Ángel, ¿puedes oírme?
Él era como el sol de Mayo, brillante con todo y los rayos del alba; su cabello rojizo asemejándose a un rubio cobrizo cuando el sol lo reflejaba. Mayo era un mes feliz porque él estaba sonriendo.
Sonriendo.
No sabía por qué y le apetecía saber el motivo pero no podía llegar y preguntarle la razón, se apreciaría como algo estúpido. Y bueno, tenía una gran parte de razón para ser sincero, no tenía que saber eso y no le correspondía, ni siquiera conocía al muchacho, a duras penas había intercambiado unas cuántas palabras porque se sentía indebido, temía mancharlo. Pero era inevitable al ser tan hermoso.
Ese chiquillo era hermoso. Habían muchas cosas hermosas en el mundo pero él había nacido para esa palabra, aferrándose a ella como chicle, tan bello, tan sublime. Era su placer oculto. ¿Quién lo había bajado del cielo? Oh, señor mío, era tentación. Una tentación sin marcha atrás, en busca de ser manchado por manos toscas y ausentes de calor.
Ann hablaba de cosas estúpidas, insípidas, tan normales que Bradlee deseaba salir corriendo de ese restaurante pero se obligó a quedarse cuando vio por la ventana del restaurante un pequeño pelirrojo con un chico de tatuajes. Y el pelirrojo estaba sonriendo, sus pómulos se marcaban, su nariz se hacía ligeramente más regordeta, sus pecas se expandían y sus pequeños dientes se asomaban. Que hermosa sonrisa, mentiría si dijera que no disfrutaba esa sonrisa acendrada porque era el mejor manjar que podía degustar.
Podría morirse si eso significara apreciar ese gesto tan simple como aquel.
Aún así, no pudo evitar quedar desconcertado cuando el chico de tatuajes le dio una bolsa con un polvo cristalino blancuzco. Su propio mentón se desencajó, apenas un segundo antes de recobrar la postura y brindarle una sonrisa a la chica enfrente suyo, quien no se percató en lo absoluto de lo que había pasado por la cabeza de Bradlee.
Aunque tardó en asimilarlo, sabía de qué droga se trataba y se permitió reír por aquel pequeño descubrimiento de un ángel pelirrojo en busca de polvo de ángeles.
Caótico y hermoso, como un ramé.
Ángel, ¿en qué estás metido? Permíteme ayudarte porque no soportaría no volver a ver lo hermoso que es tu presencia.
ESTÁS LEYENDO
Hola, ángel.
Romance"Ángel, ¿acaso sabes cómo me rompo mientras caes dormido pensando en aquel que nunca volverá?"