CAPÍTULO 52 - POR: Patrick Dormán

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Hace unos días que llegamos de nuestro viaje de New York, estuvimos ahí por más de tres meses, nos tocó ir porque se volvió un verdadero problema intentar monitorear la remodelación del hotel desde aquí, e Isabella no estaba a gusto sin poder tener el control de lo que allá se estaba haciendo.

En un inicio habíamos considerado quedarnos no más de un mes, pero estando allá, se dieron varias situaciones, como el incumplimiento en la entrega de materiales en la fecha acordada, ¡fue un caos!, pero nos solventó el proveedor con el que trabaja JB en Seattle.

No todo el viaje fue trabajo, los fines de semana nos fuimos de paseo con Isabella, los niños y las chicas, quienes con su actitud, la paciencia y el cariño con que tratan a los niños, se han ganado nuestro aprecio y procuramos que aunque estén físicamente lejos de sus hogares, se sientan como en su casa.

Tenemos más de cuatro meses de no ver a nuestra familia, y tanto mis padres como los de Bella se quejan de que no han podido ver a los nenes, en el caso de mis papás están en Honolulú, porque viajaron para conocer a la bebé de Benjamín y Berenice. La nena no tiene ni quince días de haber nacido, pero es una preciosura, Benjamín alardea que se parece a él, pero en realidad se parece a Paola.

Los viejos incluyendo a los abuelos, ¡están felices!, y no he podido evitar sentirme extraño ante la impotencia de no ser capaz de darles también esa dicha, Valentina y Mateo son mis hijos y los amo mucho, pero es por demás que en el fondo no me carcoma, que en algún momento tendré que compartirlos con Black y con su familia.

Muy a pesar de eso, estamos haciendo los preparativos para regresar a vivir a Seattle, llevar el control de la compañía desde aquí se me está dificultando mucho, y he tenido que viajar constantemente, dejando sola a Isabella y a los niños. Sin embargo, no ha sido una decisión fácil de tomar, es nuestra ciudad y ambos queremos que los niños crezcan ahí. Isabella continúa sin tener el valor de hablar con Black, pero es algo que tiene que hacer.

Y ella está consciente de eso, y para que no tenga que enfrentarlo sola, le he ofrecido acompañarla en el momento en que lo haga, pero me dijo que no, que es algo que tiene que enfrentar por su cuenta, y que piensa hacerlo cuando se reúnan para firmar la disolución de JB.

Sobre eso no le ha informado nada a Black, está preparando todo con los abogados, y ha decidido devolverle el cien por ciento del capital con que inició la operación, dice que no quiere deberle nada, y mucho menos quiere tener que estar pidiéndole opinión sobre lo que haga con su empresa.

Esto se debe a que cuando trasladaron las oficinas a la Torre Belt, en cuanto Black se dio cuenta de lo que pensaban hacer, presentó un escrito alegando que no se le había informado sobre la necesidad de semejante cambio. Isabella a punto estuvo de hablar con él, y por lo molesta que estaba, dudo que se dijeran cosas buenas, pero Erick junto a los abogados lograron solucionar la situación.

Isabella está contenta porque retomará el control de JB, ya se consolidaron como un estudio de arquitectos reconocidos en la ciudad, y el cambio de local les ha venido muy bien. Incluso han tenido que contratar a más personal por el incremento de trabajo, los clientes antiguos no mostraron la menor resistencia ante el cambio de ubicación, pues la Torre Belt no está muy lejos de Blacks.

En estos meses no todo ha sido color de rosas, durante nuestra estancia en New York, tuve el mal sabor de encontrarme con Caroline y su familia, por suerte fue en un momento en que me encontraba solo, ¡porque no tengo idea de qué cara puse!; me dolió verla tan feliz con el hombre que me engañó, y me dolió aún más ver lo linda que está la niña que resultó fruto de ese engaño.

Ese día pasé a la panadería a comprarle un pastel a Dina, porque estaba de cumpleaños, e Isabella me pidió que tuviéramos ese detalle con ella, ya estaba haciendo fila en caja para pagar, cuando algo llamó mi atención y de inmediato voltee a ver a las mesas; ahí estaban los tres, la niña reía mientras comía y el tipo le decía algo al oído a Caroline.

Se me retorcieron las tripas del coraje, y deseé decirles un par de cosas sin importar que me sacaran del establecimiento, ¿cómo se atrevió a negar que me había engañado?, cuando estaba ahí tan campante, después de más de cuatro años, con el mismo tipo que llegó aquella noche. Terminé de pagar y no esperé a que me dieran el vuelto, me urgía salir de ahí, verla tan feliz no podía ser menos que un golpe al hígado.

Al llegar al apartamento tuve que hacer un gran esfuerzo, para que Isabella no notara que me estaban llevando los diablos, no soy del tipo que se la cobra con quien no se las debe, así que puse mi mejor cara, incluso canté con ellas cumpleaños feliz a Dina.

En cuanto me fue posible me refugié en el despacho e intenté trabajar, pero lo único que hice fue frustrarme más ante la falta de atención; Isabella finalmente notó que algo me ocurría, y tuve que excusarme diciéndole que me dolía la cabeza, la pobre se preocupó porque no es algo que me ocurra con regularidad, hasta tuve que tomarme un analgésico para que ella estuviera más tranquila.

Como casi siempre ocurre, nos quedamos trabajando los dos, cada quien en lo suyo, nos pasamos varias horas de la acostumbrada en que nos acostamos, pero tuve que parar y llevármela a la cama, porque se quedó dormida, le toca pesado ser profesional en su trabajo, sin descuidar a los niños.

Esa noche no hicimos el amor, solo nos abrazamos, ella acariciaba mi cabeza, queriéndome transmitir paz y tranquilidad y yo la apreté contra mi cuerpo, queriendo fundirme en uno solo con ella, queriendo olvidar lo que había visto esa tarde. Bella no tardó en volver a quedarse dormida y yo la seguí a continuación.

Esa fue la primera vez después de mucho tiempo en que soñé con Caroline, la vi tan sonriente tan feliz, disfrutando con su hija, ambas reían de lo lindo y ella me eclipsaba con sus ojos dorados y su boca seductora, pero amargaron mi visión cuando el tipo llegó hasta adonde ellas con una bicicleta para la niña.

Desperté sofocado, faltaba bastante para que nos levantáramos, pero yo necesitaba olvidar, y una de dos, o despertaba a Isabella que dormía plácidamente y follábamos como locos, o me iba al gimnasio a correr unos cuantos kilómetros para quemar energías. Opté por la segunda opción, no tuve el valor de despertar a Bella.

—Por fin se quedaron dormidos esos dos terremotos —me dice Isabella viniendo hasta adonde mí, se sienta sobre mis piernas y me abraza—. ¿En qué pensabas? —me pregunta acariciando mi cabello.

—Disfrutaba de la brisa y de la noche —le comento acariciando sus piernas, metiendo la mano por debajo de su camisón, es semitransparente en color rosa—. Aunque ya no vivamos aquí, tenemos que venir de vez en cuando, hemos pasado muchos momentos felices en este lugar —agrego besando su cuello.

—Ajá, me da sentimiento tener que mudarnos —comenta apretando las piernas, al sentir la intrusión de mis dedos que buscan su centro.

—Construiremos más adonde vayamos, —le aseguro besándola.

—Siempre y cuando me beses y me trates así, lo haremos —coincide sentándose a horcajadas sobre mis piernas—. ¿Me extrañaste mucho? —quiere saber, estuve tres días de viaje, y sí, me han hecho mucha falta, ella y los niños.

—¿Te parece suficiente prueba esto? —le pregunto.

Haciéndola sentir mi erección, mientras me llevo su pezón a la boca y lo mordisqueo para luego succionarlo, ya no le sale leche, y aunque me había acostumbrado a su sabor, no puedo decir que la extrañe, porque es delicioso poder saborearlos sin el cargo de conciencia de dejar a los nenes sin su comida.

—¡Um...! yo también te extrañé —responde mordisqueando mi hombro.

Y balanceándose sobre mi mano, gime, cada vez que le introduzco un dedo, y no tarda en lubricar, dando luz verde para que pase a la fase siguiente.

—Te necesito ya —le hago saber, sacando mi erección y buscando su centro.

—¡Por favor! —me pide, levantándose levemente para colocarse sobre ella.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora