Cerrar los ojos a los problemas

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Escucha un par de golpes contra la madera de la puerta. Concluye con el aseo de su habitación al mismo tiempo que su voz sale, dándole permiso a la otra persona de que entre a la habitación.

—¿Cáncer?

La aludida se gira a mirar al signo del toro, cuya cabeza emerge cómicamente desde la abertura. La signo agua le sonríe, dejando una almohada sobre la cama, y con eso es suficiente como para que el mayor ingrese por completo.

—¿Has visto a Aries?

—¿No estaba contigo? — musita ella, llevándose una mano a la barbilla de manera meditabunda—. ¿No estará con Sagitario?

—No. Ya pregunté por ahí.

—Oh. ¿Necesitas algo? Puedo ayudarte si lo necesitas.

—¿De verdad?

—Por supuesto.

***

—Vamos, falta poco— anima el peliverde a su acompañante, trotando con suavidad.

Cáncer, jadeando, casi parece estar caminando en vez de corriendo, pero es que ella siente que en realidad está haciendo el mayor esfuerzo de su vida. Sus mejillas, usualmente plateadas, se encuentran totalmente rojas como dos fresas y su piel yace cubierta de sudor, una capa de transpiración profusa. Sus dedos acomodan el cabello de tonos azules que le estorban sobre los ojos, dejándolos ahora detrás de su oreja y tratando, difícilmente, de hablar. ¡Maldice el momento en que aceptó ayudar a Tauro con su ejercicio! Él le ha dicho que sería solo media hora trotando (o corriendo) por la manzana, y ha sonado como algo tan sencillo que ha cedido sin dudar. ¿Quién puede decirle que no al signo de ojos chocolate? Y es que él ha afirmado que se aburre demasiado cuando entrena solo y por eso Aries suele acompañarlo para hacerle platica, sobre todo porque es el único que puede seguirle el ritmo; el resto suele preferir entrenar solo.

—No puedo...— dice la menor, soltando las palabras como si le costara la vida y negando con la cabeza—. Déjame morir.

—Anda. Yo sé que sí puedes—le asegura el toro, sonriendo divertido y tomando la mano de la contraria para arrastrarla consigo—. No te voy a soltar hasta que terminemos la media hora. Nos quedan unos quince minutos.

—Tauro... solo te voy a retrasar...

—No. Trotando también gastas energía y así, no te preocupes. ¿Cómo voy a despreciar el favor que me haces?

La signo agua suelta un largo y pesado suspiro, viendo la carita del contrario y asintiendo con derrota. Así, Tauro continúa trotando, sujetando la mano pequeña en comparación de la fémina para que no se rezague o algo similar. La verdad es que el signo tierra ha visto la tensión que existe entre el escorpión y la cangreja luego de la enorme pelea que se han montado semanas atrás. Ninguno se habla, ni siquiera se dirigen la mira y se evitan como si tuvieran la peste bubónica. El signo tierra puede ver que esto realmente afecta a la peli azul aun si ella finge que no, por lo que ha creído que sería buena idea distraerla con lo que sea, incluso si esto significa arrastrarla con él para hacer deporte aun si sabe que Cáncer es un asco ejercitándose; no quiere que siga deprimida y le resulta más fácil hablar con ella que con Escorpio, quizás pueda convencerla de arreglar las cosas con el perforado, siendo sutil.

Cuando finalmente terminan de trotar (casi caminar), se adentran a su hogar y Cáncer prácticamente corre hacia la cocina para beber agua o de lo contrario desfallecerá allí mismo. Tauro le sigue poco después, estirando los brazos y sirviéndose un vaso con agua por igual, asegurando que aún falta más, ganándose un resoplo de cansancio de parte de ella.

Estrellas juntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora