CAPÍTULO 44 - POR: Isabella Johnson.

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Vamos de camino a Seattle con Patrick y los niños, nos acompañan Dina y Mary que nos ayudan con el cuido de ellos, las chicas son tan lindas que aunque es casi fin de semana y les toca su descanso, quisieron venir con nosotros, los nenes están muy apegados a ellas, ¡y ellas son un amor!, incluso nos van a acompañar a casa de mis padres hoy por la noche y mañana.

Estoy tan contenta de haber decidido participar, en la modalidad que me propuso la agencia de niñeras, Dina y Mary forman parte de un programa de personas que vienen a trabajar y a estudiar en el país, estarán con nosotros por dos años, pero por mi encantada si alguna de ellas o las dos se quiere quedar más tiempo, y les extienden el permiso.

Greg va conduciendo y Patrick va adelante con él, las chicas van en el asiento de atrás y los nenes y yo vamos en el de en medio, las maletas que son varias, van en el maletero, que por suerte este es espacioso.

¿Qué por qué no vamos en avión?, fácil, a Patrick se le metió que la doctora tiene razón, que los niños no deben de viajar en avión hasta después de cumplir un año, así que hemos convertido un viaje de menos de media hora en horas, aunque ha resultado interesante, hermosura de paisajes a nuestro paso, incluso nos hemos bajado en un par de ocasiones a tomar fotografías.

Entramos en el ático y todo luce como lo dejamos en marzo, solo que está pulcramente aseado, como si hubiese sido hoy en la mañana que salimos, Romina, el ama de llaves de aquí, les enseña sus habitaciones a las chicas, pero antes acostamos a mis ternuritas en sus cunas, porque vienen dormidos.

—¿Vas a descansar un poco? —me pregunta Patrick.

—No, quiero revisar unas áreas antes de reunirme con el profe, no me quiero atrasar para ir adonde mamá, recuerda que Amalia va a llegar a las seis de la tarde.

—Tienes razón, yo también voy al hotel para avanzar y regresar temprano, ¿quieres que te traiga algo?

—No, Romina va a preparar almuerzo para todos, por si quieres venir a comer con nosotros —le ofrezco.

—Dudo estar a tiempo para hacerlo, coman ustedes, en caso de no comer en el hotel, lo haré aquí cuando venga —me responde, quitándose la camiseta que trae puesta y poniéndose una de vestir—. No te canses mucho, que te espera una noche movida —me advierte acomodando su camisa por dentro del pantalón.

—Cuento con que esté muy movida —le respondo acercándome a él y metiendo mi mano por dentro del pantalón, buscando tocar su miembro.

Él huye de mí y sonriendo me dice.

—No toques ahí si quieres estar lista cuando Leo venga, —me advierte, terminando de acomodarse la ropa, coge el blazer a juego y se lo pone provocativamente—. Tampoco te muerdas el labio ni me veas así, qué no respondo —dice acercándose y besándome ligeramente, para luego alejarse—. Me voy, me despides de los niños

—Ajá —le respondo, pensando en que es una lástima que traigamos agenda tan apretada, y no podamos agarrarnos unos minutos para nosotros.

—¡Más noche! —me dice él, leyendo mi mente y besándome para retirarse.

—Bye, ve con cuidado —le pido, viéndolo ir hacia la puerta de la habitación.

Me cambio de ropa también, y luego me pongo a revisar las áreas de unos planos que no me convencen del todo, quiero que lo revisemos y ajustemos hoy mismo con el profe, para que quede de una vez y puedan presentarlo.

Traemos varias cosas que hacer en este viaje, primero vamos a asistir a la fiesta de hoy por la noche, más tarde nos iremos para donde mis papás y allá nos alistaremos para ir a la fiesta; y luego regresaremos adonde ellos para dormir ahí.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora