La verdad es que no está tan enojado como quiere aparentar, pero es que su deber y, sobre todo, su personalidad, le dicta que debe comportarse de esa manera diva y dramática, haciendo de una situación simple y sencilla, una caótica y enrevesada. Así que, sentado de piernas y brazos cruzados, espera pacientemente a que el dueño de la habitación se digne a aparecer por la puerta de madera para tener una charla. En cuestión de segundos, el muchacho de cabello naranja y ojos amarillos hace presencia, deteniéndose bajo el marco de la puerta al ver al menor sentado en su cama con cara de pocos amigos.
— ¿Qué sucede? — pregunta el león, alzando una ceja y cerrando la puerta tras de sí.
—Tenemos que hablar— asegura Acuario con tono severo, causando que el contrario piense que es solo una broma.
— ¿De?
— ¿No hay algo que quieras decirme, Leo?
El mencionado parece pensárselo unos instantes, frunciendo las cejas para recordar si es que algo se le ha escapado de las manos y, al percatarse de que no es así, se encoge de hombros, restándole importancia al asunto, causando que el contrario apretuje más sus brazos al pecho.
—No. La verdad es que no— dice con seguridad el mayor, empezando a ver con angustia al contrario.
Acuario, molesto por el cinismo de su pareja, no puede evitar que su cara enrojezca con rapidez por lo pálida de su piel.
— ¡Te vas a Noruega! — exclama el de ojos turquesa, poniéndose de pie con brusquedad y abriendo los brazos para enfatizar—. ¿Qué no pensabas decirme?
—Ah, es cierto. La verdad es que pensaba decírtelo el día que me fuera, pero supongo que Libra se me ha adelantado.
— ¡Y me alegra que me hubiera dicho! ¿Qué no confías en mí o qué?
—Acuario no es eso.
— ¿Entonces?
—Sabía que, si te decía, me harías un drama. Como el que me estás haciendo ahora.
El menor se cruza de brazos como un chiquillo enfurruñado, no pudiendo refutar la afirmación del contrario porque es totalmente cierta. Incluso si Leo le hubiese dicho desde antes, le hubiese hecho un drama de cualquier forma.
—De cualquier forma— continua el menor, sin dignarse a mirar al contrario—, ¿cuándo te vas?
—Mañana.
— ¡¿Mañana?!— chilla, girándose a mirar tan rápido a Leo que por un segundo pensó que su cuello se rompería. Está tan conmocionado con la noticia, a diferencia del león que actúa tranquilo.
—Sí, mañana— suspira—. Y no sé cuándo volveré. El rodaje de la película para la que me solicitaron tardará unos meses.
Como niño haciendo berrinche, Acuario hace un puchero, mirando indignado al contrario. Leo, acostumbrado a las escenas dramáticas de su pareja, se pasa la mano por el cabello naranja que posee para luego dar unos pasos hasta quedar frente a Acuario.
— ¿Tanto me extrañarás? — pregunta Leo con una sonrisa encantadora en el rostro, sabiendo perfectamente la respuesta a esa pregunta.
—Duh. Por supuesto que sí — dice, golpeándole levemente en el pecho. Decidiendo ya dejar su teatrito de lado, el menor suspira, pasando su mano derecha por su pálido rostro para nuevamente clavar sus ojos turquesa con los amarillos de su pareja—. Espero y no camines sonámbulo allá. Capaz y te pierdes.
—No creo. No te preocupes.
—Eso dices, pero quién sabe. Tampoco andes de suelta con la gente de allá, ¿oíste?
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Estrellas juntas
Acak¿Cómo sería si los signos del zodiaco vivieran bajo el mismo techo? Un completo caos, probablemente. Una historia común, romántica, graciosa, pero nada increíble, si aun así quieres leerla, adelante. |EDITANDO|