Decimoquinta pluma.

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Ángel, me distrae pensar en ti.

Dylan comió pollito rostizado. Bueno, en realidad lo había devorado.

Cuando Claire volvió a entrar, notó al muchacho comiendo con las manos aquel pollo, sin tener reparo en los modales. La mujer se vio puesta en una situación en la que sentía lástima por el muchacho, podía notar sus ojos rojos y el dolor con el que comía pero lo hacía como si hubiera sido bendecido por los cielos.

"¿Cómo acabaste aquí, cariño?"

Dylan le arrancó la carne al pollo de una mordida y tras tragar el pedazo, miró a la mujer con la mirada vaga y distante.

"Mi exnovio me endeudó hasta los huesos, desapareció y tuve que pagar su deuda" No quería dar muchos detalles, no sabía si era lo correcto y no quería meter a la mujer en problemas después de haberlo alimentado con pollito rostizado. La mujer no se notaba saciada en su curiosidad por lo que el foco en su cabeza entendió lo que pasaba por su mente. "Ah, te refieres a cómo terminé siendo vendido a Bradlee..."

La mujer asintió, tomando las manos del ángel para limpiarlas con una servilleta de tela.

"Eran muchas deudas, ascendían a los setecientos mil dólares y no sabía cómo pagarlo, empecé a traficar polvo de ángeles y LSD pero no me daba suficiente ganancia a menos que me fuera a las universidades a distribuirlo y me arriesgaría mucho a ser arrestado por lo que mi amigo Chad me dijo de un método para reducir aquello" El joven se quedó viendo una lechuguita y se la llevó a la boca, estaba fresca y rica.

"¿Amigo?" El tono lo dijo todo.

"Se ofreció a pagar parte de mi deuda, la mitad de ella y efectivamente lo hizo por ser proxeneta de los ricos, él me asignó trabajos..." Unos en donde era horrible haciéndolo. "Y bueno, no soy muy bueno en eso, supongo, entonces me preguntó si iba a ofrecer absolutamente todo por aquella deuda" E hizo una seña con propósito lascivo y pícaro. "No lo quería hacer al principio. Supongo que ahí es donde entra Brad."

"¿Con armadura brillante y espada?"

Dylan rio.

"No, con veinte mil dólares en un maletín" sonrió dulcemente.

Claire notó aquella sonrisa y su mente maquinó utilidades para esa sonrisa, era tierna, todo de él gritaba la palabra ternura; no entendía cómo aquel ángel bendecido por los cielos había sido objeto de tantos problemas.

"No era mi valor, se supone que para que un proxeneta tipo Chad deje ir a un activo es alrededor de medio millón de dólares, me redujo por mucho y se meterá en problemas por mi culpa."

Claire abrazó al muchacho, tratando de confortarlo en su tristeza y desolación. Le recordaba a su hijo sin la parte de lo ilícito que el pelirrojo cargaba encima como costal y arrastraba con cadenas.

"Y tengo miedo, no solo por mi. También lo tengo por Bradlee aunque no lo conozca, es muy amable de su parte hacer eso por alguien desconocido, he de admitir."

La mucama palmeó su espalda, queriendo decirle que para Bradlee no era alguien desconocido, ahora recordaba quién era aquel muchacho, el señorito lo había mencionado una vez cuando se distrajo en el regreso del viaje de California. Bradlee había estado hechizado por él.

No le correspondía decirlo.

"Sí, es amable, viejo y gruñón" Dylan alzó las cejas, algo risueño. "Uno de 27 años que cumple hoy."

Dylan dejó de sonreír.

"¿Es su cumpleaños?" La mujer asintió, incorporándose para ir directo al escritorio. "¿Va a tener una fiesta?"

Ella negó, recordando momentáneamente el fiasco que había resultado ser su última fiesta porque el joven no había decidido presentarse. Y todo fue una pérdida de tiempo.

"¡Me encantan los cumpleaños!" soltó Dylan en una sonrisa gigante y con bracitos agitados. "¿Debería regalarle algo?" Ella volvió a negar, siendo conmovida por el cambio de actitud del ángel, quién se había iluminado por algo tan trivial como un cumpleaños. "¿Habrá pastel? No es que quisiera comerlo pero si él me invitara una rebanada mi estómago le va a adorar."

Claire tomó nota de que el pequeño tenía una debilidad con la comida en general. Desvió la mirada al plato del pollo y no vio ni rastro de lechuga, el plato estaba demasiado limpio.

Tocaron la puerta.

"Claire, el señor quiere saber el estado del niño" La mujer asintió, tomando el teléfono de las manos de la chica y decidió salir del cuarto por cualquier cosa ante la atenta mirada de Dylan.

"¿Cómo está?" demandó saber, las nubes del cielo le recordaban al ángel y no podía trabajar en paz.

"Bien, comió pollo rostizado" Notó el suspiro de alivio al otro lado de la línea.

"¿Eso es saludable?" Bueno, era comida de seguro que si. "Eh, olvida eso, me ausentaré un poco más de tiempo porque Ann quiere salir conmigo y ya sabes, celebrar mi cumpleaños" Y eso último lo había dicho con un tono de fastidio que le permitió a Claire saber la clase de expresión facial que estaba haciendo.

"Bradlee" habló la mujer tranquilamente, lo que el aludido percibió como algo malo. "Creo que deberías olvidar tu atracción con el muchacho, tiene mucho miedo y vergüenza de estar aquí" Casi lo sintió replicar pero no se lo permitió. "Escucha, jovencito" Lo detuvo antes de que la acuchillara por teléfono. "Me preocupa él pero antes de que me preocupe él, me preocupas tú, no sé por qué lo trajiste a casa y tampoco quiero saber para qué lo quieres pero él no pertenece a este lugar, te ocasionará problemas y no quiero que estés expuesto a cosas ilícitas, bien sabes que no puedes."

Bradlee se jaló de los cabellos, tratando de concentrarse pero fallando cuando recordó la bonita sonrisa de aquel pequeño. Quería protegerlo, engordarlo y hacerlo feliz.

"Pero..." Trató de replicar pero es como si alguien amarrase su lengua puesto que sólo decía incoherencias.

"Él dice que tiene miedo"

Bradlee suspiró.

"El ángel tiene miedo..." Se llevó una mano a la cara y trató de pensar coherentemente pero nada le salía. "¿De mí?"

"De lo que te pueda pasar a ti."

Ángel, quiero abrazarte nuevamente y decirte que todo estará bien.

Hola, ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora