nos veremos pronto

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Capítulo 34:

Max, inquieto y angustiado, no pudo soportar la falta de respuestas de Natasha. Sabía que algo iba mal; conocía a su hermana demasiado bien como para ignorar las señales. Decidido a averiguar qué estaba ocurriendo, fue hasta su habitación del hotel y tocó la puerta, pero no obtuvo respuesta. La preocupación lo invadió, así que decidió entrar de todas formas.

Al abrir la puerta, se detuvo en seco. Frente a él, en el sofá, estaba Charles con Natasha dormida en sus brazos, su rostro reflejando una mezcla de cansancio y vulnerabilidad que Max pocas veces había visto en ella. Charles, al percibir su presencia, levantó la mirada, manteniendo su expresión serena.

Max frunció el ceño, la tensión evidente en su rostro.

-¿Qué demonios estás haciendo aquí, Leclerc? Si le hiciste algo a mi hermana, lo vas a pagar -dijo en voz baja pero amenazante, sin dejar de observar a Natasha, quien seguía profundamente dormida.

Charles levantó las manos en señal de paz y lo miró a los ojos con firmeza.

-Max, cálmate. No he hecho nada. Natasha me llamó porque estaba mal, necesitaba apoyo, y aquí estoy para ayudarla -respondió con calma, queriendo evitar que Max despertara a Natasha con sus reclamos.

Max respiró profundamente, controlando su impulso de confrontarlo en ese momento, aunque seguía mirando a Charles con desconfianza.

-¿Por qué no me llamó a mí? Soy su hermano, y ella sabe que puede contar conmigo -dijo en voz baja, tratando de entender la situación.

-Lo sé, Max -respondió Charles con empatía-. Pero Natasha decidió llamarme a mí. Está pasando por algo difícil, algo que solo ella puede explicarte cuando esté lista. Yo solo estoy aquí para apoyarla, como tú lo harías.

Max miró a su hermana, observando el cansancio en su rostro. Por un instante, la preocupación superó su desconfianza hacia Charles. Finalmente, asintió con una expresión seria.

-Voy a hablar con ella mañana. Pero si me entero de que le estás ocultando algo... -advirtió, dejando claro que seguía en guardia.

Charles asintió, comprendiendo la reacción protectora de Max.

-Lo entiendo, Max. Te prometo que no estoy aquí para hacerle daño. Solo quiero que se sienta segura -le aseguró.

Max se quedó en silencio, mirando a su hermana una vez más. En el fondo, lo único que deseaba era que ella pudiera abrirse y contarle lo que le estaba ocurriendo.

Al día siguiente, Max llegó temprano al cuarto de Natasha, decidido a obtener respuestas. La preocupación y el enojo bullían dentro de él; no podía entender por qué su hermana lo había dejado al margen y había llamado a Charles en lugar de a él.

Tocó la puerta y esperó. Después de unos segundos, Natasha le abrió, aún luciendo cansada, pero con algo más de calma en sus ojos.

-Nat, tenemos que hablar. Anoche te estuve buscando, y ver a Charles aquí... No entiendo qué está pasando. ¿Por qué no me llamaste a mí? -preguntó Max, con una mezcla de reproche y preocupación.

Natasha bajó la mirada, sabiendo que tendría que abrirse completamente con su hermano. Respiró hondo, intentando controlar la ansiedad que sentía al recordar lo ocurrido con su padre.

-Max... No sabía cómo contártelo. Anoche me llamó papá. Me pidió que hablara con él a solas y me dijo que... que alguien que me hizo daño está más cerca de lo que pienso -respondió, su voz quebrándose ligeramente.

La expresión de Max cambió de inmediato. Los músculos de su mandíbula se tensaron y su mirada se oscureció, llenándose de furia contenida.

-¿Qué quieres decir, Nat? ¿Ese... ese bastardo que te lastimó está cerca? -preguntó en voz baja, tratando de controlar la rabia que sentía para no alterarla.

Ella asintió, sintiendo cómo el miedo volvía a aflorar. Pero ver la determinación de su hermano también le daba valor para continuar.

-Papá lo dijo como si... como si fuera una burla. Como si supiera que eso me haría daño. No sé quién es, Max. No sé en quién puedo confiar. Solo sé que tengo miedo -confesó, su voz temblando.

Max cerró los ojos por un momento, tratando de asimilar la crueldad de su padre y la gravedad de la situación. Al abrirlos de nuevo, su mirada reflejaba una furia intensa y una promesa silenciosa.

-Natasha, te juro que no voy a dejar que te hagan daño otra vez. Voy a encontrar a ese tipo, a ese desgraciado, aunque tenga que buscarlo por todos lados. Va a pagar todo lo que te hizo, y te juro que no descansaré hasta que así sea.

Natasha lo miró, sintiendo cómo su fortaleza se renovaba al ver la determinación de su hermano. Aunque el miedo seguía allí, saber que Max estaba dispuesto a protegerla le daba una esperanza que no había sentido en mucho tiempo. Sabía que, juntos, enfrentarían lo que fuera necesario.

En las semanas que siguieron, Max puso en marcha una búsqueda silenciosa en el paddock. Contactó a varias personas, pidió discreción y pidió investigar cualquier pista que pudiera acercarlo a la identidad de aquel que había lastimado a su hermana. Sin embargo, cada esfuerzo terminaba en callejones sin salida. Nadie parecía saber nada, y la frustración solo crecía en él.

Finalmente llegó el fin de semana de carrera en Austin. Natasha intentaba concentrarse en su trabajo, pero cada día sentía más la presión de aquella advertencia de su padre. El miedo la acechaba, incluso en los momentos en que se rodeaba de amigos o colegas del equipo.

Durante la carrera, mientras observaba el progreso de los pilotos desde la sala de ingenieros, recibió un mensaje de uno de los encargados de seguridad del edificio del circuito. Le informaron que alguien había dejado una carta para ella en el piso 7 y que estaba marcada como urgente.

Sin pensarlo mucho y con el corazón acelerado, Natasha se dirigió al ascensor y subió hasta el piso indicado. A medida que avanzaba por el pasillo hacia la recepción, sentía que algo oscuro la envolvía. Al llegar, encontró un sobre simple, sin remitente. La recepcionista se lo entregó con una expresión impasible.

Natasha tomó el sobre con manos temblorosas y lo abrió. Dentro había una carta, escrita a mano, que al leerla le heló la sangre.

"Querida Natasha,
Pensaste que habías escapado de mí, pero solo he estado esperando el momento perfecto para encontrarte de nuevo. Sabía que no podrías evitar que el pasado te alcanzara. Sabes quién soy, y sabes lo que hice... o quizás necesitas recordarlo mejor. Nos veremos pronto, y esta vez, no tendrás dónde esconderte.

Con cariño,
Un viejo amigo."

Natasha sintió cómo su visión se nublaba y el aire comenzaba a faltarle. Se apoyó contra la pared, intentando no derrumbarse, pero el pánico era incontrolable. Sabía, con cada palabra de esa carta, que el pasado que tanto temía estaba a punto de alcanzarla y que todo lo que había intentado olvidar estaba de vuelta.

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