A divertirse como niños, aunque seamos adultos

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Ve como cae hacia el agua después de tambalearse en la tabla de surf, sumergiéndose y siendo azotado por la relativamente gran ola que supuestamente, estaba montando. Tauro ve como su mejor amigo cae por décima vez en el día. El de cabello verde suspira divertido al ver al pelirrojo sacar la cabeza a la superficie para recuperar el aire perdido y buscar la tabla de color ocre. Sus ojos chocolates se desvían del carnero hasta clavarse en otro punto del mar, como si con solo un vistazo, pudiera dar con su hermano y el escorpión. Sagitario vuelve a comentar el gran fallo de Aries, diciéndole que su técnica es malísima y que debería pensar que es como andar en patineta, nada que el mayor no pueda hacer. Pero es terco y no quiere escuchar los consejos de su hermano; vuelve a intentarlo.

Capricornio se queda observando varios corales coloridos, viendo como algunos pececillos de color purpura, tan brillantes como los ojos del centauro. Se queda tan fascinado por ver esas criaturitas, que su mejor amigo pasa a segundo plano. Le importa un soberano pepino lo que ese chico que parece pandillero, esté haciendo. ¡Ojalá y se perdiese en el mar! Pero el castaño no tiene tanta suerte. Siente algo tocarle el hombro un par de veces, así que se voltea con dificultad por el movimiento del agua, con su cabello meciéndose en todas las direcciones posibles. Da la reversa con sorpresa cuando se da cuenta de que tiene a una tortuga a unos milímetros de distancia de su rostro, y más cuando ésta le lanza una mordida que por poco y roza su nariz. Sus ojos se abren con impresión mirando a la criatura de enormes ojos negros y cuerpo de tonalidades cafés y verdes, luego, los clava en su mejor amigo, quien sostiene al animal por el enorme caparazón. ¡Es casi del tamaño de un Golden Retriever!

Escorpio, luego de mirar a la tortuga con fascinación, la suelta, pues solo la ha querido agarrar para apreciarla. Mientras el animal se marcha nadando con sus aletas de una manera lenta y calmada, el signo de agua le dedica una mirada y sonrisa burlona al signo de tierra por su reacción asustadiza.

Capricornio le hace una seña obscena con los brazos antes de dirigirse a la superficie, pues sus pulmones le exigen aire. Al sacar la cabeza, da una inmensa bocanada de aire y escucha el agua chapotear a su lado. Al prestar atención, ve que su mejor amigo permanece a su lado, con una sonrisa satisfecha en el rostro, mientras gotitas de agua escurren de su cabello.

—Estamos bastante lejos de la orilla—dice el menor, percatándose de la distancia existente. Un par de metros más y los demás se verían como insectos diminutos—. Deberíamos volver.

—Supongo—contesta desinteresado el de ojos vino—. ¿Puedes regresar solo, o tendré que arrastrar tu horroroso trasero hasta la playa?

—Yo puedo. El día en que te pida ayuda, me declarare en estado de demencia.

—Y yo disfrutare mucho escuchar cómo me pides ayuda con desespero. Pero conociéndote, eso no sucederá.

— ¿Acaso ha sucedido después de más de tres mil años conociéndonos? Por favor, tendría que ser el fin del mundo para que ocurra tal milagro.

—O el día en que Piscis te mande a la verga—hace una pausa y piensa un poco —. Aunque eso vendría siendo lo mismo.

—Eres tan simpático—ironiza el menor, rodando los ojos con fastidio.

—Lo sé, Capricornio.

El castaño exhala con fuerza, mirando aun la playa, hasta que su vista se dirige a su mejor amigo, notando algo peculiar en éste. Junto a su hombro, justo en su brazo, hay algo de color naranja pálido que parece poseer puntitos de un color más suave. Escorpio, extrañado por la atención del contrario, alza una ceja con inquisitiva.

— ¿Qué?—dice, viendo como el castaño se le acerca.

—Traes algo pegado.

El escorpión trata de mirar aquello que haya notado el contrario, encontrándose con una estrella de mar colocada como si nada en su piel. Con tranquilidad, como si fuese lo más normal del mundo, se la quita con la mano contraria a ese brazo, para luego mirar su parte inferior, donde se encuentra aquel orificio que usan las estrellas para comer y demás. Entrecierra los ojos como pensando algo y sin más, le pega la criatura a Capricornio, justo en la cara. Se quedan en silencio un segundo; Capricornio procesando lo sucedido, mientras Escorpio trata de no reír.

Estrellas juntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora