CAPÍTULO 50 - POR: Alexander Black.

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—¿No tienes nada más que hacer, aparte de inmiscuirte en mis asuntos? —le reprocho cabreado, él alza la mano saludando a Elías y sonríe, obviamente a él.

—Por si tu mujer y lo que pase en tu matrimonio no te importa, ¡te recuerdo que estamos en un evento público!, y que aquí están los viejos, ¡y no quiero que montes un show!, ¡a ningún hombre le gusta que otro vaya atrás de su mujer!

—¡No es su mujer! —le respondo cabreado, viendo la pantalla del teléfono que me está mostrando, está en negro, lo hace solo para disimular.

—¿Y de quién es?, ¿piensas que sigue siendo tuya? —me pregunta para rematar.

—¡Piérdete! —le digo, pensando en montar el show, pero con él, ¡al estrellarle el puño contra la cara!

Lo dejo plantado y continúo mi camino, me detengo porque ella se ha quedado hablando con un grupo de mujeres y una sonriente Eliana viene a mi encuentro.

—¿Quieres que nos vayamos ya? —me pregunta, colgándose de mi cuello y besándome, sus labios saben a champán.

Me siento cabreado y con Ira, pero acepto que el imbécil de mi hermano tiene razón, no es el momento para montar un show, si tantas son las ganas de verla, la puedo buscar en otro lugar, ¿aunque de que serviría?, Eliana Sigue mi mirada, y la siento ponerse tensa entre mis brazos.

—¿Ibas a buscarla? —me cuestiona con ojos brillosos.

Vuelvo a verla y veo a Isabella que va con una mujer que se le ha unido.

—No, iba a decirte que nos fuéramos —le miento, no queriendo darle motivos de pelea, ¿Por qué de que serviría?, si no logré mi objetivo, solo nos amargaría la vida y arruinaría la noche para ambos.

Volvemos con mi familia y nos despedimos de ellos, posteriormente nos dirigimos a la salida, Milton ha ido por nuestro coche, pero no tengo ánimos de esperar, así que vamos a su encuentro; cuando pasamos nuevamente frente a la entrada del lobby, veo a una pareja que ríen divertidos, y después él la toma por la cintura mientras besa su cuello, y ella le corresponde feliz.

Milton pasa lentamente frente a ellos, gracias a dos túmulos reductores de velocidad que hay, ni cuenta se da de la pareja en cuestión.

Muevo mi cabeza procurando tenerlos dentro de mi campo de visión, por el mayor tiempo posible, se ve tan confiada entre sus brazos, ¿será posible que me haya olvidado en verdad?, ¿o solo trata de convencerse de que es feliz?, cómo lo hago yo, ¡cuando me concentro en el amor de mi hija!

Entramos en el apartamento y es obvio que Eliana quiere acción, se lo había prometido, pero luego de ver a mi amada tan despreocupada en los brazos de ese imbécil, lo único que se me antoja es romper algo, y la cara de él sería perfecta para ese fin.

—Recuerda que tienes que descubrir que traigo abajo —me dice Eliana ronroneando en mi oído.

—Solo déjame tomarme un trago, ¡lo necesito!, en breve estoy contigo —le pido.

—Estás bien, si gustas puedo quedarme en la habitación de Arianita —me ofrece, presintiendo mi estado de ánimo y seguramente acertando, a causa de qué esta así.

—No, tú y yo tenemos algo pendiente —le digo besándola, ¿por qué he de contenerme de disfrutar con mi mujer?, ¡si es evidente que Isabella la pasa bien con su marido!

—Vamos a la habitación, yo te serviré ese trago que necesitas —me ofrece Eliana llevándome con ella.

Dejo que lo haga, y me siento en el sofá que me indica, me sirve un whisky doble con hielo y luego adecúa las luces dejándolas tenues, dándole al lugar y a la escena un toque más erótico, se acerca a mí y colocándose de espaldas me dice.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora