Charlas serias

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Capricornio comprende que el tema no es de su incumbencia, así que se disculpa con el resto y le desea suerte a su hermano antes de marcharse de la habitación que se queda en completo silencio.

Aries, ya erguido por completo y aun con el mando de la consola en sus manos, mira a su mejor amigo y a su novia de manera consecutiva mientras abre y cierra la boca en busca de las palabras correctas que proferir.

—Somos amigos— dice, con los ojos negros clavados en los plata de la fémina—. Sería raro que no le gustara, ¿no?

Cáncer frunce las cejas y niega, mirando con incredulidad al pelirrojo. Se levanta de la cama y se acerca con severidad al par, ocasionando que el carnero se sobe nerviosamente la nuca y observe sutilmente el suelo antes de volverle a mirar.

—Sabes que no es el mismo tipo de gustar, Aries.

El aludido no hace más que fruncir los labios con derrota, comprendiendo que nunca ha sido bueno en mentir ni en crear excusas. Hace amago de hablar nuevamente para explicar, de verdad, lo que sucede, pero la signo agua le toma del brazo con suavidad, interrumpiéndolo, e indicándole con voz suave que este tema es uno que él no debe de aclarar.

Tauro sonríe ante la mirada preocupada del pelirrojo, claramente para transmitirle tranquilidad y agradecimiento antes de devolverse a la cangreja que le observa aun estupefacta.

—Lo siento, Cáncer— dice él en un tono de voz aún más calmo de lo usual—. Aries sí me gusta como a él le gustas tú.

El rostro de ella se deforma en uno de acomplejamiento y empatía total mientras que el toro se pasa la mano por el cabello húmedo y deja la toalla sobre el tocador, recargándose contra éste posteriormente y cruzándose de brazos con la mirada gacha denotando culpabilidad y quizás arrepentimiento.

—No te molestes con él— continúa hablando el peliverde—. Aries no quería decirte porque no sabía cómo ibas a reaccionar.

—Y, ¿cómo lo iba a hacer? — se jacta ella, intercalando su atención de uno al otro que parecen un par de niños siendo regañados luego de una pelea o similar—. ¿Desde cuándo es esto?

—Ahm... Desde hace unos siglos, quizá... Pero se lo confesé no hace mucho. Hace un par de décadas...

—Fue en el cuarenta— acota el mayor de todos, jugando con los botones del control que aun lleva entre sus manos.

—¿No fue en el cincuenta?

—No. Fue en el cuarenta. Fue después de la Gran Guerra. Lo recuerdo porque Leo no podía dormir y su sonambulismo había empeorado.

—¿Antes de la Segunda Guerra Mundial? — Aries asiente a la par que se acerca a la cama para tomar la Switch y dejarla sobre el tocador.

—Tú aun no estabas tan mal por ello, pero actuabas muy paranoico con volver al campo de batalla. Tengo mala memoria, pero no es tan mala. No con ese tema al menos.

Momento de silencio en el que Cáncer y Aries observan a Tauro que se sumerge de lleno en sus recuerdos, ocasionando que su entrecejo se frunza y su mano acaricie distraídamente su mentón, sintiendo el vello facial que ahí crece. Se frota las yemas de los dedos contra la frente que se arruga profusamente mientras él trata, con gran esfuerzo, de recordar bien aquella época sin tener que recurrir a los horribles momentos que vivió en la guerra. Pero no puede, todo lo que cruza su mente no son más que imágenes del frente de tiro, los chasquidos de las armas, los gritos de los heridos y las ordenes de los demás, el aroma asqueroso de la pólvora y el arsénico. Sus alegres anécdotas de los cuarenta habían sido borrados por completo y sustituidos por las atroces pesadillas de aquel infierno.

Estrellas juntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora