Un muchacho pelirrojo corría y corría, alborotando en su larga carrera el destino de su pelo que estaba perfectamente acomodado. Llegaba tarde, horriblemente tarde, de por sí siempre se la pasaba llegando tarde pero no quería llegar ese día tarde.
“¡Dylan!” exclamó alguien a la distancia y se frenó. Volteó, sacando los pulmones por la boca y sonrió, saludando en una bocanada de aire. “Corres muy rápido”
“André, tengo casi 28 años, creo que es hora de tomar en serio mi salud física” El moreno se rio, echándose al pasto del campus.
“Eres el chico más listo que he conocido en mi vida y, ¿te preocupas por tu salud física?” Dylan asintió, con una sonrisa en el rostro. Sus dientes ya no eran chuecos, estaban perfectamente alineados.
“Me preocupo más de mi salud mental, en todo caso” confesó, estirándose. “Que sea listo no quiere decir que tengo que ser una persona completamente incoherente que no se preocupe por su bienestar”
“Si, pero... Eres un chico tan inteligente y con tanta resiliencia que estás rompiéndola, estás estudiando biomedicina a pesar de todo así que sí, estoy impactado de que todavía te preocupes por tu salud física” razonó. “Yo tengo 23 y acabo de terminar el mismo programa que tú estás por terminar pero con la edad mental de 40 porque me pesa absolutamente todo” Dylan empezó a reírse. “Quisiera ser como tú.”
“Nah, créeme que no” murmuró, acostándose en el pasto por más que después se quejara de la picazón en su cuerpo, entonces miró hacia el cielo nublado y suspiró, sin más. “Ya te habrías matado.”
“Oye y... ¿cómo estás?” Dylan volteó a verlo, algo intrigado de sus palabras pues no había algo que le perturbara en lo absoluto. El muchacho moreno se mordió el labio, algo incómodo de seguir la conversación y sus ojos verdes miraron a todos lados menos al hombre pelirrojo, que seguía sus movimientos con curiosidad.
“¿De...?”
“De ya sabes quién” André apretó los labios, sin saber si ya se había enterado o no, no le gustaría ser quien le diera la noticia pero al parecer iba a ser el responsable de hacerlo. “Los periódicos lo están divulgando muchísimo.”
“¿De qué estás hablando?” preguntó, Dylan. Entonces André suspiró con tristeza y sacó su teléfono de su bolsillo, buscando algo por unos cuantos minutos y entonces se lo tendió directo a sus manos; el muchacho lo agarró y sus ojos al igual que las esquinas de su boca cayeron en desconcierto. “Woah.”
Bradlee Rothschild se compromete con Timothée Wilber.
“Eso fue...” Suspiró, sin poder hacer otra acción más. “Algo inesperado.”
“¿Te comentó algo de eso?” Dylan negó, con la cabeza en otro lado. Bueno, vale, él se lo había buscado después de todo, no es como que ahora podía quejarse por todo de lo que era responsable. Aunque le hubiera gustado saberlo de la boca de Bradlee, no enterarse por el internet.
“No hemos hablado desde hace mucho, supongo que a su novio no le gustaba que se hablara conmigo o tal vez él decidió alejarse de mi” Se encogió de hombros, mordiéndose los labios con inquietud. “En cualquier caso, me alegro que él haya encontrado la felicidad en una persona que realmente le quiera y le aprecie.”
Timothée era probablemente la persona más bella que sus ojos podrían haber admirado, como realmente, bella. Tenía unos ojos azules pero no de ese típico azul cielo, no, él tenía los ojos parecidos al hielo y su cabello era rubio platinado porque, bueno, él era noruego y los noruegos eran increíblemente hermosos. Era precioso, con unas hermosas pecas y con las pestañas más bonitas que se veían en las revistas, por supuesto que era modelo, era un chico de ensueño y tan lindo que acaparó la atención de Bradlee en un santiamén y le hizo sentir bien por fin.
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Hola, ángel.
Romantik"Ángel, ¿acaso sabes cómo me rompo mientras caes dormido pensando en aquel que nunca volverá?"