tiempo

62 1 0
                                    

Capítulo 87:

Charles entró lentamente en la casa, sus pasos resonando en el silencio pesado de la sala. Natasha estaba sentada en el sofá, mirando al frente, pero su mirada estaba vacía, perdida en algún lugar entre la tristeza y el dolor. El ambiente era tenso, opresivo, y él lo sentía en lo más profundo de su ser. La visión de su esposa tan rota, tan distante, le partía el corazón.

Se acercó a ella con cautela, sin saber exactamente cómo empezar. Sabía que había cometido un error irreversible, pero no quería perderla, no de nuevo. Sabía que las palabras que tenía que decir no podrían sanar la herida de inmediato, pero necesitaba intentarlo.

-Natasha... tenemos que hablar -dijo con voz suave, pero temblorosa. No era un comando, sino más bien una súplica.

Natasha no reaccionó. Ni siquiera lo miró. Sus manos descansaban sobre su vientre, acariciándolo de manera casi automática, como si buscara consuelo en su hijo, en lo que aún quedaba de su familia. Su silencio le cortaba a Charles, y la culpa lo envolvía con cada segundo que pasaba.

-Por favor, mírame -suplicó Charles, sintiendo que el peso de todo lo que había sucedido lo aplastaba. Finalmente, Natasha levantó la mirada, pero no con enojo, sino con una tristeza tan profunda que le atravesaba el alma.

Charles dio un paso hacia ella y se arrodilló frente a ella, tomándola de las manos con desesperación. No quería seguir ocultando nada, no quería más secretos.

-Natasha, sé que lo que hice no tiene perdón... -su voz se quebró al decirlo-. Esas fotos... las de Alexandra... no fue lo que piensas. Ella me besó, yo la aparté, le dejé claro que no quería nada con ella, pero no te lo conté porque tenía miedo. Tenía miedo de perderte, de perder nuestra familia, y estuve mal... muy mal. Mi miedo no justificaba lo que hice. Pero te juro, Natasha, que te amo más que a mi propia vida.

Las lágrimas comenzaron a caer por las mejillas de Charles, mezclándose con la angustia en su pecho. Natasha no lo interrumpió, pero su dolor se reflejaba en cada línea de su rostro. Charles no sabía si podría aguantar verla tan destrozada, pero no podía mentirle más.

-Lo siento, por favor perdóname... No quise hacerte daño. Te prometo que nunca más volveré a esconderte nada, nunca más. Eres lo más importante para mí, y si tengo que pasar el resto de mi vida pidiéndote perdón, lo haré.

Natasha, sin poder contenerse más, rompió en llanto. Las lágrimas se desbordaron, y todo lo que había estado reprimiendo desde que vio las fotos salió en un torrente de dolor. Charles la abrazó con fuerza, desesperado por consolarla, pero también sintiendo el peso de su culpa. No había manera de borrar lo que había hecho.

-No sé qué hacer, Charles... -sollozó Natasha entre lágrimas, su voz temblorosa-. No sé si puedo seguir confiando en ti. Me has hecho mucho daño.

Charles la abrazó aún más fuerte, sin importarle que sus propias lágrimas se mezclaran con las de ella.

-Lo sé, lo sé... y lo siento tanto... Te he fallado. Te prometo que nunca más te haré sentir así... Te amo, Natasha, por favor, no me dejes.

Natasha lo miró, sus ojos llenos de angustia. La herida estaba fresca, y el miedo de volver a ser lastimada era palpable. A pesar de todo lo que Charles le decía, había una parte de ella que aún dudaba, una parte que no sabía si podía volver a confiar completamente en él.

-Necesito tiempo... -susurró Natasha, su voz quebrada-. Estoy dolida... muy dolida. No sé si puedo seguir adelante con todo esto tan rápido. Necesito pensar...

Charles asintió, aunque su corazón se rompió aún más al escuchar esas palabras. Sabía que merecía su dolor, pero no podía evitar sentir que su vida se desplomaba a su alrededor.

-Lo entiendo... Te daré todo el tiempo que necesites -dijo, su voz llena de resignación, pero también de amor-. Solo quiero que sepas que te amo, y que haré lo que sea necesario para recuperar tu confianza.

Natasha lo miró por un momento largo, con los ojos llenos de lágrimas, luego apartó la mirada, volviendo a acariciarse el vientre. Sabía que lo que decía Charles era sincero, pero el daño ya estaba hecho, y el tiempo que pedía no era solo para pensar, sino para sanar.

Finalmente, Natasha suspiró profundamente, casi como si el simple acto de respirar la ayudara a mantenerse en pie.

-Voy a necesitar mucho más que tus palabras, Charles -dijo con suavidad, y aunque estaba rota por dentro, su voz era firme-. No sé cuánto tiempo tomará, pero ahora mismo, todo está nublado para mí. Solo te pido que me des espacio, porque me siento perdida.

Charles no podía decir nada más. Sabía que había hecho todo lo que podía por el momento, y que lo único que le quedaba era esperar, esperar que Natasha pudiera sanar, y esperar que algún día, ella lo perdonara.

Max, quien había estado observando todo en silencio desde la puerta, se acercó a ellos, poniendo una mano sobre el hombro de Charles. Sabía que nada de esto era fácil, pero no podía hacer nada más que estar ahí para su hermana y para Charles en ese momento.

-Déjale tiempo, Charles. Ella necesita procesarlo todo -dijo Max, con un tono serio, pero comprensivo.

Charles asintió, agradecido por el apoyo de su cuñado, aunque nada podía calmar el dolor que sentía en su pecho.

CORAZONES EN LA PISTA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora