Estrellas juntas

Estar borracho no es una excusa para tomar malas decisiones

Como la noche es calurosa, por lo menos lo es para los signos pertenecientes a la casa de aire, Libra se ha comenzado a sentir sedienta en medio de su sueño. Se levanta en medio de la oscuridad, con los ojos entrecerrados y moviendo la boca como si estuviese saboreando algo cuando en realidad solo trata de que ésta no se sienta tan seca. Se retira de la cama y sale de su cuarto para luego bajar las escaleras que dan al primer piso, donde los fuego y agua residen, y finalmente baja las escalinatas restantes que le llevan a la planta baja.

En la sala se encuentran Sagitario y Leo abrazados mientras cantan a todo pulmón "Todos me miran" de Gloria Trevi, como si fueran las personas más divas de todo el universo y totalmente desvergonzados gracias al alcohol. En el sofá, animando al dúo, Acuario aplaude con torpeza, soltando carcajadas divertidas, y la música proviniendo tenuemente de su celular perdido entre los cojines del mueble.

Libra les mira con atención, deseando haber llevado consigo su celular para poder grabar aquello y, sin querer, una risilla se le escapa de entre sus labios. Se queda ahí de espectadora varios instantes hasta que su cuerpo le recuerda el porqué está ahí. Traga en seco a la par que se dirige a la cocina.

Escorpio mira el espectáculo que forman los demás con una lata medio llena en su mano derecha y su codo izquierdo recargado sobre la barra de la cocina. Él no es tan mala copa como los demás. Géminis está recostado sobre varias sillas altas, usándolas como una cama improvisada, en donde duerme tan profundamente como un infante sobre miles de algodones, cosa muy alejada de la realidad; permanece en posición fetal, con las manos bajo la cabeza como si fuesen almohadas.

—Acuario...—masculla el rubio, con un mechón de cabello colándose entre sus labios—. Baja de mi pony...

Unos asientos después se encuentra Aries con el ceño fruncido en un gesto de inmensa molestia, aunque de sus ojos brotan miles de lágrimas cristalinas como el caudal de un río sin fin. El carnero vuelve a tomar de su lata con rudeza, como si ésta le hubiese ofendido de la peor manera posible.

La rubia escanea a cada uno con rapidez antes de buscar un vaso limpio de una de las puertas superiores de la cocina para luego llenarlo de aquel líquido traslucido vital para cualquiera. Una vez bebe agua, se siente refrescada y mucho mejor que antes; deja el traste usado en el fregadero y vuelve a mirar al pelirrojo, quien continúa llorando en completo silencio.

Si bien Aries por lo general es seguro de sí mismo y no muestra debilidad alguna cuando está sobrio, es todo lo contrario cuando está borracho, pues se comporta de una manera infantil y sensible al ser un muchacho tan apasionado.

— ¿Aries?—cuestiona Libra, colocándole una mano sobre el hombro al mencionado quien, ante el llamado le clava sus ojos oscuros en los azules de ella que le miran con preocupación—. ¿Qué te sucede?

El pelirrojo sorbe su nariz de manera sonora a la par que se limpia las lágrimas con una mano; todo en vano. Ante la pregunta de la rubia no se puede negar a responder con toda sinceridad, como es muy típico de él, además de que Libra es como una hermana para sí y los demás chicos de fuego.

Si hay problemas y necesitan ayuda, después de no haber recibido alguna de parte de los demás signos de fuego, recurren a Libra, pues ella siempre tiene un punto de vista objetivo a la situación, no es impulsiva y busca que el resultado sea justo para todos. Además, puesto que toda la familia de fuego está conformada por hombres y nunca tuvieron una guía femenina, pues Alcander era su padre, la rubia es de gran auxilio cuando se trata de tener en cuenta el punto de vista femenino.

— ¿Qué estoy haciendo mal?—cuestiona Aries arrastrando las palabras.

—Bueno, el estar bebiendo como si no hubiera un mañana puede ser la razón.