— ¡¿Cómo te atreves?!— se queja Acuario con voz llena de ofensa, viendo el tablero y luego al rubio quien solo se encoge cohibido en su sitio—. Estás viendo que soy pobre y todavía me quitas mi única propiedad. Te pasas.
— ¡Así es el juego!
Mientras ambos discuten vívidamente, Libra decide intervenir, aunque lo único que la chica logra es que la pelea suba de tono. Cualquiera puede oír las voces de los tres signos de aire. Por otro lado, la menor de agua los mira atentamente, decidiendo si interrumpir o permanecer en silencio.
¿Cuánto tiempo llevan jugando?
Unos pasos se escuchan por las escaleras, pero ninguno se percata de ello. Capricornio baja el último peldaño, se frota los ojos con ambas manos formando puños, pues la luz de la sala le causa ardor en sus pupilas, y, una vez se acostumbra a la iluminación amarillenta de la lámpara de techo, se fija en los signos que habían decidido jugar Monopoly para entretener a su invitado de menor edad.
—Oigan —habla con seriedad. Su volumen es suficiente para ser escuchado y llamar la atención, pero no como para despertar al resto de los signos. La casa de aire y Piscis le miran—. ¿Saben acaso qué horas son?
— ¿Las diez?—indaga despreocupadamente el peli-plata.
—No—responde el castaño adormilado, tallándose la cara y caminando hacia ellos —. Son las dos de la madrugada.
—Ah, no exageres, Capri.
Ante la incredulidad de Acuario, el signo de tierra le lanza una mirada de obviedad. Con esto, el chico de aire revisa en su celular. Ahí en la pantalla, con números blancos, en la posición central y superior, está la hora junto con la fecha y un fondo de Dog; 2:15 de la madrugada.
—Brujería—asegura Acuario guardando el aparato donde antes.
—Eso explica que este oscuro— admite el rubio—, que todos estén muy callados y que el niño esté dormido desde hace rato.
—Lo mejor será ir a dormir—dice Libra—. Guardaremos todo mañana.
— ¡Ah! Yo puedo guardarlo —sugiere Piscis con una pequeña sonrisa —. No se preocupen.
—Que Zeus te lo pague, pequeña Piscis —agradece el menor de los aire haciendo una ligera reverencia hacia la chica, que solo le resta importancia con un movimiento de mano —. Sueñen bonito.
Y sin más, Acuario se retira arrastrando los pies en dirección a su habitación. Géminis se le acerca a la chica rubia, ofreciendo su ayuda para llevar al niño, y ella la acepta. El rubio carga en brazos al chiquillo pelinegro y sube con éste abrazándose a su cuello, mientras la rubia se levanta y, con las piernas ligeramente entumidas por acurrucar ahí al menor, le sigue.
Piscis se decide a limpiar la mesita de centro. Comienza por guardar las cartas y las pequeñas piezas del juego en su caja, mientras el signo de la cabra se retira a la cocina por el vaso con agua que su cuerpo le pide. Una vez termina y deja el vaso de vidrio en el fregadero, se devuelve a la sala para ver si la chica ya ha concluido.
Sigue guardando las pequeñas piezas, así que el castaño le ayuda a poner el tablero en su lugar. Poco después, la peli-azul acomoda todo y cierra la caja con su respectiva tapa. Ambos se ponen en pie; Piscis con la caja del juego en manos y, con cierto atisbo de sueño, bosteza.
—Me sorprende que no te hayas ido a dormir—habla Capricornio, esperando a que la chica suba las escaleras para así poder apagar la luz de la sala.
—Estaba tan distraída jugando que no me di cuenta de la hora—sonríe ella ya en la cima, mirando a tientas la figura del chico que sube tras de ella—. Ni si quiera sentí sueño hasta ahora.
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Estrellas juntas
Random¿Cómo sería si los signos del zodiaco vivieran bajo el mismo techo? Un completo caos, probablemente. Una historia común, romántica, graciosa, pero nada increíble, si aun así quieres leerla, adelante. |EDITANDO|