CAPÍTULO 27 - POR: Isabella Johnson.

14 1 0
                                    

Quita la videollamada y les asegura que los va a mantener informados en caso de que mi cuadro clínico cambie, en cuestión de minutos me quedo dormida, y como a la hora me despiertan unas voces.

—¡Despertaste! —me dice mamá viniendo hasta adonde mí.

—¿Qué hacen aquí? —les pregunto admirada—. Les dijimos que no era necesario que vinieran, ¡estoy bien!, solo tengo sueño.

—Continúa durmiendo cielo —me pide papá—. Ya estamos aquí.

—¿Estamos bien verdad? —le pregunto a Patrick, preocupada de que algo haya pasado y él les haya llamado.

—Sí, al menos nada ha cambiado —me responde, tranquilizándome.

—No íbamos a estar tranquilos hasta comprobar por nosotros mismos que estuvieras bien —me aclara papá.

—Aquí están tus papás contigo nena —me dice mamá

—Y tu hermano —agrega Erick—. Jess no pudo venir por cuidar a Charlie.

—Y yo dice Patrick riendo.

—Ya solo faltan ustedes —les digo a mis princesas acariciando mi vientre.

Y sintiendo como mi garganta se cierra, por un enorme nudo de sentimientos que amenazan con hacerme llorar, pero no le hago caso, ¡aquí están conmigo las personas que me aman, a quienes les importo en realidad!

—La ventaja es que aquí los sofás son grandes —comenta Erick apoderándose de uno.

Los demás lo imitan y también se acomodan y comenzamos a platicar de como vine a parar aquí, luego Erick se ofrece a ir por unos cafés, al paso de unas horas se van y prometen que van a regresar en la mañana, Patrick tiene su propia cama, pero se acuesta conmigo, con cuidado de no lastimarme.

Al siguiente día me dicen que he comenzado a dilatar y que no pueden darme el alta, los dolores son de menor intensidad y no son frecuentes.

Rose habla conmigo por teléfono y me dice que va a venir por la tarde, porque no logró deshacerse de unos compromisos que había adquirido para en la mañana, le aseguro que no es necesario que venga, pero como ya sé que es tan cabezota como yo, va a aparecer aunque sea a media noche.

Cuando son cerca de las diez de la mañana, los dolores me incrementan.

Veo a Erick que viene entrando en la habitación y trae cara de pocos amigos, se va directo a hablar con Patrick y prácticamente se secretean, Patrick de inmediato se pone en tensión con lo que escucha, pero yo no presto mayor atención porque justo en ese momento me da otro dolor.

Patrick se percata y viene hasta adonde mí.

—Respira, ¡exhala! —dice haciéndolo conmigo en varias ocasiones.

Cuando ya ha pasado lo fuerte, les pregunto.

—¿Qué ocurre?

—¿De qué, o por qué? —me pregunta Patrick, haciéndose el que no sabe nada.

—Vi que Erick entró molesto y tú te tensionaste cuando te comentó algo.

—Erick me preguntó si este es un buen hospital —me responde viéndolo a él.

—Se supone que es el mejor de la ciudad —le hago ver a Erick.

—Solo quiero asegurarme de que estés en manos de expertos —se excusa.

Sin embargo, no me la trago, estos dos algo se traen.

—¿Están seguros de que a eso se deben sus caras? —los interrogo.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora