Ángel, quiero que confíes en mí.
"No tengo ropa" confesó cuando Claire le preguntó por ella. Las demás mucamas habían salido para darle privacidad al muchacho.
"¿Y con qué llegaste, cielo?" El ángel señaló su abrigo largo y la mujer vaciló por un instante lo que significaba. "Oh."
"Pertenezco a Bradlee" musitó en un hilo de voz, casi renuente a decirlo.
"No, cielo, estoy segura de que el señor te dejará ir si así lo prefieres, escuché decirle que podías ir a otra habitación o a otra casa con tal de que estuvieras feliz, corazón. ¿Vale?"
El muchacho asintió por inercia, su mente solo le producía recuerdos de promesas rotas y lanzadas a la basura por todos a su alrededor, sin excepción alguna y un sujeto desconocido no la iba a mantener, mucho menos si le debía dinero.
"Le debo dinero."
"¿Cuánto, meloncito?" Dylan apretó los labios.
"20 mil."
Claire hizo una mueca, mirando la calidad de su abrigo se había dado cuenta de que iba a ser imposible para él pagar una deuda y menos si era tan grande; sintió un poco de lástima por el ángel y por las circunstancias en las que había sido sometido. Ella estaba cerca de los 45 y comprendía esa sensación de deuda, más por el hecho de que sin el empleo de mucama en la casa del joven nunca podría haber salido adelante sola y menos con un hijo que traía encima y del que se tuvo que hacer responsable por sus actos contra su voluntad.
Y 20 mil dólares eran mucho.
Una cantidad exorbitante para un muchacho tan bello de ojitos grises.
"¿Quieres que te consiga ropa?" Dylan negó con una mueca de horror. No podía permitirse un gasto más a su causa, su orgullo lo negaba y no quería incrementar su deuda; no se sentía capaz de poder saldar todo en una vida. "Cielo, considéralo un regalo de mi parte, no lo pagaré con el dinero de Bradlee y será ropa humilde de tres a cinco dólares."
Dylan la vio, esperanzado.
"¿Haría eso por mi?" Su voz fue la que conmovió a Claire, aquella voz que parecía tan tenue y trémula, una en donde amenazaba a romperse a llorar por la bondad.
La mujer asintió, acariciando su coronilla.
"Mientras, ponte esto" y señaló una camisa blanca de mangas largas, era una tela tan ligera y liviana que no pensó que cubriría algo más que la vajilla o la tapa del baño y se la puso sólo por darle el gusto a la mujer.
Le ocasionaba vergüenza estar expuesto en su desnudez a otra persona por lo que trataba de tapar su cuerpo pero tenía que acostumbrarse a eso, aún así, Claire no lo miraba realmente, tal vez en su nueva vida sí pasaría a menudo con el sujeto de ojitos dorados. Era lindo pero lo prefería a tres metros lejos de él, no quería tocar su piel ni oler su delicioso aroma a áloe, bueno si, pero no por eso.
La mujer le dio un pantalón de mezclilla oscura y se giró para darle respeto, el muchacho le agradeció en su mente porque ciertamente, era muy incómodo. Vaciló un momento pero se lo puso, sintiendo la suave textura de una mezclilla de calidad a diferencia de las roñosas y las deshilachadas a las que se había acostumbrado a vestir, sus piernas se sintieron tan bien y deseó quedarse con aquellos pantalones. Eran muy cómodos, a pesar de que le apretaran en las caderas un poco.
Pero había sido sometido a condiciones mucho más horribles de vestimenta y esta, la agradecía.
"Listo" dijo con la sonrisa brotando de sus labios, con todo y dientitos pequeños. Estaba tan feliz de estar vistiendo algo nuevo después de mucho tiempo, debería conseguir otro tipo de trabajo y tratar de remunerar los gastos.
"¿Quieres desayunar? Te traeré el desayuno a la cama porque el joven Bradlee preferiría que lo hicieras ahí" No pues si, que controlador, no sabía que era lo que esperaba de un sujeto desconocido pero tenía una gota de esperanza que ese no fuera el caso. "No te gusta ser controlado, ¿cierto?"
Dylan negó.
"Soy un desamparado con ilusiones libres."
Claire asintió, sonriendo con ternura.
"Y quiero un pollito rostizado, ¿se puede?"
La mujer trató de disimular la risa pero falló cuando sus mejillas se elevaron y salió el sonido, el muchacho se sintió avergonzado pero es que tenía ganas de ese pollito desde el día en que vio a un pollito en una pollería y le corrieron de ahí por sus ropas, había traído el antojo desde aquel día y si podía darse el lujo, podría ser capaz de convivir con Bradlee y el pollito rostizado sin muchos problemas.
Se horrorizó al instante.
Y se quiso pegar en la cabeza por ser tan baboso y dejarse comprar por pollos rostizados, parecía de esos que por una despensa votaban por alguien y estaba a nada de tirarse de cabeza de un acantilado.
"Dylan, no le diré a Bradlee" dijo la mujer al ver el caos que reflejaba el ángel. Y el muchacho respiró. "Puedes comer pollito rostizado."
El muchacho sonrió, tan feliz como alguien que se acababa de ganar un millón de dólares en la lotería.
Claire le pasó unos flats y Dylan se los puso, sintiendo de repente como sus pies eran bendecidos por los cielos y es que había pasado una eternidad desde que había puesto los pies en algo nuevo, quería sentarse y ponerse a llorar pero estaba acompañado y no se lo podía permitir. Tenía tantas ganas de llorar, de lo bien que se sentía y de lo que significaría que sería su vida a continuación, no estaba preparado para sonreír a un sujeto y dormir a su lado.
Tal vez debería dormir en otra habitación.
¿Bradlee lo aceptaría o lo regresaría a donde Chad sin usarlo en lo absoluto?
Claire notó como todo se acumulaba en los orbes grises del muchacho y decidió salir por un momento por aquellas nubes cargadas de agua. Estaba tan roto, tan perdido, tan desamparado y quería decirle que todo estaría bien y que de hecho lo estaría pero para Bradlee, sólo era un capricho del que se iba a cansar en cualquier momento y no le quería prometer rosas cuando solo le esperarían lechos de tierra agusanada e infertil.
Un trago dulce amargo.
El ángel empezó a llorar, temiendo por su suerte; se imaginó que cuando ya dejara de ser joven y "bello" él lo desecharía. ¿Adónde iría? Las lágrimas seguían derramándose como un día de tormenta por aquellos orbes grises, quería dejar de sentir y deseó un polvo de ángeles para poder olvidarse de aquello.
Volvió a ver la ventana.
No era una opción pero quería realmente terminar todo. El valor del ser humano se perdía cuando le ponían un precio a su ser y él valía 20 mil, valía un capricho, era un simple acto de caridad y eso le estaba rompiendo porque estaba seguro de que eso no valía para nada una libertad. Chad había disminuido su precio.
Se sentía mangoneado por todos. Y estaba harto, de la situación en la que vivía pero, ¿qué podía hacer para cambiarlo? Nada, no se podía hacer nada, era una completa basura, especialmente las veces en las que la gente te trataba de animar diciéndote la pregunta previamente mencionada, la cual era una completa mentira. Era una búsqueda de esperanzas rotas e ilusiones muertes.
Culpable, sin pensarlo.
La mucama entró, dándole en una charola el pollo y se sintió aún más culpable, aquel pollito rostizado le dolía en las circunstancias y cada bocado estaba seguro de que le pesaría en la mandíbula y en el estómago. Claire salió, dejándolo solo y entonces todos los lujos se incrustaron en su cabeza como vidrios disparados hacia él, todas aquellas comodidades por las que nunca iba a ser capaz de aspirar y quiso romper todo lo de aquella habitación pero no pudo porque significaría otra deuda.
Otra que no sería capaz de pagar.
Ángel, pienso en ti mientras veo el cielo nublado.
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N/A: cadena de oración por el ángel para que no se mate.
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Hola, ángel.
Romance"Ángel, ¿acaso sabes cómo me rompo mientras caes dormido pensando en aquel que nunca volverá?"