Capitulo 38:
La desesperación de Max estaba en su punto máximo. Había recorrido todo el paddock, hablado con todos, incluso había revisado las cámaras de seguridad, pero no había rastro de Natasha. El silencio que lo rodeaba era abrumador. A cada minuto que pasaba, su corazón se hundía más y más, imaginando lo peor. Nadie sabía dónde estaba su hermana, y él sentía que algo muy oscuro estaba sucediendo.
En medio de su angustia, el padre de los Verstappen, Jos, apareció en el paddock. Max lo vio y, en un arrebato de ira y frustración, se acercó rápidamente.
-¡¿Sabes algo, papá?! ¡¿Dónde está Natasha?! -le exigió Max, la rabia y la preocupación a flor de piel. Sus ojos estaban llenos de dolor, pero también de furia. Si su padre sabía algo, no lo iba a dejar escapar.
Jos lo miró con una sonrisa burlona, como si la situación no tuviera la gravedad que Max le otorgaba. En lugar de responder de manera seria, se cruzó de brazos y soltó una risa fría.
-Max, tranquilo. No hay nada que puedas hacer. Ya te lo dije antes, la niña tiene que aprender a lidiar sola -dijo, como si la desaparición de su hija no fuera motivo de alarma.
Max, fuera de sí, dio un paso hacia él, preparado para exigirle respuestas de cualquier manera. Justo cuando estaba a punto de estallar, uno de los guardias de seguridad se acercó rápidamente, sosteniendo una pañoleta y un reloj. Al verlos, Max sintió un estremecimiento recorrer su cuerpo. Reconoció inmediatamente la pañoleta, que había sido de Natasha, y el reloj... el reloj que ella siempre llevaba consigo.
-¡Esto es de Natasha! -gritó Max, tomando los objetos de las manos del guardia, su respiración acelerándose. -¿Dónde lo encontraron?
-En un pasillo apartado, cerca del área donde la vimos por última vez. Estaba en el suelo, como si alguien la hubiera arrastrado -informó el guardia, visiblemente preocupado por la situación.
Max miró los objetos, y en ese instante, todo comenzó a encajar. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Sabía que algo no estaba bien, pero ahora tenía la confirmación. La presencia de la pañoleta y el reloj en ese lugar le decía que Natasha había estado allí, luchando por escapar.
Fue entonces cuando la verdad lo golpeó con toda su fuerza. El tatuaje de serpiente, la actitud de Ethan... Todo tenía sentido ahora. Ethan era el responsable. Max no podía creer que fuera él, pero no había otra explicación. Era él, el abusador que había aterrorizado a su hermana, el que la había dejado en paz solo para aparecer ahora, llevándosela sin que nadie pudiera hacer nada.
-¡Maldito hijo de puta! -gritó Max, los ojos llenos de furia. No podía permitir que Ethan saliera impune. Estaba dispuesto a ir hasta el final para hacerle pagar por lo que había hecho a Natasha.
-lo voy a matar!Sin pensarlo dos veces, Max se volvió hacia los demás, su mirada fija en el horizonte, como si ya estuviera preparado para ir a la guerra.
-¡Tenemos que encontrarlo! ¡Ahora! -ordenó, su voz firme y decidida.
Mientras tanto, su padre, que no parecía tan preocupado como Max, simplemente observó la escena con una sonrisa sardónica. Max lo ignoró por completo, sabiendo que lo que más importaba ahora era salvar a su hermana, aunque tuviera que ir al fin del mundo para hacerlo.
Max y los demás, con el apoyo de la policía, comenzaron a organizarse para seguir las pistas que podrían llevarlos hasta Ethan. Nadie, absolutamente nadie, iba a detener a Max hasta que Natasha estuviera a salvo.
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CORAZONES EN LA PISTA
Ficção AdolescenteEn el apasionante mundo de la Fórmula 1, donde cada segundo cuenta y la velocidad lo es todo, Natasha Verstappen regresa tras años de ausencia para reencontrarse con su hermano, Max Verstappen. Pero su regreso al paddock no es solo por nostalgia; Na...