CAPÍTULO 13 - POR: Isabella Johnson

13 2 0
                                    

Mis ternuritas comienzan a hacer sus ejercicios matutinos y a brincar de aquí para allá, coloco mi mano sobre ellas y las acaricio.

—¿Hora de los aeróbics? —me pregunta sonriendo.

—¡Sí!, estaban relajadas, hasta que te escucharon—le respondo.

—Um... aquí estoy, ¿quieren desayunar? —nos pregunta, dándome un beso en los labios y acariciándolas a ellas.

¡Le responden con una pirueta en su piscina!; pasamos el resto del día en el apartamento gracias a que estuvo lluvioso, y no tuvimos ganas de salir a mojarnos, el siguiente día, vamos temprano por Rose al aeropuerto.

Durante el desayuno, en un momento en que Patrick nos deja a solas, ella me comenta que me mira distinta, y me pregunta que qué he hecho.

No le respondo, porque Patrick viene de regreso y ya es tiempo de que retomemos el camino, pasamos a dejarla a su oficina, y luego nos vamos al hotel, hoy tengo que ir a Florencia y Patrick no podrá acompañarme, porque tiene dos reuniones importantes, así que me manda con Greg, su escolta, chofer, y mano derecha en seguridad.

Por la tarde, Greg me lleva directo al apartamento, y Rose ya está aquí.

—Hola, ¿cómo se portaron las princesas? —me pregunta, desviando su atención de la computadora.

—Bien, ¡han estado muy bien portadas!, ya sabes que cuando Patrick está cerca ¡se portan de maravilla! —le recuerdo riendo.

—Um... ¿Y qué tan cerca estuvo? —quiere saber riendo—. ¡Esa mirada de satisfacción que tienes, me hace pensar que mucho!

—Yo diría que lo suficiente, como para que lo quieran más —le respondo.

—¡Te refieres a que tuvieron visitante! —me cuestiona abriendo mucho los ojos, y sonriendo.

—¡Podría ser! —le digo, agarrando un poco de crema de maní, del frasco que está en la mesa de la sala.

—Bella, ¿estuviste con Patrick?

—Ajá —le respondo, como si nada, mientras chupo el dulce de mi dedo.

De inmediato deja de hacer lo que está haciendo y viene hasta el sillón a sentarse junto a mí.

—Amiga, ¿en serio? —me cuestiona incrédula.

—Ajá —vuelvo a responderle.

Tomando un poco más de mantequilla, ella me quita el frasco y lo cierra, luego, emocionada exclama.

—¡Wow!, ¡por eso era el brillo en ti!, al parecer te quitó todo el estrés acumulado, ¿cómo estuvo?, ¿cómo fue?, quiero detalles —me pide interesada.

—Estuvo buenísimo, ya ni me acordaba, ¡cómo se sentía! —le respondo riendo y obviando los detalles.

—Es lo mínimo que podría esperar de semejante bombón, qué suerte tienes amiga, ¡te persiguen los bombones!, ¡lo siento! —dice reflexionando, y cayendo en cuenta que había traído a colación a Alexander.

—No te preocupes, ya estuvo el momento de arrepentimiento, ¡pero no le di lugar!, porque no es como que él sea un hombre célibe, ¡dudo que su esposa lo deje serlo! —le aclaro.

—¡Así es! Y me gusta que pienses así, tienes que seguir con tu vida, él escogió para bien o para mal, ¡y no serás tú quien se quede célibe!

—Con semejante monumento a mi disposición, ¡pecado sería! —le digo riendo—. Además, ¡las hormonas alborotadas tampoco me dejarían!

Después de eso, es normal que me quede en el apartamento de Patrick, no todo el tiempo nos dedicamos a follar, a veces solo dormimos muy juntitos, y duermo de un solo tirón sin despertar para nada en la noche, incluso las nenas se quedan muy quietecitas, con el solo hecho de que él esté junto a nosotras.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora