problemas posparto

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Capítulo 61:

Las semanas pasaron y la vida de Natasha, Charles y su bebé comenzó a establecerse en una rutina. La pequeña llenaba la casa de risas y ternura, y tanto Charles como Max parecían encantados con su rol de padre y tío. Sin embargo, aunque la alegría era palpable, Natasha comenzó a notar que algo no iba del todo bien en su relación con Charles.

Sin saber cómo, las pequeñas discusiones se hicieron cada vez más frecuentes. Natasha, que normalmente era tranquila y paciente, notaba que su temperamento estaba más irritable de lo usual. Todo, desde comentarios inocentes hasta los consejos bienintencionados de Charles, parecían desencadenar en ella una respuesta airada. A veces, ni siquiera entendía por qué estaba molesta; solo sentía que las emociones la superaban, como una tormenta incontrolable.

Una noche, después de una discusión sobre algo tan trivial como la forma en la que Charles sostenía a la bebé, Natasha se sentó en el sofá, con el pecho oprimido y los ojos llenos de lágrimas. Charles, visiblemente frustrado, intentaba comprender qué estaba sucediendo.

-Natasha, ¿qué pasa? -preguntó Charles, con una mezcla de preocupación y cansancio-. Siento que últimamente cualquier cosa que digo o hago te molesta, y no sé cómo ayudarte.

Natasha se abrazó a sí misma, sintiendo una mezcla de culpa y agotamiento.

-No lo sé, Charles... siento que no soy yo misma. A veces, las cosas más pequeñas me hacen sentir como si estuviera perdiendo el control, y no quiero que te sientas atacado. Te amo, pero hay días en los que... siento que no puedo manejarlo.

Charles se sentó a su lado, tomando su mano con cariño.

-Nat, acabas de pasar por un embarazo y estás adaptándote a la maternidad. Es normal que te sientas así. No te culpo, y quiero que sepas que estoy aquí para ti, en los buenos y en los malos momentos.

En ese instante, Max entró a la sala. Había escuchado parte de la conversación y decidió intervenir con su estilo despreocupado pero sincero.

-A ver, chicos, creo que necesitan un descanso -dijo, sentándose frente a ellos-. Charles, tú también estás agotado. Y Nat, has pasado por un montón de cambios físicos y emocionales. ¿Por qué no me dejan a la bebé esta noche y se van a dar una vuelta? Oye, hasta los padres más felices necesitan tiempo para ellos.

Natasha y Charles se miraron, considerando la idea. Max tenía razón; tal vez necesitaban un respiro, un momento para reconectar sin las presiones y el estrés de los últimos meses.

Esa noche, dejaron a la bebé con Max y salieron a caminar por el parque cercano. Sin palabras, Charles tomó la mano de Natasha, y ambos sintieron cómo la tensión entre ellos comenzaba a disiparse con cada paso. Sentados en un banco, miraron las estrellas y dejaron que el silencio hablara por ellos.

Charles rompió el silencio, mirando a Natasha con una sonrisa tranquila.

-Nat, pase lo que pase, quiero que sepas que estoy aquí. Quiero ayudarte, y quiero que seamos felices... juntos, como siempre soñamos.

Natasha, conmovida por su sinceridad, se dio cuenta de lo afortunada que era de tenerlo a su lado.

-Lo siento, Charles. Sé que no ha sido fácil, pero prometo trabajar en esto. Gracias por estar a mi lado, incluso cuando no soy fácil de soportar.Al día siguiente, Natasha y Charles despertaron con una sensación de alivio. Aunque las tensiones no desaparecieron de inmediato, ambos sabían que el simple hecho de hablar sobre lo que sentían había sido un paso crucial. Pasaron el día juntos, disfrutando de momentos tranquilos con la bebé, sin prisa ni preocupaciones. Max, siempre el bromista, los hizo reír varias veces, trayendo un toque de ligereza a la casa que tanto necesitaban.

Sin embargo, el verdadero cambio ocurrió unas semanas después, cuando Natasha comenzó a notar una ligera diferencia en sí misma. Se sentía más conectada con Charles, y los pequeños momentos de tensión parecían disolverse más rápido. Las hormonas seguían haciendo su trabajo, pero ya no sentía que su mundo emocional fuera tan incontrolable. Había aprendido a reconocer sus propios límites y a pedir ayuda cuando la necesitaba, sin sentirse culpable por ello.

Una tarde, mientras Natasha preparaba el almuerzo, Charles entró en la cocina con una sonrisa en el rostro.

-Tengo una sorpresa para ti -dijo, sosteniendo un pequeño paquete en las manos.

Natasha levantó una ceja, curiosa.

-¿Una sorpresa? ¿Qué es esto? -preguntó, mientras se limpiaba las manos con un paño.

Charles extendió el paquete hacia ella, y al abrirlo, Natasha encontró una cadena de collar con un dije en forma de corazón. El corazón estaba dividido en dos partes, con la palabra "familia" grabada en una de las mitades y "siempre" en la otra.

-Te lo regalo porque, aunque a veces las cosas no sean fáciles, siempre vamos a estar juntos -dijo Charles, mirándola con ternura.

Natasha, tocada por el gesto, lo abrazó con fuerza. Sentía que esos pequeños momentos de cariño y apoyo eran lo que realmente mantenían unidos a su familia. Max, al entrar en la cocina en ese momento, vio la escena y no pudo evitar hacer una broma.

-¡Vaya! ¿Qué es todo esto? ¿Un collar de la abuela? -bromeó, pero en su rostro se veía una sonrisa genuina.

Natasha rió, mientras Charles lo miraba con falsa amenaza.

-No te preocupes, Max. Tienes suficiente tiempo para encontrar tu propia sorpresa -respondió, y ambos comenzaron a reír juntos.

Los días siguientes fueron tranquilos. Charles y Max se turnaban para cuidar a la bebé, permitiendo que Natasha descansara más, y juntos se encargaban de las tareas del hogar, compartiendo responsabilidades. La relación entre ellos tres se fortaleció aún más, y Natasha se dio cuenta de que, aunque la vida a veces presentaba desafíos, lo importante era el apoyo incondicional que se brindaban mutuamente.

Una tarde, mientras paseaban por el parque con la bebé, Max le dio un codazo a Charles y, con una sonrisa traviesa, le dijo:

-¿Sabes qué, hermano? Creo que este va a ser el mejor equipo que hemos formado. No importa lo que venga, tenemos todo lo que necesitamos.

Charles sonrió, mirando a Natasha y luego a la bebé en sus brazos.

-Lo sé. Es el mejor equipo posible.

Y aunque el camino de la maternidad y la paternidad nunca sería perfecto, Natasha sentía que, rodeada de esos dos hombres que tanto amaba, todo estaba bien.

CORAZONES EN LA PISTA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora