CAPÍTULO 38 - POR: Patrick Dormán

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—Señor Dormán, el señor Sosa está aquí y pregunta si puede hacer espacio para recibirlo —me dice Wendy por el auricular.

—Dile que pase por favor —le respondo, poniéndome en pie, para ir a recibir a Eugenio, que no tarda en entrar.

—¡Patrick, hermano, supe que estabas aquí y no quise perderme la oportunidad de saludarte!, —exclama efusivo—. ¡Feliz año nuevo, que te venga lleno de éxitos! —me desea palmeando mi hombro.

—¡Gracias, igual para ti, que te traiga muchos éxitos! —le deseo—. Quieres un café o algo más para tomar —le ofrezco, devolviéndole el apretón de manos.

—Solo pasé a saludarte, estoy en el congreso agrícola —me cuenta

—Me comentaron que tienen muy buen material.

—Sí, no tienes idea de todas las cosas que se vienen, reunámonos un día de estos y te cuento más al respecto si quieres —me ofrece.

—Papá está en él, —le respondo.

—¡Es cierto!, vi su nombre en la lista de los asistentes, ¿y tú, por qué no participas?

—Estoy en otros proyectos, a lo mejor luego me les una.

—Ojalá que sí, por cierto, me quedé esperando la invitación para tu boda —me reclama.

—¡Ya te diste cuenta!, ¡vuelan rápido las noticias! —le respondo divertido.

—Pues sí, uno de sus amigos lo que menos espera es que no lo inviten a su boda —se queja.

—Deja de llorar que pareces vieja celosa —me burlo de él—. No hicimos gran cosa, fue algo familiar, Isabella no quiso tirar la casa por la ventana.

—En serio, ¿te casaste con ella? —quiere saber.

—¿Sí, por qué? —le pregunto serio.

—No lo podía creer, me parece que es mucha mujer para ti —comenta bajándole hierro a su pregunta.

—Ya vez, ¡qué suerte tenemos algunos!, y tú, ¿cuándo te casas con Sandra?

—Nos lo estamos pensando aún, ya sabes que con las giras que tiene que hacer es poco el tiempo que pasamos juntos, y he llegado a cuestionarme si es ahí, en donde quiero estar —me responde pensativo.

—Bueno, en caso de que no estés seguro, mejor ni lo intentes, ¡el matrimonio no es un juego!

—Habló el viejo hombre casado —se burla.

—Al menos tengo más experiencia que tú —le respondo divertido.

—¡Eso sí!, ¿crees que podamos reunirnos un día de estos para salir a cenar?, me gustaría saludar a Isabella.

—¿La conoces? —lo cuestiono dudando.

—Ella remodeló la casa del lago —me cuenta—. No te dije que tenías suerte en vano, en serio me parece una gran mujer.

—¡Gracias!, le daré tus saludos —le respondo, evadiendo su invitación.

—Dile lo de la cena, tal vez se anima —me pide—. Bueno, te dejo, porque dentro de poco toca mi ponencia.

—Gracias por venir a saludar —le digo estrechando su mano.

—Nombre, ¡gracias a ti por recibirme!, felicidades nuevamente por tu boda, éxitos para este y los años venideros.

—Gracias, igual para ti.

Regreso a mi escritorio cuando lo veo salir y no logro evitar pensar en todo lo que ha ocurrido, cierto, apenas he cumplido un mes de casado y ya he tenido que pasar por mucho, ¡hasta tuve que enterrar a un hijo!, bueno, ¡una hija!

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora