Cuarta pluma.

1.5K 224 92
                                    

Ángel, ¿cómo estás?

No había regresado a Seattle en Marzo. No tenía nada que hacer allá y no quería parecer obsesivo con aquel chiquillo al que apenas le había dirigido dos palabras, no solía ser así y tampoco podía permitirse ser así. Era insensato.

Marzo, mes de cambios, el mes en donde el sol estaba brillante pero el viento de Invierno seguía azotando; aún así, nadie le quitaba a Marzo el placer de ser cálido en espacios abiertos y gélido en la obscuridad. ¿Seguimos hablando de Marzo?

Ángel, espero que estés bien, eso me tranquilizaría un poco.

Hola, ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora