Caminar a casa nunca me ha parecido tedioso, todo lo contrario, me parece entretenido y relajante. No es que mi hogar quede realmente cerca de mi trabajo, pero no hay nada de malo en caminar un par de calles o más para poder llegar. Sin embargo, hoy me he ido por otra dirección puesto que están arreglando unas tuberías en mi usual camino a casa. El desviamiento logra que me detenga frente al acuario donde Cáncer trabaja, el cual miro durante largos instantes. Es grande, no muy alto pero sí ancho, con puertas enormes de vidrio transparente por donde entro. El recinto es gélido, con una iluminación pobre que le da cierto aire interesante al sitio. Las luces reflejan el agua de los tanques sobre el suelo color blanco con líneas negras en las uniones de las baldosas. Los tanques son gigantes, de vidrio y repletos de agua marina o dulce donde animales de todo tipo danzan dentro con parsimonia. Están en su elemento, pero yo no.
A todo esto, pienso, ¿por qué he entrado? La verdad es que no lo sé, pero ya estando aquí, decido echar un vistazo a las exhibiciones. Hay peces brillantes que nadan en cardúmenes y otros, más grandes, que van en solitario. Hay corales, algas y demás sobre el suelo de los tanques, llenándolo al igual de arena. No me resulta muy interesante, a decir verdad, por lo que mi mirada vaga desinteresada por el lugar hasta reparar en unos señalamientos. Ahí, con letras gruesas de color blanco sobre un fondo azul, dice: Tiburones. Eso sí suena como algo que quiero ver. Esos animales me parecen misteriosos y geniales, aunque siguen siendo animales marinos y a mí, no me gusta el agua. No particularmente al menos. Dirijo mi andada en la dirección señalada por una flecha blanca hacia la derecha en la intersección, luego, yendo derecho.
Llegando a lo que parece ser el tanque con forma cilíndrica de los tiburones, que debo acatar que son más pequeños de lo que me he imaginado pues esperaba tiburones blancos, me detengo al ver a Cáncer hablando, o más bien discutiendo, con un chico. Me quedo unos segundos ahí, a un metro de distancia, aproximadamente, inclinando la cabeza y buscando en mis memorias a ese chico. Pienso, entrecerrando los ojos y, por fin, lo reconozco. En ese momento, el enojo hace mis manos vibrar y cosquillear; aquel sujeto es el exnovio de Cáncer, aquel que le rompió el corazón y la tuvo en depresión durante un tiempo. ¿Qué hace aquí?, me pregunto, evitando ir a romperle la cara frente a ella, quien igualmente no parece muy contenta por su presencia, pues sus cejas de color índigo se mantienen fruncidas con molestia. ¿Debería meterme?
Antes de discutirlo seriamente conmigo mismo, mis pies ya se encuentran moviéndose uno frente al otro, caminando para acercarme a ellos e irrumpir en su conversación. Al llegar a su altura, tomo el brazo de Cáncer, esperando no estar usando demasiada fuerza, esperando no lastimarla. Sus ojos grises se clavan en mí, al igual que los ojos castaños de él que me miran con recelo.
—Vámonos—sentencio, mirándolo a él y no a ella, quien debe estar extrañada y confundida por mi repentina aparición.
No esperando respuesta de parte de ninguno, arrastro conmigo a Cáncer a cualquier lado mientras sea lejos de él. Luego de caminar unos instantes por los pasillos, conmigo guiando el camino, ella me releva y nos lleva a una pequeña oficinita detrás de una puerta de madera blanca bien cuidada. Al cerrar la puerta, veo que ella suspira con alivio; me recargo contra el escritorio de madera ocre detrás de mí, colocando mis manos sobre éste.
— ¿Qué haces aquí? — pregunta ella con voz temblorosa, alzando la cara para mirarme.
—Pensé en que podíamos ir a casa juntos—digo sinceramente, aunque no es como si eso fuese mi idea principal —. Si es que quieres, claro.
La veo sonreír, aunque es un gesto un tanto dolido de parte suya.
—Seguro— acepta, moviéndose por el lugar para tomar su bolso que descansaba hace un segundo encima de un archivero color gris, cargándoselo en el hombro—. Iré a registrar mi salida, puedes esperarme en la entrada.
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Estrellas juntas
Acak¿Cómo sería si los signos del zodiaco vivieran bajo el mismo techo? Un completo caos, probablemente. Una historia común, romántica, graciosa, pero nada increíble, si aun así quieres leerla, adelante. |EDITANDO|