dolores inesperados

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Capítulo 58:

Con cada semana que pasaba, la llegada de la bebé de Natasha y Charles se volvía un evento muy esperado en el paddock. Natasha ya sentía las primeras pataditas de su pequeña, y cada vez que lo compartía con Max o Charles, sus ojos brillaban de felicidad y asombro.

Un día, después de una carrera intensa, Charles llevó a Natasha a una cena sorpresa con sus amigos pilotos, quienes habían planeado una pequeña celebración por la futura llegada de la bebé. La decoración era sencilla, con toques rosados y blancos, y había una mesa llena de regalos, desde peluches hasta pequeños conjuntos de ropa, todos seleccionados con cariño por el grupo.

Mientras compartían historias, Charles y Max comenzaron a imaginar cómo sería tener a la pequeña princesa en el paddock, y cada uno hizo apuestas sobre a quién se parecería más. Charles insistía en que heredaría la pasión por las carreras, mientras que Max bromeaba diciendo que la niña sería tan rápida como él, incluso en sus primeros pasos.

-Apenas esté lista, le enseñaré a conducir -dijo Max con una sonrisa, mientras Charles lo miraba de reojo y bromeaba:

-Primero tendrá que ganarme en una carrera. Nada de ventajas, ¿eh?

Natasha, riendo ante sus comentarios, negó con la cabeza, sintiéndose agradecida de que su hija fuera tan querida incluso antes de nacer.

Uno de los pilotos tomó la palabra y brindó:

-Por esta futura campeona que llenará de alegría nuestras vidas y nos recordará lo importante que es la familia, tanto en las pistas como fuera de ellas.

Natasha, emocionada, sintió que el brindis era algo más que unas palabras. Era una promesa de que su hija crecería rodeada de amor, en un mundo donde la velocidad y la amistad se entrelazaban, creando lazos tan fuertes como los que ella ya compartía con Charles y Max.

En el camino de regreso, Charles tomó la mano de Natasha y, mirándola con ternura, le dijo:

-Nunca imaginé que esta vida de carreras y viajes sería aún mejor con una familia. Eres mi felicidad, y nuestra hija será el mejor regalo.

Natasha apoyó su cabeza en su hombro y susurró:

-Tenerte a ti y a nuestra pequeña es más de lo que soñé.

Ambos sabían que, cuando llegara el día, sus vidas cambiarían para siempre.

Los días avanzaron, y Natasha se acercaba al séptimo mes de embarazo. Aunque todo parecía estar bajo control, el ambiente en el paddock se tornaba cada vez más intenso debido a la recta final de la temporada. Charles y Max estaban compitiendo al máximo, y Natasha, aunque orgullosa de ambos, comenzaba a sentir el peso de la presión, ya que las tensiones entre rivales y la tensión por la llegada de su hija empezaban a afectarla.

Una noche, mientras descansaban en el hotel después de una carrera agotadora, Natasha comenzó a sentir una serie de dolores inesperados en el vientre. Charles, al ver su expresión de incomodidad, se alarmó y le preguntó si todo estaba bien, pero Natasha intentó calmarlo diciendo que probablemente era solo cansancio.

Sin embargo, las molestias no se detuvieron, y Charles decidió llamar al médico del equipo, quien, después de examinarla, les sugirió que fueran al hospital para asegurarse de que todo estuviera en orden. Natasha, preocupada y nerviosa, apenas podía articular palabras. El miedo de que algo no estuviera bien con su bebé era abrumador, y Charles lo percibía.

Al llegar al hospital, Natasha fue sometida a una serie de exámenes. Charles permanecía a su lado, sin soltar su mano, tratando de mantener la calma, aunque en su rostro se reflejaba el mismo temor. Finalmente, el médico entró en la sala, su expresión seria.

-Por ahora, todo está bajo control -dijo el doctor-, pero Natasha necesita descansar completamente y evitar cualquier tipo de estrés. Este tipo de dolor puede ser señal de que su cuerpo está reaccionando al agotamiento y la presión. Será mejor que suspenda sus viajes hasta el nacimiento.

Las palabras cayeron como un balde de agua fría. Natasha se sintió devastada; el pensamiento de quedarse lejos de Charles y Max, y del ambiente que tanto amaba, le parecía difícil de aceptar. Charles notó su expresión y se inclinó para besar su frente.

-Escucha, amor, nada es más importante que tú y nuestra hija. Si necesitas quedarte en casa, me encargaré de que todo esté perfecto para ustedes. Estaré a una llamada de distancia, siempre.

Aunque Natasha sabía que Charles tenía razón, la tristeza de no estar con él en las últimas carreras y perderse los momentos finales de la temporada le pesaba profundamente. Max, al enterarse de la situación, fue a visitarla al día siguiente.

-Escucha, Nat -dijo, tomándole la mano-, nosotros vamos a terminar la temporada, pero tú tienes el trabajo más importante ahora. Esa pequeña es lo más importante. Y te prometo que tanto Charles como yo haremos que esté orgullosa de ambos.

Natasha, con lágrimas en los ojos, asintió. Sabía que tendría que ser fuerte por su hija, y aunque el sacrificio dolía, el amor por su pequeña le dio fuerzas. Desde ese día, decidió quedarse en casa y seguir cada carrera desde la distancia, confiando en que Max y Charles darían todo por ella y por su futura princesa.

En cada carrera, Charles y Max dedicaban un gesto especial a Natasha, levantando sus manos hacia la cámara o tocando sus cascos en señal de amor y apoyo. Y aunque Natasha estaba lejos, el vínculo entre ellos se fortaleció, con la promesa de que, cuando todo terminara, estarían juntos para recibir a su hija con el amor y la seguridad que ella merecía.



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