miradas que hablan

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Capítulo 3


El sol comenzaba a descender sobre Mónaco, pintando el cielo con tonos cálidos mientras el día en el paddock llegaba a su apogeo. Natasha y Max habían pasado gran parte del día juntos, disfrutando de cada momento, pero Natasha no podía evitar sentir un hormigueo en el estómago cada vez que pensaba en Charles Leclerc.

Mientras caminaban de regreso hacia el área común, Max notó su mirada distraída.

-Natasha, ¿todo bien? -preguntó con una mezcla de preocupación y curiosidad.

-Sí, sí. Solo estoy disfrutando del ambiente -respondió rápidamente, intentando ocultar sus pensamientos.

Max sonrió, pero antes de que pudiera decir algo más, una voz familiar los interrumpió.

-¡Natasha! -Charles se acercaba con una sonrisa, luciendo relajado tras las actividades del día-. ¿Te gustaría dar una vuelta? Quiero mostrarte algunos lugares que seguramente te encantarán.

Max arqueó una ceja, claramente protector, pero Natasha le dio una mirada tranquilizadora.

-Claro, me encantaría -respondió ella, aceptando la invitación de Charles.

Max suspiró, resignado, pero no sin lanzar una advertencia juguetona.

-Cuídala, Leclerc. O tendrás que lidiar conmigo.

Charles levantó las manos en un gesto de inocencia.

-Lo prometo, Verstappen. La traeré de vuelta sana y salva.

Natasha soltó una risa, y juntos se alejaron del bullicio del paddock. Charles la guió hacia una zona más tranquila, donde el murmullo del mar se podía escuchar claramente.

-Entonces, Natasha, ¿cómo te has sentido de vuelta en este mundo? -preguntó Charles, su voz suave.

-Es... extraño, pero reconfortante. Extrañaba esto más de lo que quería admitir -confesó, mirando el horizonte.

Charles la observó por un momento, admirando no solo su belleza, sino la fuerza que parecía irradiar de ella.

-Puedo entender eso. Este lugar tiene una manera especial de atraparte, ¿no crees? -dijo con una sonrisa.

Natasha asintió, sintiéndose cada vez más cómoda con él.

-Y tú, Charles, ¿cómo manejas todo esto? La presión, la competencia, la fama...

Charles dejó escapar una pequeña risa.

-No es fácil, pero cuando encuentras tu ritmo, aprendes a disfrutarlo. Aunque, para ser honesto, días como hoy hacen que todo valga la pena.

Natasha levantó una ceja, intrigada.

-¿A qué te refieres?

-A conocer a personas como tú -respondió Charles, su tono serio pero amable-. Es raro encontrar a alguien que pueda entender este mundo desde una perspectiva diferente.

Natasha sintió un calor en sus mejillas, sorprendida por la sinceridad de Charles. Antes de que pudiera responder, él continuó.

-Espero no estar siendo demasiado directo, pero hay algo en ti que me atrae. No puedo evitar querer conocerte mejor.

La franqueza de Charles la tomó por sorpresa, pero en lugar de sentirse incómoda, Natasha encontró su honestidad refrescante.

-No, no lo eres. De hecho, aprecio tu sinceridad -dijo, sonriendo suavemente-. Y, para ser honesta, también siento curiosidad por ti.

Charles sonrió, sus ojos brillando con una mezcla de entusiasmo y alivio.

-Entonces, ¿qué te parece si empezamos con una cena? Nada formal, solo tú y yo.

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