Como es costumbre, Tauro se dedica a cocinar mientras algunos de los signos esperan pacientemente en la barra de la cocina y algunos otros apenas llegan de sus trabajos. Ya todos se encuentran sentados en los diversos banquillos altos de diversos colores. Solo faltan dos cosas para que puedan comenzar con sus alimentos: que Tauro termine su preparación y que la única chica de la casa aire, Libra, se digne a aparecer.
—Quizás nos abandonó— habla Acuario, mirando a la nada, con una mano en su mejilla y el codo sobre el frío material de la barra.
—No digas eso— le recrimina su hermano rubio y él se encoje de hombros restándole importancia.
—La verdad es que si hiciese eso no la culpo— comenta Capricornio.
—Ella volverá... Creo.
Evitando que Géminis comience a morderse las uñas, la chica entra por la puerta principal y viene acompañada. En sus brazos se encuentra un pequeño de cabello negro y ojos cafés, no luce mayor de seis o cinco años. En uno de sus hombros cuelga una mochila gris que se asemeja ligeramente a una maleta de mano. Todos le miran, entre confundidos, sorprendidos y algo curiosos.
—Y...—larga Aries. —. ¿Ese niño?
Libra abre la boca para responder, pero le detiene un sorpresivo resuello de parte de los varones de la casa aire. El de cabello plata se levanta y da un golpazo con las palmas de las manos a la mesa.
— ¡¿Tienes un hijo ilegitimo que nos escondiste todo este tiempo?!—declara el menor de aire y el mayor se lleva una mano al pecho con ofensa e indignación —. ¡Me dueles, Libra, me dueles!
—Y dime...—le dice el rubio de manera maternal, con una cara graciosa y una voz jocosa —. ¿Quién es el padre?
—A ver los dos —Libra sonríe divertida; se pasa la mano por el cabello y lame sus labios buscando que decir —. Dejen de montarse una historia como de telenovela, por favor. Este niño, es el hijo de la vecina. Me preguntó si podíamos cuidarlo un tiempo porque ella tiene que salir de la ciudad. ¡Nada más! No hay hijos ilegítimos, ni padres perdidos, ni amantes...
— ¡Ajá!—le señala acusatoriamente el peli-plata —. ¡Así que hay un amante!
Libra mira al chico con cara de obviedad. ¿Qué imagen tiene de ella? Acuario sonríe divertido y vuelve a sentarse en su banquillo.
—Entonces—interfiere Aries mirando con poca emoción al chiquillo—. No pudiste decir que no, me imagino.
La rubia le sonríe inocentemente, con cierto atisbo de culpabilidad por no haber hablado de ese asunto con los demás antes de decidir, pero es que ni si quiera tuvo tiempo de pensar en una acción "correcta" cuando ya tenía al niño en brazos y la mujer se alejaba.
—No hay nadie más quien pueda cuidarlo.
—Eso te traerá problemas un día, niña —le asegura Leo, mirándole por el rabillo del ojo para luego dirigirse a Tauro con un pequeño "gracias" cuando éste deja un plato con comida enfrente de él —. Simplemente es un "no". No les estás mentando la madre o algo así.
—Serán unos días, nada más. Máximo el fin de semana.
Baja al niño y, apenas toca el suelo, éste se resguarda un segundo detrás de la rubia, inspeccionando a todos aquellos adultos extraños y desconocidos. Cáncer le sonríe y con una seña le invita a acercarse. Tímidamente, el chiquillo va donde ella y ésta, difícilmente, lo sienta en su regazo.
—Ya tenemos suficiente con el Hippie y el canoso —habla Escorpio.
—Supongo que tú eres el canoso —Géminis mira a Acuario, quien asiente con obviedad antes de atacar su plato.
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Estrellas juntas
Acak¿Cómo sería si los signos del zodiaco vivieran bajo el mismo techo? Un completo caos, probablemente. Una historia común, romántica, graciosa, pero nada increíble, si aun así quieres leerla, adelante. |EDITANDO|