Las cosas a veces se alocan

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—¿Entones ya no voy a poder alzar la mano cuando pregunten donde están los solteros? —cuestiona el menor de la casa aire, sentado en los sitios traseros del auto de su pareja que es manejado por el hermano menor de éste.

—No, Acuario, ya eres papa casada—le responde el pelinegro, con ambas manos sobre el volante y mirando únicamente el camino.

—¿Pero ni si quiera por mame?

—Acuario, cuando pregunten en el antro eso, no vas a levantar la mano—le reprende el rubio, mirándolo con diversión—. Si haces eso, Leo nos mata a los tres y no tengo ganas de reaparecer, ¿sabes?

—Él no tiene por qué enterarse, weon.

—Se va a enterar— asegura Sagitario—. Siempre se enteran.

Enfurruñado, el peli-plateado se deja caer contra el respaldo de su asiento, resignándose a no poder hacer lo que quiera ahora que ya tiene pareja, ni si quiera cuando ésta se encuentra en Noruega.

Pasados algunos minutos en los que los tres chicos solo han hablado entre ellos para hacer el viaje más ameno, estacionan el auto a unas cuantas cuadras lejos del bar a que frecuentan, pues saben que más cerca no habrá lugar para aparcar. Bajan del vehículo y se encaminan hacia el antro donde quizás se encuentren con otros amigos para pasar el rato.

El lugar es bastante grande, con luces de diferentes colores que forman un espectáculo en las paredes y el techo del lugar. En un costado se halla una barra de bebidas con una estantería detrás con luces de neón que bañan las botellas de licor con colores desde el azul hasta el verde. Hay escasas mesas y taburetes altos alrededor de lo que parece ser la más grande pista de baile hecha de un material blanco como el hielo. El sitio está repleto de personas bailando, ligando y bebiendo, mientras al fondo se encuentra un escenario con enormes bocinas negras, un teclado de mezclas y un Dj encargado de la música que resuena por todo el lugar. A penas entran, los tres comienzan a bailar entre el tumulto de gente para abrirse paso hacia la barra en donde piden sus usuales bebidas con alcohol.

***

Sagitario se encuentra hablando con unas chicas junto a la entrada del bar. Es indudable que está coqueteando, como siempre, con ellas, esperando que alguna caiga en sus encantos de aventurero y sus bellos ojos purpuras que a todas fascinan. A pesar de haberse confesado a Virgo, el pelinegro no se estancará con ella como su hermano mayor con Cáncer. Él es libre de estar con quien quiera y de hacer lo que quiera, después de todo, la peliverde ha dejado claro que no siente nada por él. No está atado a nadie, y no es ilegal tener una noche divertida con alguna chica, a menos que ésta sea menor de edad, pero Sagitario ya ha aprendido la lección, por lo que no volverá a cometer el mismo error; no quiere ir a prisión, no de nuevo.

Por otro lado, Géminis y Acuario se encuentran en una de las mesas, riendo sonoramente con unos amigos que hace poco se han encontrado. Es más, de medianoche y el menor de la casa aire ya va por la décima bebida, siendo así que se encuentra realmente ebrio al punto de apenas poder sostenerse en sus dos pies. Abrazado a su hermano rubio con un brazo alrededor de sus hombros, Acuario comenta tonterías con el resto de los muchachos, hasta que, nuevamente, le da sed de la mala. Revisa su vaso, descubriendo que se encuentra vacío, y decide ir hacia la barra para poder llenarlo con más bebida. Meneándose entre el resto de cuerpos sudorosos y ebrios, el peli-plateado llega hasta la barra donde, a gritos por la estruendosa música, le pide al bartender que le sirva otro vaso. Mientras el joven de brazos tatuados y de calva incipiente se dedica a preparar lo que el signo a pedido, un sujeto aparece al lado del chico de ojos turquesas, quien, recargado de codos contra la barra, se digna a mirarle con interés. Ambos se sonríen y, el chico de cabello negro comienza a hacerle charla a Acuario de una manera amigable y animada.

Estrellas juntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora