Cuadragrésima octava pluma.

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Ángel, ya sé que tú no me correspondes románticamente. No realmente.

"Estás seriamente mal, Bradlee" dijo la muchacha a su lado, fumando del cigarrillo del que había estado calando hasta hace un momento. "Lo quieres pero acá estás, en mi cama, en vez de la tuya"

"Lo que sea, Leanne" Prosiguió a vestirse mientras la muchacha terminaba el cigarrillo y lo reemplazaba por un porro. "Espero que no tengas herpes, en serio" Ella rio, negando mientras veía el ventilador girar sobre su cabeza.

"¿El dulce angelito sabe que estás aquí?" Un silencio siguió a la pregunta y la consideró respondida. "Debes de dejar estas mierdas, Bradlee, de por sí Ann me odia y no quiero que ahora tu nuevo enamorado me odie a mí, ya no vivo para los dramas" Soltó el humo de los labios, cerrando los ojos al notar el efecto de la droga. El olor de la marihuana quemándose y esparciéndose en aquella habitación encerrada.

"Haberlo pensado antes de acostarte conmigo" declaró el muchacho, abriendo las ventanas para dispersar el olor a muerto que desprendía la hierba. Bueno, no era una justa comparación pero olía demasiado feo como para quedarse encerrado con ese olor. "Y, ¿qué más da?" Se encogió de hombros, levantando los brazos. "Vine a LA para despejarme de esto porque después de decirme que me quería y no se qué mas, se fue al aeropuerto después de esa discusión, Claire me dijo."

"¿Quieres?" Le ofreció el porro, Bradlee negó el ofrecimiento, sabía que tenía una cara para morirse del susto, literal, su secretaria había derramado el café cuando llegó a las oficinas en Los Ángeles con aquella cara. "Tú te lo pierdes, esta es la mejor mierda."

"No quiero terminar como mi hermano" volteó a mirarla, con amargura. Ella era preciosa en tantos sentidos diferentes pero era un cero a la izquierda en cuanto a lo que provocaba en él, aquel cabello rubio tan parecido al de Ann, sus ojos verdes como los de un maldito gato, su cuerpo estilizado, era una diosa y aún así, era nada para él. "Nuestra familia tiende a caer fácilmente en la adicción."

"Oh, yo comparto eso" Agarro una copa de champán mientras la levantaba en el aire y enlazaba su mirada con la suya. "Pero yo ya me rendí hace mucho tiempo" Sorbió de la copa, manteniendo su mirada en el hombre ya vestido frente a él, entonces sonrió. "Debes rendirte a disfrutar de algunas adicciones y pienso que deberías sucumbir ante las comadrejas."

Bradlee bufó.

"¿Cómo te enteraste de él, en todo caso?" preguntó curioso, la verdad es que no hablaba del ángel con ninguno de sus amantes así que se le hacía extraño que ella lo supiera.

"Aaron, tu hermanito, se enteró por tu papá" Volvió a sorber de su copa. "Y Ann dijo el resto, así que cuéntame tú del dulce angelito."

"Dylan es..." Suspiró. "Como estar en el puto desierto y la última cantimplora es él" Leanne arqueó la ceja, la comparativa no ayudaba mucho. "Es jodidamente hermoso, lo puedo ver y me encuentro satisfecho de encontrar algo maravilloso en él cada día" sonrió a la nada, la mujer empezó a vestirse porque sentía que andar desnuda no era la mejor posición para escuchar a su amigo. "El otro día..." Empezó a reírse, llevando sus manos al cabello. "Le dije que utilizara la computadora para cualquier cosa que quisiera, ¿sabes qué hizo?" Ella negó, encantada al ver a Bradlee reírse mientras achinaba sus ojitos al hablar de él. "Encargó 36 cubitos Rubik, incluso modelos repetidos."

Leanne se rió.

"Yo hubiera encargado unos Louboutin, sí, señor" Bradlee la miró mal. "Vale, cuéntame de tu niño maravilla."

"Y luego, cuando lo descubrí pensé que estaba viendo porno pero era un tutorial para hacer pastelitos con veinte páginas abiertas de Amazon" Sonrió. "Amazon, ¿puedes creerlo?"

Hola, ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora