CAPÍTULO 49 - POR: Alexander Black.

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Hoy es la gala benéfica organizada por los Crawford, no tenía muchas ganas de asistir, porque los Dormán son parte de los organizadores este año, e incluso supe que Robert está encargado de dar el discurso, pero es un evento muy importante y Eliana está emocionada porque varios de sus diseños se lucirán ahí, incluso hizo algo especial para ella.

De unos días a la fecha la he notado más activa, más feliz incluso se podría decir, me alegra verla así, está bien que se dedique a la niña, pero tiene que retomar su ritmo de trabajo, tiene mucho potencial como diseñadora y la gente ya la reconoce y busca.

—¡Parece que te gusta algo de lo que vez! —dice desde donde está.

Tiene un pie sobre la silla, mientras se pone una de las medias que le llega hasta arriba de la pierna, de ahí solo viste una diminuta braga color negra, y al ponerse de pie y volverse hacia mí, veo unas flores que se ha colocado en los pechos simulando un sostén.

—Si mintiera, este me desmentiría —le digo tomando su mano y llevándola a mi erección, se me ha puesto dura, solo de imaginar que me enterraba en ella en la posición en que está.

—Me encanta que te pongas así por mí, —dice besándome—. Pero ahora tengo que terminar de vestirme y tenemos que marcharnos porque ya es tarde —agrega alejándose, y yendo por el vestido que se va a poner. Es color negro y ahí colgado, solo puedo distinguir que es largo y vueludo.

—Para eso te pones en semejante pose, ¡y prácticamente sin ropa! —me quejo.

—Prometo compensarte cuando regresemos, pero ahora ve a terminar de vestirte, ¡que a mí tampoco me ayuda que vayas por ahí encuerado! —me regaña.

—Si tanto te molesta, podemos solucionarlo ahora mismo —le ofrezco, esperanzado de que diga que sí.

Luego buscaremos algún pretexto para dar, de porque no pudimos ir.

—Y dejar de lucir esta belleza —responde bajando el zíper a su vestido.

—Puedes lucírmelo a mí, y te lo quitaría ahora mismo —le ofrezco yendo por mi ropa, ¡sé que me va a decir que no!

—Buena oferta y cuento con que me lo quites más noche, ahora tenemos una fiesta a la que ir, mira que es a la primera en todo el año a la que asisto.

—Siempre que he tenido que ir a alguna te he pedido que me acompañes, y tu respuesta ha sido, ¡endosarme a Vanesa! —le reprocho.

—No tenía ánimos de andar en fiestas, pero he concluido en que no voy a esconderme más por el que dirá la gente —me asegura viniendo hasta adonde mi—. Me subes el zíper por favor —me pide, acercando de más su trasero a mi erección.

—Me parece bien, las cosas pasaron como pasaron y si los afectados directos no te reprochan nada, nadie más tiene el derecho de hacerlo —le hago saber.

—Gracias —dice volteándose y dándome un beso ligero.

Salimos hacia el hotel y en cuanto llegamos, Martha que es una de las anfitrionas, nos da la bienvenida.

—¡Eliana!, que gusto que hayas podido acompañar a Alexander —le dice efusivamente, mientras la saluda con un beso en la mejilla.

—Ya la nena está más grandecita, puede quedarse por unas horas con la niñera —le responde sonriente Eliana.

—Da tanta lástima dejarlos solos cuando son apenas unos bebés —coincide Martha, seguramente pensando en sus propios hijos, ¡que ya son unos adolescentes!—. Tus padres ya han llegado Alexander —dice dirigiéndose a mí—. Sigan, por favor —nos pide.

—Gracias —decimos los dos, dirigiéndonos hacia la mesa que nos han asignado, en donde también están mis papás, Damon, Marian, José y sus papás

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora