Cuadragésima segunda pluma.

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Ángel, eres peor que un pecado mortal.

Bradlee se quitó el condón y lo dejó anudado en el suelo. El pelirrojo lo miró de soslayo mientras el mayor se vestía.

Habían pasado varios días y si Bradlee estaba en casa, Dylan estaba encima de él o más precisamente de su miembro porque básicamente su relación se había convertido en eso. El sexo casual era tan pasajero que en el minuto en el que se veían, Bradlee comenzaba a aflojarse la corbata dispuesto a tenerlo para él.

Dylan no le preguntó por Ann.

—*—

"Tienes cara de que follas todos los días" Dylan rodó los ojos ante el comentario del rubio, no tenía ganas de dejar su buen humor por el lado. "Deberías intentar que te dominen, más allá de unas simples nalgadas"

"Es mi vida sexual, no la tuya" aclaró el pelirrojo, tomando un cigarro de las manos del rubio y prendiéndolo. Subió la cabeza para exhalar el humo. "Estoy bien así"

"El sexo casual es divertido cuando es con una persona diferente cada vez, si es con solo una se vuelve aburrido y tienes que empezar a innovar" Dylan no iba a decirlo pero tener relaciones con Bradlee eran calientes en todo el esplendor de la palabra pero no sabía si por parte de Bradlee era lo mismo, no le importaba demasiado pero quería hacerlo sentir lo mismo que a él. "Quien diría que eras virgen hace un mes"

Dylan dejó salir una risita.

"Lo dice el que se puso de mochilero sexual" El rubio se encogió de hombros, no podía negar eso porque era cierto. Había ido hasta Miami gracias a favores sexuales y de regreso. "Me gusta así."

Dylan dejó salir el humo de su boca, algo incómodo con la conversación. Cuando estaba con Al tendía a volverse atrevido, no le gustaba pero quería encajar en el ambiente del muchacho que era menor que él.

Ni siquiera le gustaba el cigarro.

Por otro lado, cuando estaba con Bradlee, se volvía tan infantil. Quería ser mimado y jodido por él, incluso exigía que lo cuidara más y le pedía su atención cuando se sentía aburrido, no es porque realmente necesitara su atención pero ciertamente le quitaba un peso de molestia en su pecho.

"Brad" Dylan lo llamó. El aludido no levantó la mirada de la computadora pero supo que lo estaba escuchando. "Miami" pronunció temeroso, había sido una promesa que nunca le había cumplido puesto que se había abalanzado a su miembro sin previo aviso. “Lo habías prometido... Ya sabes, por las cartas.”

“Sé lo que prometo, Dylan” respondió cortésmente. “Pero no puedo, Ann me necesita para un evento de caridad.”

Dylan se revolvió incómodo ante la mención de la chica, no estaba celoso, realmente no lo estaba pero no quería que la nombraran en su presencia.

“¿Ella sabe que te estás acostando conmigo?” Bradlee asintió, volviendo la vista a la pantalla de su computadora y advirtió que la uña de su meñique estaba pintada de un color rojo, no dijo nada al respecto pero le llamó la atención. “¿Le importa?”

“No mientras sea privado, ella también está en otras situaciones similares por lo que da igual, solo debemos alejarnos de la polémica y es todo” razonó, tomando una taza de té a su lado para llevarla a sus labios. “¿Por qué lo preguntas?”

Hola, ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora