Detalles amenos

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Virgo es una muchacha que suele estar estresada la mayor parte del tiempo, además de perfeccionista a un nivel que casi roza lo ridículo. Nadie le reprocha nada, puesto que siempre logra hacer las cosas de la mejor manera posible y es una de las primeras opciones de los signos cuando deciden buscar ayuda para llevar a cabo algo que no tenga mucho que ver con los sentimientos. Claro que Tauro no está muy de acuerdo con su estilo de vida, estresándose por cualquier nimiedad, durmiendo poco y dejándose llevar por la ansiedad; Capricornio a veces también muestra su descontento por estos hechos, pero no puede reclamarle mucho cuando él se encuentra igual.

Por ello no es de sorprender que ella, ahora, se encuentra sumamente fatigada y con cada musculo de su cuerpo tenso de una manera horrorosa. Casi puede asegurar que en cualquier segundo se quedara tiesa en su sitio por maltratar su cuerpo y no manejar bien sus emociones de ansiedad y estrés. Pero este no es momento de preocuparse de cosas tan absurdas como esas, porque la chica de cabello verde está más interesada en terminar el capítulo de su tesis que aún no le convence del todo. Sentada frente a la computadora, Virgo se arregla por décimo cuarta vez el cabello en una coleta, distrayéndose con ello mientras lee y relee el párrafo que tiene escrito en el procesador de textos.

No es bueno, pero tampoco es malo.

Sus ojos como esmeraldas se fijan entonces en la esquina derecha de su aparato, percatándose que son las dos de la mañana y no sorprendiéndose por aun oír ruidos en otras habitaciones. Seguramente Géminis y Acuario deben tener un tipo de pijamada o algo por el estilo, fracasando en el intento de no reír tan fuerte para no despertar a los signos que ya se encuentran en el séptimo sueño.

En el momento que ella suspira, la puerta de su habitación se abre sin previo aviso y Sagitario ingresa únicamente la mitad de su cuerpo, asomándose para encontrarse con la signo tierra que parece no darse cuenta de su presencia. Lentamente, el pelinegro se adentra por completo, cuidando no tirar lo que lleva en manos y cerrando la puerta detrás de sí.

Virgo se percata del otro signo en cuanto éste deja un plato con gajos de naranja y una taza de té sobre el escritorio, lo suficientemente lejos de cualquier cosa importante como documentos o la computadora. Verde topándose con los orbes purpuras del menor que únicamente atina a sonreírle amigablemente. Sagitario se sienta en una silla sencilla, de color caoba y cojines crema, para mirar la pantalla del aparato donde la mayor trabaja, observando el puntero al final del párrafo que aparece y desaparece de manera intermitente.

—¿Estás estancada? — pregunta él, girándose a mirar a la fémina que suspira en respuesta—. Te ves cansada.

—Estoy cansada. Pero no quiero irme a dormir sin terminar al menos este párrafo.

—¿Y cuál es el problema? ¿Por qué no puedes avanzar?

—No lo sé. No me convence el cómo está redactado. Es insulso y tan compacto que siento que no está abarcando bien mi idea.

Sagitario dice nada y sus orbes brillantes observan el montón de libros y documentos que abarcan el escritorio, sin parecer desordenados y sin obstruir el espacio. Su atención se centra en una de las páginas de un libro, grueso como la cabeza dura de Leo, y supone que es de éste de donde la signo tierra extrae la información del momento. Sus manos agiles toman el objeto y da una lectura rápida a las frases impresas con tinta negra.

—¿Me dejas escribir? — dice el pelinegro, ganándose una mirada llena de ligera extrañeza de parte de la mayor.

Virgo parece durarlo unos instantes, observando las teclas del computador y volviendo a mirar el estúpido párrafo que parece burlarse de ella. La verdad es que se siente tan agotada que asiente, aceptando la idea del signo fuego. Así, intercambian asientos para que él pueda estar frente al aparato.

Estrellas juntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora