CAPÍTULO 58 - POR: Isabella Johnson.

25 3 0
                                    

Me quedo quieta por temor a cometer una estupidez, ¡es un hombre fuerte y hasta arrogante!, y aquí frente a mí, ¡se ve tan vulnerable! que me desarma; y me hace pensar en cuan presente lo tengo cada día en mi vida, mente alma y corazón. Mi cuerpo ha comenzado a temblar, y no sé si es por los nervios de la discusión, o por el simple hecho de tenerlo cerca.

—¡Dilo...! —Vuelve a pedirme acorralándome entre sus brazos y la mesa—. ¿En serio me has olvidado en su cama?, ¿aprendiste a amarlo al punto de olvidar lo que éramos tú y yo? —cuestiona.

Con su cercanía mi cuerpo se activa en modo mantequilla, y en realidad muero de deseos porque me bese, ¡es tan agradable volver a estar entre sus brazos!

—Aléjate de mí, ¡no me hagas ni te hagas esto! —le pido haciendo uso de la poca cordura que me queda.

—Mírame —me pide alzando mi mentón—. ¿Tanto lo quieres?

—Es mi calma en toda esta tormenta, ¡siempre ha estado para mí en los momentos más difíciles!, y la mayoría tú los propiciaste —le hago saber.

—¡Pero no lo quieres! —asegura—. Tu cuerpo sigue tan conectado al mío como siempre, ¡mueres de ansias porque te bese y te toque!, aunque digas que no —me asegura.

—¡Ya no! —Lo contradigo, zafándome de él y yendo al otro extremo de la mesa—. Te lo dije, encontraría a alguien más que me hiciera sentir plena, o que esperabas, ¿qué me quedara a vestir santos mientras tú te revuelcas con tu mujer? —lo cuestiono dolida de que tenga razón, mi cuerpo lo reconoce y se derrite por él.

—¿Cambiaría algo si fuera célibe? —Quiere saber.

—¿Tú célibe? —Le pregunto burlándome—. ¡No me hagas reír!, es como que digas que yo volvería a ser virgen, ¡solo porque tú y yo terminamos!

—Me queda claro que no, obviamente tus hijos son prueba de eso —vuelve a sacar a colación a mis ternuritas, sin tener la menor idea de que son sus hijos—. ¿Por qué no me esperaste?, yo habría buscado la forma de volver a ti, ¡solo tenías que aceptarme con mi hija!, —su voz suena a lamento.

Vuelvo a guardar silencio, ahora consiente de que fui yo quien lo echó de mi vida, ¡solo porque no pude hacerme a la idea, de compartirlo con su hija!, sin embargo, él sí que no esperó nada para casarse, si cuando le llamé para contarle de mi embarazo, él hubiera estado libre aún, ¡la historia sería diferente!

Y sí, tomé mis decisiones y no me arrepiento, porque aceptar a Patrick, ¡ha sido lo mejor que pude hacer!, ¡ni modo que me convirtiera en su amante!

Vuelve a llegar hasta adonde mí, y me toma desprevenida entre sus brazos, de inmediato me pongo tensa, pero el calor electrificante que recorre mi ser es enorme, y trato de convencerme de que no pasa nada, si lo disfruto solo una vez más.

Con desespero sus labios encuentran los míos, y la sensación es tan perfecta, es como coger aire después de un minuto sin respirar, es como ingerir agua cuando mueres de sed, no se trata de sexo, es algo que va más allá, ¡él tiene razón!, nuestros cuerpos se reconocen, ¡pero ya no le pertenezco!

Me obligo a recordar, soltándome de él y dándole una bofetada, esta es la segunda vez que lo hago, pero en ambas ocasiones se lo merecía, trato de convencerme.

—Si en verdad me quisiste alguna vez, ¡no manches eso tan bonito que tuvimos, queriéndolo convertir en algo turbio! —Le pido conteniendo las lágrimas—. No estuve dispuesta a convertirme en tu amante, cuando era una mujer soltera, ¡y menos lo voy a hacer ahora que tengo marido! —le aclaro.

Él parece contrariado, pero no me contradice.

—Tienes razón, ahora te une a él un lazo irrompible, y aunque se diera la oportunidad de que podamos volver a estar juntos, no dejarías a tus hijos sin su verdadero padre —reflexiona en voz alta, mirándome y recargándose sobre la mesa.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora