Sí, no y tal vez.

3.1K 177 100
                                    


Da pinceladas en la pared con un pincel ancho de forma plana, lleno de pintura color azul cian como sus ojos, mientras su acompañante, se dedica a pintar de color rojo carmesí con un utensilio más fino. La música de fondo que proviene del reproductor de música algo viejo perteneciente al mayor, reposando en una esquina de la habitación lejos de todo el caos de pintura. Géminis menea la cabeza al ritmo de la canción que suena en estos momentos, mirando con concentración la pared y sus trazos, hasta que su vista se desvía sin querer y se clava en la rubia junto a él, a solo unos pasos.

Libra no le presta atención, pues con mucho ánimo, canta la canción en voz baja, mientras pinta de una manera fluida y elegante.

"Estás babeando."

El mayor se apresura a limpiar sus labios, dándose cuenta que ahí no hay nada. Deja de pintar y su mano libre se dirige a su frente, la cual golpea con fastidio por el comentario de su otro "yo". Rueda los ojos y vuelve a posarlos sobre la chica. Libra luce tan alegre cuando hace lo que le apasiona; pintar, dibujar, cantar, hacer fotografías, confeccionar ropa. Ojalá pudiese verla así de contenta todo el tiempo. Pero es totalmente imposible con la carga que sufre la rubia. Sus ojos azules como el cielo repasan a la chica de abajo a arriba; está descalza, con un pantalón azul de deporte doblado hasta las rodillas y una playera blanca que antes pertenecía a Acuario, por lo que le queda bastante grande. Sus rizados cabellos como el oro los tiene torpemente sujetos en una coleta improvisada y floja, y está con el rostro al natural. La razón de su apariencia es simple, probablemente termine ensuciándose de pintura y no quiere echar a perder una buena prenda de ropa por andar de descuidada. Aun así, Géminis piensa que se ve tan preciosa como de costumbre.

Libra deja de cantar en cuanto la canción termina y se dispone a seguir con lo suyo, no sin antes ver cómo es que le está yendo a su querido hermano. Sus ojos tan eléctricos como dos rayos condensados, se clavan sobre el chico, hasta este momento percatándose de que se ha detenido de pintar y le está mirando.

— ¿Qué?—comenta ella con una ceja enarcada y una sonrisa divertida.

El chico sale de su estupor y trata de controlar el sonrojo que amenaza con hacer acto de presencia en sus pómulos de piel clara.

—Boop.

Y tratando de no actuar de manera poco usual, le pinta un punto en la nariz con su pincel, dejándola de color azul. La chica hace bizcos para observar la marca, aunque es claro que no lo logra.

—Combina con tus ojos— asegura él con diversión y una pose diva.

La rubia sonríe como siempre y sin más, sorprende al otro pintándole los labios con su herramienta de arte, dejándolos de un color carmesí.

—Combina perfectamente con tu tono de piel —dice ella, alzando el pulgar en señal de aprobación.

—Lo sé, querida. Lo sé.

Libra ríe ante la actitud ególatra del chico. Actitud completamente fingida.

—A veces creo que Acuario te afecta demasiado.

—Tonterías. ¿Cómo puedes hablar de nuestro querido hermano de esa manera, Libra? Yo no te crie así.

Antes de que ella pueda responder, siguiéndole el juego al mayor que tiene una mano sobre la frente y otra en el pecho en un gesto dramático, escuchan el sonido de un teléfono. Prestan su completa atención y se dan cuenta que está entrando una llamada al aparato de la casa. Así, Libra se dirige a un pequeño estante de madera en la pared, donde descansa el teléfono de color marfil de plástico, con algunas manchas de pinturas de diferentes colores. Lo toma, haciendo que deje de escucharse el incesante tintineo y lo coloca contra su oreja.

Estrellas juntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora