mostrándoselo a las niñas.

Tengo que reconocer que es muy agradable descubrir que viene en cada regalo, ¡nunca me imaginé vivir esta emoción!, y gracias a ella ha sido posible, me siento tan ilusionado, que estoy seguro de que no cambiaría nada en mi sentir, si mi sangre corriera por las venas de esas chiquillas.

Por la noche hacemos una cena familiar en casa de mis padres, logramos escabullirnos pronto, alegando que Isabella se siente cansada, y es cierto, se le ve agotada, ha sido un día de mucho ajetreo.

—Voy a llevar a Isabella a su apartamento —les digo a todos.

—Se puede ir con sus papás —sugiere mi abuelo—. ¡Para mí que escaparte con ella quieres! —me acusa.

—No, a partir de mañana no tendremos necesidad de eso —me defiendo riendo.

—Entonces espera un poco más, ¡impaciente! —Me acusa también papá—. Te aseguro que esta noche será larga —comenta con sarcasmo divertido.

—Muy larga —coincide Erik.

—¡Vaya que sí! —lo secunda Benjamín.

«Paquete de locos», digo en mi mente, recordando que una noche antes de la boda de Benjamín, no lo dejamos que fuera a ver a Berenice.

¡Y seguramente se la está pensando cobrar!, Isabella se levanta y se despide de todos, y nos vamos hacia el coche, guardamos los regalos de cumpleaños que le dieron aquí, y nos vamos al apartamento, se nos une Rose en su coche.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora