CAPÍTULO 5 - POR: Isabella Johnson.

12 3 0
                                    

«Quiero que me vea a la cara y que me diga que se casó con otra, quiero que ahora me jure, ¡cuánto me ama!», digo en mis pensamientos, porque el nudo en la garganta no me deja expresarlo en palabras.

—¿Sigues creyendo que merece saber que estoy embarazada? —le pregunto a Patrick —como si él tuviera la culpa de todo.

—Sí, es algo que no debes ocultarle, ¡pero es tu decisión! —me responde.

—Ahorita, solo puedo pensar en que no merece saberlo.

—Será como tú quieras, pero ya no llores por favor —me pide—. Secándome las lágrimas y acomodándome el cabello.

Cuando ya me he calmado de llorar me dice.

—¿No quieres que salgamos a comer?, te va a hacer bien respirar aire fresco.

—No, quiero dormirme —le respondo.

—Pero tienes que comer para que puedas tomarte los medicamentos —me recuerda Rose—. ¿No se te antoja comida mexicana?, estoy segura de que te va a gustar el restaurante al que te conté que me llevó Eduardo —me comenta.

—Ahora no quiero salir, solo quiero dormir —le respondo.

—Amiga, piensa en que todo lo que sientes, lo sienten los bebés —me recuerda.

Y eso me hace llorar más, porque no quiero que mis bebés sufran por las malas decisiones que hemos tomado Alexander y yo, si no lo hubiera rechazado, esto no estaría pasando.

A lo mejor no lo tuviéramos fácil, pero no estaría preocupada por tener que enfrentar soltera la maternidad; finalmente me quedo dormida y no despierto hasta el siguiente día, como siempre ocurre, Rose ya está levantada, bañada, ¡y con una taza con café servido!

—Hola —me dice animada, al ver que ya me he bañado—. ¿Piensas ir a trabajar?

—Sí, ayer no trabajé, Patrick me trajo directo del consultorio de la doctora.

—¿Pero te sientes mejor?, ¿no estás agotada? —me pregunta.

—Un poco agotada aún, pero creería que es a causa de todo, tiene que írseme pasando, al menos ya he aceptado que ya no soy solo yo, y tengo a dos personitas que cuidar —le respondo acariciando mi vientre.

—Me alegra que pienses así, aférrate a tus hijos, ¡ya verás como ellos te dan la fortaleza para enfrentar todo esto!

—Estoy segura de que así será —le respondo sirviéndome un poco de jugo.

—Quieres que te prepare algo de comer —me ofrece.

—Es muy temprano, voy a desayunar en el hotel —le respondo.

—Quieres que te lleve o va a venir Patrick por ti.

—No quedamos en nada —le digo, justo al tiempo en que suena el timbre.

—¿Será el lechero? —me pregunta Rose riendo.

—Hola —nos dice Patrick—. No estaba seguro si ibas a querer salir hoy, pero como voy para los Alpes, pasé a ver si me querías acompañar.

—Sí, de hecho ya casi estaba lista para irme al hotel, ¡quiero trabajar!, quedarme acostada, remordiéndome en mi propia autocompasión ¡no me ayudará en nada! —les recuerdo.

—En ese caso, hice bien viniendo —dice Patrick sonriendo.

—Sí, gracias, he tomado la determinación de que mis hijos se sientan orgullosos de mí, ¡aunque no haya tomado la mejor decisión para ellos! —les digo, pensando en que los dejé sin papá, por mandarlo con otro niño.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora