Sexagésima cuarta pluma - FINAL

296 31 10
                                    

Ángel, te amo.

Y, quiero desearte lo mejor.

Y estaba Dylan nuevamente allí, frente a la cámara del celular prestado en una nueva noche ausente de estrellas por los edificios que obstaculizaban la vista. El pelirrojo mordía su dedo índice y parpadeaba delicadamente, pronto dejó escapar una sonrisa pequeña y sus ojos se volvieron traviesos.

“Estamos nuevamente juntos.”

Bradlee estaba sin camisa, tenía el cabello negro revuelto y podía ver sus clavículas sutilmente marcadas. Vale, debía calmarse, por más que luciera muy atractivo no significaba que debía fijarse en él y quedarse tonto por lo que podía ver, al menos eso creía o quería creer. Eran muy buenos amigos.

No después de todo o que había pasado.

Lo había rechazado formalmente. Bradlee lo había aceptado con dolor pero con el tiempo dejó de tocarlo innecesariamente, solía decirle cumplidos cada vez que regresaba del psicólogo y eso lo hacía sentir demasiado bien. Correcto.

“¿Nervioso, ángel?” interrogó el joven, llevando su mano para desacomodar su propio cabello. El menor negó, aún con el dedo en su boca y se atrevió a deslizarlo por su labio inferior hasta hacerlo rebotar; aquel movimiento le había hecho tragar con dificultad y cayó en la trampa del pelirrojo. “Tramposo” Jugaba sucio.

Dylan se encogió de hombros.

“No era mi intención conseguir un trato justo, Brad” replicó, se podía notar que quería reírse. Oh, Jesús; era un pecado tan tentador que ni con mil padres nuestros podría saldar su cuenta con Dios. “Sólo quería conseguir algo.”

“Que sutil” Volvió a encogerse de hombros, había pasado el tiempo  y el ángel había adquirido un poco de confianza, luciendo atrevido y risueño, una combinación tan exótica que lo traía loco. “¿Qué desea usted, ser angelical?” Y Bradlee se atrevió a hacer una reverencia exagerada fue entonces cuando Dylan rodó los ojos por el absurdo gesto. Se sentía en familia con él y aunque sabía que seguía teniendo sentimientos por él, estaban avanzando poco a poco en eso. 

“Claire me odia más de lo normal por tomar su celular entonces sería óptimo si me pudieras ayudar en eso” Oh, era cierto. De algo así se había quejado la mujer en un mensaje pero no le había prestado atención y cedió, asintiendo. “Gracias, juro pagártelo en veinticinco años.”

“¿Por qué en veinticinco?” preguntó, curioso. Él negó repentinamente, siendo efusivo en aquel gesto.

“Es una frase que...” Vaciló por unos segundos, sin saber cómo expresarse y Bradlee supo que era por Brent, no era necesario decirlo. “Algo que teníamos Brent y yo en común” Y ahí estaba, algo que nunca iba a tener con el ángel y que había parado de escocerle a esas alturas, el pensamiento del pelirrojo era lo único que rondaba por su cabeza pero prefería que se animase a hablar a guardarlo todo.

“Dime acerca de él” pidió Bradlee, en un intento de querer lograr que al ángel se le iluminaran los ojos como solía hacerlo cuando hablaba de él. En los pasados meses, había aprendido muchas cosas y entre ellas estaba Brent.

Brent, el muchacho de veinticinco años con el que Dylan se había juntado desde muy joven, aquel que mantuvo al muchacho de pie. Aquel que ahora estaba muerto.

“Te he hablado mucho de él, ¿no te cansas?” Sí. Sí que se cansaba pero nada era mejor como ver sus ojos brillar aunque no fuera debido a su causa. El ángel brillaba de la misma manera en la que lo hacía una estrella; era curioso porque era un perfecto sentimiento. Bradlee terminó negando con la cabeza. “Oh, bueno... Antes que todo eso, deberías saber que me han ascendido a subgerente”

Hola, ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora