Estado de completa conmoción

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Acuario nota extraños tics faciales en Piscis. Sus pestañas oscuras suben y bajan repetidas veces conforme parpadea incesantemente, en algunas ocasiones con demasiada fuerza. Las cejas se fruncen y se alzan de manera consecutiva a la par que sus ojos se entrecierran. ¿Tendrá una basurita en el ojo? Le coloca la mano sobre el hombro para llamarle la atención a la menor a quien pregunta si algo le ocurre. Piscis pasa sus nudillos por sus parpados, tallándolos y negando con un movimiento de cabeza.

—Creo que tengo la vista muy cansada hoy— confiesa ella, ambos ignorando que la puerta se abre y que el resto de signos alrededor de la mesa, junto a ellos, parecen animarse por alguna razón.

—Esto te está pasando muy seguido. No creo que esté bien.

La signo agua suelta un sonido de garganta de manera larga y algo culpable, aun sobando sus ojos con las yemas de sus dedos a la vez que Acuario le retira el cabello de la cara con cuidado, pensando que no es buena idea dejar que las hebras color índigo caigan sobre el sitio donde perseveran las molestias.

—Piscis, ¿ya has ido a un médico? Si quieres puedo acompañarte.

Los labios de la aludida se fruncen con cierta inconformidad, dejándose la cara para posar sus manos con tranquilidad sobre su regazo y observar con cierta dificultad al contrario.

—Acuario.

El rostro del mencionado pasa de mostrar completa angustia por su pequeña amiga a reflejar sorpresa e incredulidad con ligero temor. Inconscientemente, toma con fuerza la mano de Piscis quien de inmediato comprende la gravedad de la situación. La menor coloca su mano adversa sobre la pálida del signo aire y sus orbes aguamarinas se desvían de éste para observar a quien yace plantado próximo a ellos.

—Leo, bienvenido— habla Piscis genuinamente contenta de ver que el signo ha llegado sano y salvo a casa—. No sabía que volvías hoy. ¿Cómo te ha ido? Ah, debes estar muy cansado, ¿no? Oh, pero seguro también tienes hambre. La comida de avión no es muy buena, ¿cierto? Bueno, nada como la cocina de Tauro de todas formas.

—Mh. Ha sido un viaje bastante largo e incómodo por los asientos, pero no es gran cosa.

—Debes estar acostumbrado. Pero, ¿por qué no te sientas? Ya vamos a comer. Llegaste justo a tiempo.

Acuario se ha sentido incapaz de darse la vuelta para encontrarse con Leo de frente, rascándose suavemente la punta de la nariz con los dedos y mirando fijamente su mano entrelazada con la de la signo agua.

—Acuario— el signo mayor de la casa tierra le llama, completamente inocente de lo que ha estado sucediendo y pareciendo, a ojos del mencionado, como un ángel caído del cielo—. Ven tantito.

Sin dudarlo ni un segundo, el peliplateado se levanta de su sitio y se dirige hacia Tauro que yace frente a las hornillas de la estufa donde se cocina la comida. El mayor le pide ayuda con algunas cosas y ni siquiera se queja o réplica al respecto, actuando obedientemente mientras bromea tontamente para calmarse lo suficiente y evitar llamar la atención demasiado. ¿Por qué nadie le ha dicho que Leo volvería hoy? Obviamente Libra ha estado enterada, pero ella no ha mencionado nada. Lo más sorprendente es que Sagitario ha tenido que saberlo y aun así ni una palabra ha salido de su boca respecto al tema. ¿Lo ha hecho a propósito? Espera que no, porque sinceramente eso le enojaría. Agita la cabeza, como negando, a la par que se pregunta qué hará ahora.

Ahogando un grito desesperado, porque sabe que el pelinaranja aprovechará la primera oportunidad que tenga para hablar del asunto, Acuario termina con el pedido de Tauro quien le agradece y le obsequia una sonrisa. Al darse la media vuelta con la intención de volver a su asiento, su mirada turquesa choca irremediablemente, quizás de manera muy inconsciente, con la amarilla del león que, con un gesto muy sutil, casi imperceptible, le indica que se acerque para charlar. Sin embargo, el menor lo que atina a hacer es tomar del brazo a Tauro quien, por estar distraído con otras cosas, se asusta al punto de dar un saltito en su sitio antes de mirarle con ligero asombro y duda.

Estrellas juntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora