CAPÍTULO 40 - POR: Patrick Dormán

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—Patrick dicen que aquí esta Bella —entra diciendo Paola, mi hermana viene como un ventarrón, ¡y ni siquiera tuvo la molestia de tocar la puerta!

—Sí, aquí estoy —le responde ella, arreglándose el largo del vestido.

—¿Vengo en mal momento? —pregunta Paola viendo a Bella qué luce sofocada, ¡yo me escabullí a tiempo!, ¡y me escondí atrás del escritorio!

—No, Bella me comentaba que no aguanta porque llegue la hora de la cena, y ver a Dayana, —le respondo divertido de ver a Isabella, qué se ha puesto rojita.

—¡Yo también estoy muy emocionada por verla!, —le dice a Bella—. Pero tuve un día bien pesado y muero del cansancio, quisiera dormir un poco e intentaré hacerlo, al menos por una hora, —comenta la pobre, en serio que se ve agotada—. Me puedes despertar por favor —le pide a Isabella, suplicándole con las manos.

—¿Vas a pedir una habitación por una hora? —le pregunto incrédulo, ¡como si no pudiera ir a dormir al apartamento!, ¡y ya quedarse descansando de una vez!

—No, ¡voy a quedarme aquí en tu oficina!, pero necesito que alguien me despierte y si te pido a ti que lo hagas, ¡sé que no lo harás! —se queja.

—Ni que te fueras a quedar en el baño —le respondo viendo a Isabella, la pobre se pone más roja, ¡si es que eso es posible!, y yo rio en mis adentros.

—¡No!, ¿por qué dormiría en el baño?, ¡si puedo hacerlo en este cómodo sofá! —comenta acomodándose en él.

—Me despiertas por favor —vuelve a pedirle a Bella.

—¿No puedes poner una alarma? —le pregunto.

—Se me descargó el teléfono por completo, y no tengo el cargador conmigo, y ya que lo mencionas, préstame el tuyo —pide viniendo hasta adonde mí.

De inmediato me siento, y meto la silla abajo del escritorio, para que no vea el estado de mi erección, la bandida de Isabella se pone a reír.

Y Paola creyendo que es de ella que se ríe, nos dice.

—Sí, ya sé, ¡soy una descuidada!, pero la batería me está durando cada vez menos, creo que este teléfono, ¡ya no quiere! —comenta mirándolo y conectándolo al cargador, que ya está conectado al tomacorrientes del escritorio.

Regresa al sofá y con cara de niña buena vuelve a pedirle a Bella.

—Por favor me despiertas que me quiero arreglar un poco, para ir decente a la cena, ¡tengo ojeras de mapache! —se queja, pasándose las manos por el rostro.

—¡Descansa! —le responde Bella viéndome, y sonriendo—. ¡Me voy a ver a mis ternuritas!, espero que no hayan desesperado a Mary y a Dina —comenta poniendo los ojos en blanco, ambas chicas les tienen mucha paciencia y los cuidan bien.

—No lo creo, ¡son unos amores iguales a la mamá! —le comento divertido.

—Me voy —anuncia saliendo apresurada de la oficina.

Me pongo a reír y veo a Paola qué se acuesta, y en serio, ¡no le cuesta quedarse dormida!, regreso mi atención al presupuesto de cocina.

No tardo en recibir un mensaje de Bella.

Eres malvado, escuchaste que venía alguien y no me dijiste, me tocó cruzar el pasillo con una liga desabrochada y la braga húmeda.

Semejante información, no me ayuda en nada en mi estado, así que por si la logro convencer de que nos vayamos al apartamento, le respondo de inmediato.

Um... ¡Qué delicia!, me imagino como debe de estar esa braga, seguramente estás cruzando las piernas, ¡debes de tener los pezones muy duros!

Le comento, sabiendo cómo se le ponen cuando está excitada.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora