Aries yace en su puff rojo, leyendo un comic que yace entre sus manos. Sagitario se encuentra recostado en la cama con su cabeza reposando en el regazo de Tauro; el mayor navega en internet gracias a su celular mientras que el pelinegro se enfoca en la pantallita del GameBoy Advance.
Deteniendo sus ojos oscuros de observar los diálogos y las imágenes, el pelirrojo frunce las cejas para luego bajar el comic hacia sus piernas, perdiéndose por completo en sus pensamientos y logrando llamar la atención del signo tierra que, aun sin levantar la vista de su aparatito, le pregunta si algo le sucede.
—Siento que olvido algo— dice el carnero, entrecerrando los parpados para examinar su habitación como si la respuesta estuviera ahí.
—¿Teñir tu cabello? — pregunta el menor de los tres.
—No, baboso. Creo que es otra cosa.
—¿Tienes hambre? — habla Tauro.
—No.
—¿Ya fuiste al baño?
—Sí.
—¿Lavaste la ropa? — Aries se queda en silencio un segundo, llevándose una mano al mentón—. Recuerda que te tocaba a ti esta semana.
—Sí. La dejé secando.
—¿Revisaste si Hades tiene agua?
—Piscis le puso hace poquito.
—¿Entonces?
—A lo mejor no es nada.
El par sobre la cama asiente y profiere sonidos de estar de acuerdo con él, continuando cada uno en sus asuntos; Aries toma el comic de nuevo, haciendo amago de levantarlo para poder retomar su lectura y deteniéndose en seco cuando la puerta se abre, asomándose por ahí una cabecita de cabellos azulados. Los ojos claros de la signo de agua viajan por la habitación hasta detenerse en el pelirrojo que permanece inmutable en su asiento.
—Aries— habla ella, entrando por completo—. ¿No dijiste que querías ver la nueva película de Guillermo del Toro? La función es en un rato, ¿por qué sigues en pijama?
El aludido suelta un largo resuello de total e inmensa sorpresa cuando se percata de la situación, ocasionando que la cangreja alce las cejas con confusión y que los otros dos signos masculinos se giren a mirarle.
—Lo olvidé— asegura, ganándose una risita de la fémina.
—¿Vas a cambiarte? Podemos ir otro día.
—No, no, no.
Escuchan que el carnero repite aquello como si fuera un mantra a la vez que se levanta torpemente del cómodo puff para tomar ropa de los cajones de su armario y entrar al baño donde, en un parpadeo, se cambia. En cuanto sale se coloca unas zapatillas deportivas y guarda todo lo necesario en los bolsillos de sus pantalones antes de tomar a Cáncer de la mano para correr fuera de la habitación, dispuesto a llegar a tiempo a la función.
—¡Recoges la ropa en unas horas! — le grita ya lejos al azabache de ojos purpuras.
—¡Sí, adiós!
***
Leo no se sentía bien ese día. Había tenido demasiado trabajo y por ello había quedado exhausto. Además, su carrera de modelo apenas estaba empezando y tenía que tomar cualquier trabajo que pudiera incluso si no le parecía muy bueno. Se encontraba en la sala, tumbado en el sofá con los brazos abiertos sobre el respaldo. Miró el techo y suspiró largamente. Tenía la camisa blanca abierta de los dos botones principales y unos pantalones de mezclillas que estaban rotos de las rodillas. Se pasó la mano por el cabello que ya estaba desarreglado, cayéndole por toda la frente y las pestañas, además de las orejas; no tenía ganas de nada.
ESTÁS LEYENDO
Estrellas juntas
De Todo¿Cómo sería si los signos del zodiaco vivieran bajo el mismo techo? Un completo caos, probablemente. Una historia común, romántica, graciosa, pero nada increíble, si aun así quieres leerla, adelante. |EDITANDO|