El signo fuego no se lo ha pensado dos veces, como la mayoría de las ideas que surcan por su cabeza, y termina de bajar las escaleras hasta llegar a la sala de estar en donde el signo de plateados cabellos se encuentra, con un bol de chuches y una cajita de jugo sabor durazno mientras en la televisión es emitido un documental o algo por el estilo que al mayor realmente no le importa.
—Así te quería agarrar, puerco— dice el pelinegro, con las manos en las caderas y una mirada amenazante, provocando que el otro signo ponga pausa a su forma de entretenimiento y se gire a mirar al recién llegado.
—No estoy viendo porno, si eso es lo que esperabas— afirma Acuario, con la pajilla del zumo entre los labios y señalando la pantalla del electrodoméstico—. Es "Cosmos", con Neil deGrasse Tyson, mi Dios.
—No hablo de eso.
—Ya veo. Entonces, ¿qué quieres?
—Tú y yo tenemos que hablar de algo muy serio, señorito— el chico de fuego se acerca al sofá y se sienta junto a su mejor amigo de ojos turquesas que ahora le observa con la boca abierta con indignación por cómo se ha dirigido a él—. ¿Qué está pasando? Cuéntamelo todo, ¿entendiste?
Acuario suelta un suspiro dramático porque es él de quien estamos hablando, y se acomoda para mirar de frente al bronceado.
—Todo empezó cuando vivíamos en casa con Amaryltis...
—¡No! — le detiene el de ojos purpúreos, agitando la mano frente a él y ocasionando que el menor le mire con las cejas fruncidas—. No. No hablo de eso, Acuario. Hablo de lo que ha pasado con Leo.
—Ah...
El bronceado observa expectante y pronto se enoja al ver como el menor se voltea hacia la televisión para reproducir el documental desde el punto en el que se ha quedado. El sonido tranquilo del video llena la habitación y el de piel como porcelana vuelve a llevar la pajilla de su jugo a sus labios para beber tranquilamente aquel liquido ambarino.
—¡Acuario! — se queja el signo fuego, arrebatándole el control al peli plateado y pausando el documental justo en el momento en que salía el rostro del presentador en escena; el aludido le mira, enfurruñado cual niño al que le han quitado su programa favorito—. Te estoy hablando en serio. Dime que ha pasado.
—No ha pasado nada, no sé de qué me hablas. Déjame ver mi documental.
—No. Tenemos que hablar.
—Sagitario— chilla el muchacho de ojos turquesa, tratando de arrebatar el control del contrario, pero éste, en un movimiento rápido, se sienta en el aparatito—. ¡No!
—Habla ahora o no vuelves a ver el control en toda la eternidad.
—Como si te fueses a quedar quieto toda la vida. ¡En algún momento te tendrás que mover!
Santo Olimpo, el pelinegro sabe que el contrario tiene un muy buen punto ahí que le es difícil de refutar, por lo que busca desviar la charla al tema que realmente le interesa.
—No me hagas llamar a Libra— amenaza el de menor estatura, señalando al adverso.
—No lo harías.
Entonces Sagitario toma el aire suficiente, pero Acuario sigue incrédulo ante su aviso.
—¡¡LIBRA!! ¡LI-...!
—Ya, ya— le calla el menor, cubriéndole la boca con ambas manos y mirando a las escaleras para ver si la aludida aparece por ahí, sin embargo, los segundos pasan y ella no se asoma. El signo aire vuelve a mirar a los ojos purpúreos del bronceado—. Está bien. Está bien. Vamos a hablar.
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Estrellas juntas
Random¿Cómo sería si los signos del zodiaco vivieran bajo el mismo techo? Un completo caos, probablemente. Una historia común, romántica, graciosa, pero nada increíble, si aun así quieres leerla, adelante. |EDITANDO|