CAPÍTULO 30 - POR: Alexander Black.

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Y ridículamente siento vergüenza, Eliana me ve y se pone a reír.

—No lo quiero entusiasmado de más —le dice bromeando—. Creo que me vendría bien ese estimulador —concluye.

Y eso me hace incluso cambiar a color rojo.

—No tiene apariencia de ser un salvaje —le responde la enfermera, sin percatarse de que ya me he despertado.

—No, para nada, es el caballero más leal que me haya encontrado en la vida —le dice Eliana, convencida.

Finalmente, la enfermera se despide y se retira, y yo me levanto.

—¿Así que soy un caballero leal? —le pregunto riendo.

—Sí, has estado conmigo en cada momento difícil de mi vida, incluso me regalaste a mi tesoro más preciado —comenta llevándose la mano al corazón.

—Lo hicimos juntos —le recuerdo.

—Inconscientemente —me recuerda ella.

—¡Como sea!, es obra de ambos y te enamorarás de ella en cuanto la veas —le garantizo.

—Ya me he enamorado de ella, la llevé por siete meses en el vientre, ¿recuerdas? —me dice sonriendo.

Continuamos hablando y me cuenta más detalles sobre el accidente. Al tipo que chocó contra ella lo tienen detenido, y aunque no se han presentado cargos, si lo haremos, porque no se puede dejar a ese tipo de personas que anden por ahí conduciendo de forma irresponsable, ¡mi hija o Eliana podrían incluso haber muerto!

Me he puesto a trabajar desde aquí para no dejar sola a Eliana, Doménico ha venido a verla, junto con su mamá, pero ambos tienen compromisos que cumplir y no pueden quedarse mucho tiempo, solo se comprometieron en que van a regresar.

Cuando traen a la niña, a Eliana se le ilumina el rostro y sonríe feliz, yo me levanto y voy a hasta adonde ellas.

—Vaya mamita, conozca a su bebé —le dice la enfermera entregándosela.

Eliana la agarra con enorme cuidado y le dice cosas bonitas, las observo y un golpe directo a mi corazón llega sin avisar, cuando pienso en que la escena podría ser perfecta, si la mujer que sostiene en sus brazos a mi hija fuera Isabella.

«Mierda», digo en mis adentros, tratando de borrar ese pensamiento, esta es mi hija y Eliana la mamá, Isabella ahora está casada con otro hombre, y es probable que muy pronto pueda llevar a sus hijos en su vientre.

Y ese pensamiento despierta un mayor desasosiego en mí, ¡Isabella es mía!, «Idiota, esa niña que está ahí es tuya», me reprendo, Isabella ahora es de otro, y no solo en cuerpo sino que legalmente.

—¿Ocurre algo? —me pregunta Eliana, trayéndome de vuelta al presente.

—No, estaba viendo lo hermosa que es nuestra hija —le respondo.

—Ten cárgala —me pide.

La enfermera me ayuda a acomodarla entre mis brazos, y la sensación de querer protegerla pase lo que pase, es cada vez mayor, ¡su cabello es tan suavecito!, al igual que su piel, su cabellera es oscura y los ojitos los tiene cerrados, ¿qué color serán?

—¿De qué color son los ojos? —le pregunta Eliana a la enfermera, leyéndome el pensamiento.

—Hace un momento que la estaba cambiando, los abrió y pude vérselos grises, pero por lo general les cambian —nos informa.

Más tarde, cuando viene mi familia a conocer a la nueva integrante, se disputan el color de quien tendrá Arianita en los ojos, Damon que tiene el mismo color de ojos que papá, jura que saldrá a ellos, y Paola, que los tiene verdes, al igual que Eliana, dice que los tendrá igual que ellas.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora