Capítulo 42:
Max estaba sentado junto a la cama de Natasha, su rostro reflejaba el agotamiento y la angustia. La habitación estaba en silencio, salvo por el sonido suave del monitor y los respiradores que ayudaban a Natasha a mantenerse estable. A pesar de que los médicos le aseguraron que lo peor había pasado, Max no podía calmarse. Cada vez que miraba a su hermana, el miedo de perderla lo invadía de nuevo. Había pasado tanto tiempo sin saber nada de ella, tan solo pensando en lo que podría haberle hecho ese monstruo.
Se había mantenido firme, cuidando de Natasha mientras ella seguía inconsciente, rogando en silencio para que abriera los ojos. "No te vas a ir, hermana, no me vas a dejar... te lo prometo." Las palabras le salían entre sollozos, pero trataba de controlarse. No quería que Natasha lo viera débil, no cuando ella necesitaba fuerza.
A medida que las horas pasaban, Max comenzó a quedarse dormido en su silla, pero una suave presión en su mano lo despertó. Abrió los ojos rápidamente, sin saber si estaba soñando o si realmente algo estaba sucediendo. Miró su mano, y vio cómo Natasha, con movimientos torpes, apretaba su dedo. ¿Era posible?
"¿Natasha?" su voz salió con temor y esperanza a la vez, mientras se inclinaba hacia ella.
Natasha, todavía muy débil, abrió los ojos lentamente. Su mirada estaba algo perdida, pero la vio a él, a su hermano. "Hermano..." dijo con voz quebrada, casi un susurro.
Max sintió que el alma volvía a su cuerpo. En ese momento, no pudo evitar que las lágrimas brotaran. Su hermana estaba despertando. "¡Natasha!" exclamó, entre sollozos, tomando su mano con más fuerza. "Dios, hermana, creí que te había perdido. No sabes lo que he sufrido... no te vas a ir, no ahora."
Natasha, aunque débil, intentó sonreír, pero la fatiga la vencía. El esfuerzo por hablar le costaba, pero lo dijo en un susurro:
"Te... te busqué. Quería que me encontraras..."
Max apretó su mano con ternura, sin palabras. Solo la miraba, agradecido de que estuviera viva, de que hubiera sobrevivido a todo lo que Ethan le hizo. "Te encontré, Nat. Nunca más te voy a dejar sola."
Ella cerró los ojos por un momento, exhausta, pero su hermano seguía ahí, tomándola de la mano. Era el consuelo que necesitaba, el refugio donde todo el sufrimiento podía quedar atrás. Aunque su cuerpo estaba marcado, su espíritu aún estaba allí, luchando. Y lo más importante, no estaba sola.
Max estuvo allí, en silencio, escuchando su respiración tranquila mientras ella descansaba, aliviado de que, por fin, había recuperado a su hermana. Sabía que aún quedaba mucho por sanar, pero lo importante era que Natasha había vuelto, y él estaba listo para protegerla de nuevo.
El amor entre los dos hermanos nunca había sido tan claro como en ese momento. Natasha despertaba, y Max se prometió que, sin importar lo que sucediera, nunca la dejaría ir.
Los días pasaron en la clínica, y Natasha iba recuperándose poco a poco. Max no se despegaba de su lado; ni siquiera quería regresar al paddock hasta estar seguro de que ella estuviera bien. Charles también venía todos los días, trayendo flores o cualquier pequeño detalle para alegrarla y recordarle cuánto le importaba.
Aunque Natasha estaba débil, la compañía de su hermano y de Charles le daba fuerzas para empezar a sanar, aunque por dentro se sintiera rota. A veces, despertaba en la madrugada con recuerdos de la cabaña, o los ecos de la risa de Ethan en su mente. Pero, cada vez que eso sucedía, Max estaba allí, tomando su mano y recordándole que estaba segura.
Una mañana, Max entró a la habitación con una sonrisa que intentaba ocultar su preocupación, y se sentó al borde de la cama, donde Natasha lo miraba con ojos somnolientos.
-Nat, ¿cómo te sientes hoy? -preguntó, intentando sonar relajado.
-Un poco mejor -murmuró ella, con una leve sonrisa que apenas se notaba.
Max la miró con seriedad. Sabía que, aunque su hermana estaba fuera de peligro, aún había muchas heridas invisibles. Y, aunque él deseaba que todo volviera a ser como antes, sabía que Natasha necesitaría tiempo.
-Natasha, te prometo que Ethan va a pagar por lo que te hizo. Nadie va a lastimarte otra vez.
Natasha asintió en silencio, sintiendo una mezcla de alivio y miedo. Sabía que Max haría lo imposible por protegerla, pero también temía por él. No quería que se metiera en problemas; todo lo que quería era dejar el pasado atrás.
Ese mismo día, Charles entró en la habitación poco después de Max. Le trajo una pequeña caja de chocolates y una nota que él mismo había escrito. "Para que recuerdes que aún tienes a quienes te aman y estarán siempre a tu lado." Natasha lo miró agradecida, y, aunque el dolor seguía presente, el cariño de Charles le dio algo de consuelo.
-Charles... gracias. De verdad -dijo, mirándolo con gratitud.
Él sonrió y se inclinó para abrazarla suavemente, sin decir nada, solo transmitiéndole que él estaría allí, pase lo que pase.
Max observaba la escena y, en su interior, sabía que Charles era lo que Natasha necesitaba. Alguien que pudiera apoyarla con ternura y paciencia, mientras ella se reconstruía. Por primera vez, Max no sentía celos ni sobreprotección. Al contrario, sentía paz, al ver que su hermana tenía a alguien más que la amaba tanto como él.
Esa tarde, mientras miraban la puesta de sol desde la ventana de la clínica, Natasha, Max y Charles se permitieron un momento de calma. Aunque el camino hacia la recuperación era largo, ella sabía que, con ellos a su lado, podía enfrentarlo.
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CORAZONES EN LA PISTA
Teen FictionEn el apasionante mundo de la Fórmula 1, donde cada segundo cuenta y la velocidad lo es todo, Natasha Verstappen regresa tras años de ausencia para reencontrarse con su hermano, Max Verstappen. Pero su regreso al paddock no es solo por nostalgia; Na...