Capítulo 66:
Con el primer cumpleaños de Katherine aún fresco en sus memorias, la vida de Natasha, Charles y Max continuaba con un ritmo lleno de momentos especiales y retos propios de su nueva realidad. Los días estaban marcados por las carreras de Charles, los compromisos de Max y la llegada de nuevas etapas en la vida de Katherine. La pequeña seguía creciendo rápidamente, explorando el mundo a su alrededor con una curiosidad contagiosa que llenaba la casa de risas y pequeños descubrimientos.
Una tarde de otoño, mientras Katherine jugaba con su colección de bloques de colores en el salón, Charles llegó a casa con una sonrisa entusiasta. Había traído una pequeña sorpresa: un auto de juguete personalizado, pintado en rojo y decorado con el número que solía llevar en su monoplaza. Natasha, desde la cocina, observaba con ternura la escena mientras preparaba la cena, disfrutando cada instante de los momentos que Charles lograba pasar con su hija, pese a su apretada agenda.
-Mira, Katherine, papá te trajo algo especial -dijo él, sosteniéndola mientras ella examinaba el auto de juguete con ojos grandes y curiosos.
Katherine soltó una carcajada y extendió sus manitos hacia el auto, haciendo que Charles sonriera, fascinado por cada pequeña reacción de su hija. Natasha, sin resistirse, se acercó para ver la escena de cerca, y los tres se quedaron ahí, envueltos en una alegría simple y genuina.
Pasaron varios días de esa misma paz familiar hasta que llegó la época en la que Charles tenía que ausentarse más seguido por la temporada de carreras. Natasha lo entendía y siempre lo apoyaba, pero cada despedida era difícil, y la casa se sentía más vacía sin él. Max, en esos días, hacía de su misión estar presente, cuidando de su hermana y de su sobrina, además de encargarse de los detalles para que a Natasha no le faltara nada.
Un fin de semana, mientras Charles estaba de viaje, Max decidió organizar un pequeño picnic para ellas. Preparó todo con esmero y, junto a Natasha y Katherine, pasaron la tarde en el parque, disfrutando del sol y de la tranquilidad que siempre ofrecía la naturaleza. Katherine correteaba de un lado a otro, maravillada por el césped, las flores y las mariposas. Verla tan feliz y libre hizo que Natasha sintiera un inmenso agradecimiento por tener a su hermano tan cerca.
-Max, gracias por siempre estar para nosotras -le dijo, con una sonrisa cargada de gratitud.
Él la miró con ternura y respondió:
-Para eso estamos los hermanos, ¿no? Siempre estaremos juntos en todo, Natasha.
Los días seguían pasando, con momentos de alegría y de nostalgia por las ausencias temporales de Charles, pero, a medida que Katherine crecía, Natasha sentía cómo cada reto la hacía más fuerte y más segura. Sabía que su familia era su ancla y que, a pesar de todo, estaban construyendo una vida llena de amor y apoyo incondicional.
Unos días después del picnic, Charles finalmente regresó de su viaje, agotado pero feliz de estar en casa. Al cruzar la puerta, fue recibido por Katherine, que corrió hacia él tambaleándose con sus primeros pasos seguros. Ver a su pequeña avanzando con esa sonrisa que parecía iluminarlo todo le hizo olvidar cualquier cansancio, y la levantó en brazos mientras ella reía emocionada.
Natasha se acercó, observando la escena con una sonrisa. Charles la abrazó también, y por unos momentos los tres permanecieron en silencio, disfrutando de esa reunión sencilla pero perfecta.
-Cada vez que regreso, parece que Katherine ha crecido un poco más -dijo él, mirándola con asombro y ternura.
-Es cierto. Cambia tan rápido que, a veces, me cuesta creerlo -respondió Natasha, tomando la manito de su hija.
Esa noche, después de acostar a Katherine, Charles y Natasha compartieron una cena tranquila en el balcón, mientras hablaban sobre sus planes a futuro. Charles expresó su deseo de pasar más tiempo en casa y ver a Katherine crecer, aunque el trabajo a veces lo alejara. Natasha le tomó la mano, comprendiendo lo mucho que él luchaba entre su pasión por las carreras y el amor por su familia.
-Siempre encontraremos una forma de hacerlo funcionar, Charles. No importa cuánto te ausentes, siempre estás aquí con nosotras en cada momento importante -dijo ella, con convicción.
En los meses que siguieron, Charles y Natasha se esforzaron por equilibrar sus roles de padres con sus carreras, y cada regreso era celebrado como un pequeño festival familiar. Katherine crecía rodeada de amor y aprendizaje, y no solo de sus padres, sino también de Max, quien se volvía casi una figura constante en su vida. Max disfrutaba de cada instante, enseñándole pequeñas cosas a su sobrina, desde los nombres de los colores hasta la emoción de una pequeña carrera de triciclo en el patio.
Un día, Charles recibió la noticia de que tendría que viajar nuevamente, esta vez por varias semanas. Aunque la situación era complicada, Natasha lo animo, asegurándole que todo estaría bien en casa.
-Sigue tus sueños, Charles. Katherine y yo siempre estaremos aquí esperándote -le dijo Natasha con una sonrisa firme.
Antes de partir, Charles hizo una última parada en el cuarto de Katherine. La besó suavemente en la frente, susurrándole que volvería pronto. Y aunque ella no comprendía del todo sus palabras, parecía sentir el amor que transmitía su papá.
Los días pasaron, y Natasha continuó cuidando de Katherine y asegurándose de que cada momento fuera especial para su hija. Charles, por su parte, llamaba cada noche, ansioso por escuchar la voz de Natasha y las risas de su pequeña, quien comenzaba a reconocer la voz de su padre al otro lado de la línea.
Finalmente, el día de su regreso llegó. Charles volvió a casa con una maleta llena de regalos y un corazón lleno de anhelo por su familia. Al abrir la puerta, fue recibido con una sorpresa: Natasha y katherine habían decorado la sala con globos y una pancarta que decía "¡Bienvenido a casa, papá!".
Katherine, que ya caminaba con más confianza, corrió hacia él con los brazos abiertos. Charles la levantó en un abrazo fuerte y lleno de amor, sintiendo que, sin importar cuán lejos o complicado fuera el camino, siempre volvería a ese hogar, a esa familia que le daba sentido a todo.
Natasha lo abrazó, y Charles supo que, pese a los desafíos de su vida como piloto, había encontrado su verdadero lugar. Era un hogar construido con esfuerzo, amor y el apoyo inquebrantable de quienes siempre estarían ahí para él.

ESTÁS LEYENDO
CORAZONES EN LA PISTA
Teen FictionEn el apasionante mundo de la Fórmula 1, donde cada segundo cuenta y la velocidad lo es todo, Natasha Verstappen regresa tras años de ausencia para reencontrarse con su hermano, Max Verstappen. Pero su regreso al paddock no es solo por nostalgia; Na...