CAPÍTULO 6 - POR: Isabella Johnson

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—¿Sabes a qué hora va a volver? —le pregunto, tamborileando los dedos en el escritorio.

—Estará ausente de la oficina por un par de días, pero con gusto puedo pasarle su mensaje, si usted gusta —me ofrece.

—¿Sabes si carga su celular?, es que le he estado marcando y me manda directamente a buzón de voz —le comento.

—Es probable que donde se encuentra no tenga señal, pero nosotros nos comunicamos con él todos los días, y podría pasarle su recado —sugiere.

—Disculpa, ¿a dónde se encuentra?, ¿está bien? —le pregunto preocupada.

—Por seguridad no puedo brindarle esa información, pero si está de luna de miel con su esposa, ¡debe de estar bien! —me responde, con algo de sarcasmo.

—¿De luna de miel con su esposa dijiste? —le repito sorprendida.

—Sí, el señor Black está de viaje de luna de miel —me confirma.

Impactada, cuelgo de inmediato la llamada, no es que no supiera que se había casado, pero eso, ¡a que se haya ido de luna de miel!, ¡wow!, ¿a dónde está el amor que decía tenerme?

Hasta cierto punto, entiendo que se haya casado por el bienestar del niño que esperan, ¡pero que se vaya de luna de miel!, cuando se supone que se casó por obligación, «¡no Alexander, no!», digo en mi mente.

De inmediato me seco las lágrimas que venían bajando por mis mejillas, ¡y agarro valor de no sé dónde!, y tomo la determinación de que no voy a buscarlo más, ni a rogarle, «si él ya resolvió su vida, ¿para qué se la voy a complicar?», digo sonándome la nariz.

Cuando Patrick viene a la sala en donde estamos trabajando, se me queda mirando, pero no dice nada, en cuanto nos quedamos a solas, me pregunta.

—¿Estuviste llorando?

—Algo —le acepto sin verlo, porque sé que voy a romper a llorar de nuevo.

—¿Qué ocurre?, dímelo —me pide acariciando mi mano.

—Le llamé a Alexander a la oficina, ¿y sabes por qué no contestaba su celular?

—¡No, ni idea! —me dice tranquilo.

—Está de luna de miel, ¡con su esposa! —le digo con sarcasmo.

Pero sin poder evitar que se me corte la voz, por el nudo que se me ha formado, Patrick me observa por unos segundos sin decir nada, luego acercándose, dice.

—No sé qué decirte al respecto sobre él, pero puedo decirte sobre ustedes —comenta señalando mi vientre—. Que con él o sin él, ¡estarán bien!

—Ya no pienso llamarle para contarle lo de los bebés, ¿para qué arruinarle su luna de miel? —le digo, intentando hacerme la fuerte, sin tener éxito.

—Está bien, será cuando tú digas, no te preocupes por eso ahora —me contesta.

—¡Seré madre soltera! —le externo sin pensar y con gran pesar.

—Sé que si te ofrezco que nos casemos no aceptarás, por lo que solo diré que cuentas conmigo para lo que quieras —me ofrece, viéndome directamente a los ojos, veo en ellos sinceridad—. No están solos, voy a cuidar de ustedes si me lo permites —se compromete.

Sus palabras caen como bálsamo en mi corazón, pero tiene razón, casarme por despecho o solo por no ser madre soltera, sería un gran error, sin embargo, sé que puedo confiar en él, desde que llegué aquí me ha apoyado incondicionalmente.

Aun así, sorprendida le pregunto.

—¿Te casarías conmigo?

—Lo haría ahora mismo si me lo pides, pero preferiría que no lo hicieras por despecho, y sé que para eso hay que esperar un tiempo —me responde.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora