CAPÍTULO 55 - POR: Isabella Johnson.

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Estoy segura de que Alexander nos está observando, y eso me pone nerviosa, ¡por Dios!, tenía más de dos años de no verlo, y sigue tan guapo, sexi y masculino como lo recordaba. «Patrick, Isabella, ¡concéntrate en Patrick!», me reprendo, enviando al fondo de mi mente, los pensamientos de como de caliente me ha parecido siempre Alexander.

—Yo también —me comenta Patrick, y yo me quedo petrificada, pensando en si realmente lee mis pensamientos, pero respiro aliviada cuando agrega—. Tendré que acostumbrarme que tengas que verlo.

—Solo será por los niños, ¡no tienes nada que temer!, y siempre que me sea posible lo evitaré —trato de tranquilizarlo, pensando en que también él, es un bombón.

—No es necesario, me guste o no, es muy posible que quiera ser parte activa en la vida de los niños, y tendré que soportarlo por ellos.

—¡Solo por ellos! —le aseguro con una leve sonrisa, y ruego porque no se me acelere el corazón, cada vez que tenga que verlo.

Cuando ya estamos listos para retirarnos, Patrick me ayuda a poner en pie, traigo puesto un vestido ejecutivo en color beige y una chaqueta del mismo color, con detalles azul oscuro, los zapatos son de tacón y del color de la chaqueta.

Patrick me hace caminar delante de él, y lleva su mano puesta en mi cintura, siento que los pies no me dan para dar el siguiente paso, y temo tropezar.

—¿Te dije que te vez linda con esa ropa, y esos tacones? —me pregunta Patrick, acercándose a mi oído.

—Un, par de veces, pero nunca es suficiente —le respondo sonriendo.

Entramos en el ascensor y me abrazo a él, él acaricia mi espalda y besa mi cabeza.

—Tranquila amor, ¡todo estará bien! —me garantiza transmitiéndome su seguridad, a continuación me besa y nos separamos cuando el asesor se detiene, para que suban más personas.

Esa noche ninguno de los dos buscó iniciar una sesión de sexo, solo dormimos abrazados, y me repetí una y mil veces, que ese era el lugar perfecto en donde yo podía estar, que Alexander, seguramente dormía de la misma forma con su mujer.

En la madrugada comienzo a soñar con una braga vibratoria, es similar a la que me regaló Alexander, solo que esta es en blonda blanca.

En mi sueño estamos en una reunión, en la sala de juntas presidencial del Hill Los Cerezos, estamos con mi equipo de trabajo de Vancouver, llega el momento de mi intervención, y cuando comienzo a manipular el control remoto de la pantalla, por arte de magia comienzo a sentir vibraciones en mi entrepierna, al principio son lentas, pero con el toqueteo de las teclas incrementan, y envía deliciosas sensaciones por todo mi cuerpo.

—¡Este no es el control! —digo colocándolo de inmediato sobre la mesa, temerosa de continuar, y empezar a gemir frente a todos.

—¡Sí es! —Me contradice Fede —viniendo hasta adonde mí, para cerciorarse.

Lo inspecciona y al corroborar que sí es, comienza a mover las teclas viendo hacia la pantalla, pero las diapositivas continúan sin moverse, las vibraciones se han reactivado y cambian de ritmos, volviéndose más violentas.

—¡Autch! —Grito de inmediato y cruzo las piernas, todos vuelven su mirada hacia mí—. ¡Lo siento!, se me iba a caer el bolígrafo —me excuso avergonzada.

Fede vuelve a lo suyo, y pone otra vez en funcionamiento la braga, me agarro a la mesa y termino por sentarme para cruzar las piernas, agacho el rostro para que no vean mis gestos, mientras me muerdo los labios para no gritar.

—¡No comprendo que le ocurre a esta cosa! —Se queja Fede—. Hoy en la mañana que lo utilizamos con el Ingeniero Dormán, estaba bien —concluye, viendo el aparatito como si así pudiera descubrir porque no funciona.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora