bajo la bandera a cuadros

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Capitulo 4



El día de la carrera amaneció con una atmósfera cargada de anticipación. Las gradas del circuito de Mónaco estaban repletas de fanáticos, y el rugido de los motores llenaba el aire, creando una mezcla de emoción y tensión palpable. Natasha, acompañada por Christian Horner, se instaló en una posición privilegiada para seguir cada momento de la competencia.

Max estaba en la pole position, con Charles Leclerc en segundo lugar y Carlos Sainz tercero. Sergio "Checo" Pérez, el mejor amigo de Max, comenzaba desde la cuarta posición. La parrilla estaba lista, y los semáforos rojos se encendieron uno a uno.

Natasha observaba con atención, su corazón latiendo con fuerza. Era la primera vez en años que presenciaba una carrera en vivo, y el hecho de que Max estuviera liderando hacía que todo fuera aún más emocionante.

Los semáforos se apagaron, y el sonido ensordecedor de los motores acelerando llenó el aire. Max mantuvo su posición al frente, seguido de cerca por Leclerc y Sainz. La carrera fue intensa, con cada piloto empujando al máximo.

Natasha no podía apartar la vista de la pista, pero cada vez que Charles pasaba cerca, su corazón daba un vuelco. Había algo en su manera de pilotar, su confianza y determinación, que la fascinaba.

Mientras tanto, Carlos Sainz estaba concentrado en defender su tercera posición de un Checo Pérez cada vez más agresivo en sus maniobras.

La carrera avanzaba, y Max seguía liderando, manteniendo a raya a Charles, que no dejaba de presionarlo. Finalmente, después de una hora y media de pura adrenalina, Max cruzó la línea de meta en primer lugar, seguido por Charles y Carlos. El equipo de Red Bull estalló en júbilo, y Natasha no pudo contener su emoción, saltando de alegría mientras abrazaba a Christian.

Cuando los pilotos regresaron al paddock después del podio, Natasha se reunió con Max, quien aún estaba empapado de champán y con una enorme sonrisa en el rostro.

-¡Lo hiciste, Max! -gritó ella, abrazándolo fuertemente.

-Fue increíble, ¿verdad? -respondió Max, riendo.

Mientras los hermanos celebraban, Charles y Carlos se acercaron. Charles, con una sonrisa encantadora, se dirigió a Natasha.

-¿Disfrutaste la carrera? -preguntó, sus ojos brillando de emoción.

-Mucho. Fue increíble verlos a todos en acción -respondió Natasha, sintiendo un calor en las mejillas.

Carlos, sonriendo, se unió a la conversación.

-Gran carrera, Max. Felicidades -dijo, dándole una palmada en el hombro.

-Gracias, Carlos. Ustedes también estuvieron fantásticos -respondió Max, orgulloso de su equipo y amigos.

La noche terminó con una gran celebración. Natasha, sentada junto a Max, observaba cómo los pilotos compartían risas y anécdotas, disfrutando del ambiente relajado.

Cuando la fiesta comenzó a calmarse, Carlos se acercó a Natasha, con una expresión amigable.

-Natasha, ¿te gustaría dar un paseo? A veces, después de una carrera, es bueno tomar un poco de aire fresco -sugirió, su tono amable.

-Claro, me encantaría -respondió Natasha, agradecida por el gesto.

Caminaron por el paddock, la brisa marina refrescando sus rostros. Carlos rompió el silencio.

-Sabes, es genial verte apoyando a Max. Él siempre habla de ti con mucho cariño.

-Max es muy importante para mí. Es bueno poder estar aquí y verlo triunfar -dijo Natasha, su voz llena de sinceridad.

Carlos asintió, comprendiendo el vínculo especial entre los hermanos.

-Es una vida intensa la que llevamos, pero tener a alguien que te entienda y te apoye hace toda la diferencia -comentó Carlos, mirando a Natasha con una sonrisa.

-Sí, y es bueno conocer a personas como tú que también entienden este mundo -respondió ella, sintiéndose cómoda en su compañía.

La conversación fluyó naturalmente, y Natasha se dio cuenta de que había encontrado otro amigo en este mundo de velocidad y competencia.

La noche en Mónaco continuaba tranquila, con las luces reflejándose en las tranquilas aguas del puerto. Natasha y Carlos seguían paseando por el paddock, su conversación ligera pero profunda.

-Debe ser difícil regresar a este mundo después de tanto tiempo -comentó Carlos, mirándola de reojo.

Natasha suspiró, asintiendo lentamente.

-Lo es. Dejé muchas cosas atrás, y ahora, estar aquí me trae recuerdos, algunos buenos y otros... complicados.

Carlos frunció ligeramente el ceño, curioso pero respetuoso.

-¿Complicados? -preguntó con cautela.

Natasha sonrió levemente, apreciando su delicadeza.

-Digamos que mi relación con mi padre nunca fue fácil. Y estar aquí, en este ambiente tan público, trae a la superficie cosas que preferiría mantener enterradas.

Carlos asintió, comprendiendo el peso de sus palabras.

-Entiendo. La vida en la Fórmula 1 puede ser implacable, no solo para los pilotos, sino también para sus familias. Pero me alegra que estés aquí ahora, apoyando a Max. Se nota que eso significa mucho para él.

-Sí, él siempre ha sido mi roca. Y aunque sé que él también guarda sus propios demonios, juntos somos más fuertes -dijo Natasha, su voz llena de determinación.

Carlos sonrió, admirando la fuerza de Natasha.

-Me alegra que hayas decidido volver. Creo que eres una gran adición a este mundo, incluso si no estás detrás de un volante.

Natasha rió suavemente.

-Gracias, Carlos. No sé si soy tan valiente como ustedes, pero aprecio tus palabras.

Mientras caminaban, Natasha comenzó a relajarse más, disfrutando de la compañía de Carlos. Había algo reconfortante en su presencia, una calma que la hacía sentirse menos sola en medio del caos de la Fórmula 1.

De regreso al área de descanso del equipo, se encontraron con Max y Checo, quienes estaban en medio de una animada conversación.

-¡Ahí están! ¿Todo bien? -preguntó Checo, con una sonrisa amplia.

-Sí, solo tomamos un poco de aire fresco -respondió Natasha, sintiéndose revitalizada.

Max miró a su hermana, notando el brillo renovado en sus ojos.

-Me alegra verte sonreír, Natasha. Este lugar puede ser agotador, pero también tiene sus momentos de belleza -dijo Max, abrazándola brevemente.

-Lo sé, y estoy agradecida de poder compartirlo contigo -respondió ella.

La noche continuó con una sensación de calma y unidad. Natasha se dio cuenta de que, a pesar de los desafíos y los secretos aún no revelados, estaba comenzando a encontrar su lugar nuevamente, rodeada de personas que se preocupaban por ella.

Mientras se preparaban para retirarse por la noche, Carlos se despidió de Natasha con una sonrisa.

-Fue un placer charlar contigo, Natasha. Espero que podamos hacerlo de nuevo pronto.

-Lo mismo digo, Carlos. Me alegra haberte conocido mejor -respondió Natasha, sincera.

Mientras se dirigía a su habitación, Natasha reflexionó sobre el día. Había sido un torbellino de emociones, pero se sentía más fuerte y más conectada con el mundo de Max. Sabía que todavía tenía mucho que enfrentar, pero con el apoyo de Max, Checo y ahora también Carlos, estaba lista para cualquier desafío que viniera

CORAZONES EN LA PISTA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora