CAPÍTULO 53 - POR: Isabella Johnson.

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Hemos venido de vacaciones a la casa de Honolulú, solo nosotros faltábamos de conocer en persona a Sol, ¡es una nena preciosa!, y dicen que se parece mucho a Paola cuando era bebé, Adela y Robert no caben de felicidad, tanto así que vinieron nuevamente, aprovechando que nosotros estamos aquí.

Están encantados con Mateo y con Valentina, a quienes ya nadie los detiene de su intento por querer conocer el mundo, sin embargo, no logré dejar de sentir temor porque pudieran cambiar con ellos, por la llegada de Sol, pero siguen tan cariñosos como siempre, incluso fueron ellos quienes les presentaron a su primita.

Durante esta semana se está realizando la mudanza de nuestras cosas a Seattle, Rose está muy triste porque nos tengamos que ir, pero está esperanzada con que posiblemente le aprueben su traslado a la ciudad, y de no ser así, puede mudarse siempre y trabajar con Patrick o con nosotros en JB.

Dentro de quince días tengo la reunión con Alexander y con los abogados, para tratar la disolución de la sociedad de JB, ya le han presentado un avance del acuerdo para negociar y se ha mostrado terco en no querer que le devuelva la inversión, ¡no entiende que no quiero nada de él que no sean mis ternuritas!

Estoy consciente que después de que hable con él acerca de los niños, tendré que armarme de valor para lo que se viene, posiblemente, contando con que quiera ser parte de la vida de ellos, tendrá que serlo de la mía también. Solo espero que mi corazón aprenda a controlarse cuando lo tenga cerca, y no se me escape a salir cada vez, peor si tengo cerca a Patrick.

—Te hacía dormida —me dice Patrick entrando en la habitación, viene todo sudado, seguramente fue a correr a la playa.

—Me aburrí de estar sola, fui a buscar a los niños, pero continúan dormidos y no quise hacerles bulla, así que regresé calladita —le cuento—. Aproveché para ducharme —le digo colocando la Tablet a un lado de la mesa.

—Me hubieras esperado, nos habríamos duchado juntos.

—Ya no tardan en despertar los demás, no quiero que piensen que somos unos holgazanes —le digo viendo cómo se quita la camisa y gotas de sudor aún bajan por sus pectorales.

—¿Vio algo que le gustara señora Dormán? —me pregunta bajándose la cinturilla del pantalón, para dejarme ver su dureza.

—Me encanta este lugar, ¡tiene una vista maravillosa! —le digo mordiéndome un labio y gateando hasta adonde él.

—Estoy totalmente sudado y te acabas de bañar, ¿no hay problema? —pregunta antes de acercarse.

—Problema sería, ¡que no me dejes hacer esto! —le respondo, llevando mis brazos a su cuello y topándome a él.

Coloca sus manos en mi trasero y me estrega contra él, mientras me besa.

—Quiero inspeccionar que tan bien te bañaste —comenta levantando mi camiseta, que por cierto es la de él.

—¡Ah...! —gimo de placer al sentir sus dientes sobre la piel sensible de mi pecho.

Bajo las manos hasta la cinturilla de su pantalón y saco a su amigo erecto para acariciarlo, ¡me encanta que responda tan pronto a mi tacto!, es como si nuestros cuerpos se conocieran de toda la vida. Pero no voy a engañarme, hay un algo que falta, a cuando estaba con Alexander, ¡y no es creatividad, deseo, ni tamaño!

Me inclina para que me acueste, y sedita le obedezco, sus labios se apoderan de mi pezón y me hace retorcer contra su cuerpo, continúo acariciando su erección, y frotándome cuanto puedo contra él, baja su mano acariciando, hasta llegar a mi entrepierna, me le he servido en bandeja de plata, porque no traigo braga.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora