Ángel, tu eres el Edén.
Le besó con ahínco, cayendo en el abismo del éxtasis mientras las tiras de semen llenaban el pecho del menor. Sus miembros se frotaban, sobreestimulados, incapaces de procesar todo el placer que seguían juntando.
Dylan apoyó su frente con la del mayor, juntando sus narices y frotándolas en un gesto que contrastaba en el erotismo que se palpaba en aquella habitación pero de igual manera sirvió porque Bradlee se inclinó hacia él, cargándolo en sus brazos mientras lo llevaba al cuarto que habían tomado para hacer toda clase de cosas que simplemente eran imposibles de hacer en una cama.
Dylan lo abrazó por el cuello mientras el hombre lo llevaba consigo, atravesando puertas como lo estaban haciendo desde hace unos cuantos días, Bradlee no lo dijo pero el chiquillo olía delicioso, su pelo a pesar de estar sudado desprendía el olor a manzanilla que lo volvía a loco. El pelirrojo sonrió mientras sus labios se prendían del lóbulo del mayor, soplando aire en aquella zona tan sensible y haciéndolo detenerse en seco para apretar con dureza sus glúteos desnudos.
“Me tienes tan jodido...” Lo oyó decir. Apuró sus pasos y Dylan sonrió, como si realmente estuviera haciendo algo prohibido o algo en lo que no deberían descubrirlos. Tal vez si era cierto pero tras una puerta abierta, el suspiro murió en los labios del contrario y ambos cerraron sus ojos, deleitándose con la agonía de sus cuerpos desnudos frotándose; se llenaron de fantasías, sus manos los dejaron de obedecer en algún momento y el deseo los manejaba como robots.
Bradlee golpeó las mejillas de su culo a la vez y después las amasó mientras lo recostaba en aquel sillón con una forma peculiar, el menor se volteó al instante y se frotó contra la superficie pero enseguida fue detenido por el estruendo en su piel rojiza. El pelirrojo mordió sus labios mientras Bradlee le acariciaba la piel con una pluma, llenando sus ojos de lágrimas porque su pene estaba deleitándose con aquel trato desenfrenado; el calor lo invadió tal guerra, su pecho ardía y se sintió encandilado por lo que trató de afianzarse a algo, sin éxito.
Bradlee llevó la pluma a sus muslos, jugando con él mientras se colocaba expuesto sobre el sillón peculiar, extendiendo su culo listo para él. Sus manos fueron ávidas y desesperadas ante la vista que él le ofrecía y tras darle un manotazo, la pluma se deslizó sobre los pliegues de su culo y se aseguró de dejarlo en paz por un momento antes de separar sus glúteos para lamer su ranura con impetu y dirigir la pluma a su entrada, haciéndolo retorcerse del placer que lo inundaba. Su cuerpo se inundó de sudor y decidió reemplazar la pluma con su miembro, amaba hacer aquello y Dylan lo sabía por lo que él paró más su trasero, dispuesto para él.
Dylan lo tomó de la cintura, con cuidado. Y lo recostó boca arriba, sus besos fueron el incendario entre sus piernas mientras los iba deslizando a través de su cuerpo, separó sus piernas y la lengua del mayor salió, esponjosa y cálida, saboreando la esencia del menor que boqueaba en busca de aire. Lo dejó por la paz cuando notó que se estaba acercando al orgasmo y Dylan no dejó pasar esa oportunidad para empujarlo hacia atrás y gatear sobre él, empujando sus labios en su miembro que le recibe gustoso. El delirio los sumió en el placer, sus toques de volvieron compulsivos mientras dejaban de saborear sus fluidos para compartir besos húmedos, llenos de pasión y locura.
Las manos del pequeño acariciaron su sexo, descolocándolo y descarriando el control que habia adquirido mientras el carrusel del placer arrastraba todo a su paso, el aire se llenó de gemidos roncos y carnales que caían en la boca del otro. Dylan deslizó su lengua en sus comisuras, bajando sus lamidas a su mentón y pronto sus labios estaban en su sexo. Gimió, ¿cómo no lo iba a hacer? Estaba en la gloria, el aroma a deseo lo embriagaba y en aquellas lamidas, pudo decirle hola a los ángeles. El cielo bajó, perturbándolo.
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Hola, ángel.
Romance"Ángel, ¿acaso sabes cómo me rompo mientras caes dormido pensando en aquel que nunca volverá?"