Atenerse a las consecuencias

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Escorpio ni se inmuta en cuanto la puerta de su habitación es abierta y por ésta pasa su mejor amigo castaño. Capricornio escucha los arpegios que el contrario hace con su guitarra acústica, ágilmente y con una habilidad impresionante; la cabra es un asco para todo lo artístico. El menor ingresa por completo y cierra la puerta detrás suyo para ir donde el tatuado.

—¿Qué? — pregunta el signo agua, sin girarse a mirarle.

—¿Sabes dónde está Piscis? La estoy buscando.

—¿Ya revisaste su cuarto?

—No me tomes por estúpido, por supuesto que ya he visto ahí y no está, es por eso que he venido a preguntarte.

—Pues no sé, entonces— dice y sus ojos vinos se fijan, por fin, en el moreno—. ¿Para qué la quieres?

—Necesito hablar con ella.

—¿De?

Escorpio observa que el otro signo se truena los nudillos, un claro tic nervioso que tiene el menor, y le resulta sospechoso. ¿Qué se trae entre manos con su hermanita?

—¿Y bien? — insiste, alzando la ceja derecha y mientras se detiene de su práctica musical.

—Veras— suspira el castaño, aun moviendo sus dedos a pesar de que ya no producen sonido alguno—. La última vez que salimos y que hubo una tormenta, tuvimos que quedarnos en un motel.

—Sí, lo recuerdo.

—Bueno, pues, esa vez nosotros... ya sabes, tuvimos sexo.

El escorpión entonces deja la guitarra de lado y se levanta de su sitio para plantarse frente al menor, esperando intimidarlo con su altura y con los brazos cruzados sobre el pecho mientras sus cejas se fruncen con severidad.

—¿Tuviste sexo con Piscis?

—Sí—al ver que el mayor arruga más el entrecejo, aun si lo odia, decide explicarse—. El ambiente se dio para eso y tuve suficiente responsabilidad como para protegernos. Supongo que es algo que en cualquier momento iba a pasar, es decir, somos pareja y es muy normal que en una relación se tenga este tipo de contacto físico.

—¿Entonces cuál es el problema?

—Pues...— suspira—. Obviamente fue algo consensuado. Es más, ella fue quién empezó todo, ¿sabes? Y, claro, yo le seguí. Te mentiría si dijera que yo no quería. Pero, estoy preocupado. Han pasado ya algunas semanas y ella ni siquiera me mira a la cara.

—¿Te está evitando?

—Sí. No puede estar en el mismo cuarto que yo, no puede mirarme ni hablarme con normalidad, nada. No sé si hice algo mal y quiero que lo hablemos como los adultos que somos. Yo realmente, Zeus, realmente la amo y no quiero que todo lo que tenemos se destruya por algo tan banal. Quizás hubiese sido mejor que no lo hiciéramos. No me arrepiento, no es eso, pero de saber que las cosas se iban a tornar así, entonces hubiera hecho las cosas de manera distinta.

Y el signo agua rueda los ojos con cierto fastidio, por las palabras cursis de su mejor amigo y por la actitud que su hermana menor ha estado tomando frente a éste. Se acomoda las arracadas de la oreja izquierda y, con la mirada atenta de la cabra, se acerca hasta su cama para golpear el mueble con el pie.

—Sal de ahí y habla con él, por el amor al Olimpo.

Capricornio le mira confundido, pensando que, finalmente, su amigo se ha vuelto completamente loco, sin embargo, casi de manera mágica, la menor de la casa agua emerge de debajo de la cama. Así que ahí es donde se ha estado escondiendo. Piscis se yergue por completo y se arregla la blusa morada y el largo cabello índigo mientras el de ojos vino le da un par de palmadas en el hombro para darle ánimos a sabiendas que ella es bastante miedosa con ciertas cosas. El signo fuego observa que la adorable cara de Piscis se encuentra completamente roja y sus ojos aquamarina se hallan fijos en sus manos nerviosas. Escorpio, por otro lado, se sienta en el colchón y regresa a sus rasgueos sobre las cuerdas de su instrumento, importándole poco que los tortolitos estén ahí.

Estrellas juntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora